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Capítulo 3: Memories (Primera parte)

El re-encuentro con Piluca fue todo lo mal que pudo ir. Estaba divina, estaba guapísima, estaba forrada y tenía un chulazo esperándola en casa. Además nos dio por ponernos a parir, como siempre. Y yo sabía que Piluca tramaba algo. ¿El qué? ¡Ya lo veremos!

Si hubiera sabido que aquella noche iba a conocer a la que se convertiría en mi archienemiga, me habría quedado en casa. Pero no, allí estaba yo. En plena Plaza Universidad, pasando un frío de cojones esperando a Mr. Pepino, que me había dicho que se traía a unos amigos a tomar algo.
A un lado de la plaza, sentados en unos bancos de esos como de mármol, había un grupo de aspirantes a Latin Kings escuchando reggeaton mientras bebían alcohol. Estuve a punto de largarme porque veía que las reinas estas cada vez estaban más borrachas y me miraban con peor cara (sería por la cresta, o por la corbata, yo qué sé), pero pensé que no me iba a pasar nada. Plaza Universidad es el punto neurálgico de las quedadas de maricas. Si eres marica y nueva en la ciudad, ve a Plaza Universidad. ¡Anda mira, una rima! Podría contratarme el alcalde para hacerle campañas de publicidad. ¡Otra rima! ¡Soy poeta!
Estaba yo allí, rodeada por maricas esperando a maricas y por gente que, en otro país, habría apaleado a las maricas, cuando la vi venir. A la Pepi. Que dicho así parece que me viera venir una hostia. Pero no. En Barcelona no pasan esas cosas. Y si pasan, no las contamos. Cuestión de Marketing.
Tal y como había anunciado, la Pepi no venía sola. Iba con un grupo muy heterogéneo (aunque de hetero tenían bien poco) de gente fashion y divina que daba gusto verlos. Menos uno, que parecía sacado de una convención de Star Trek. Decidí acercarme yo a ellos en vez de ellos a mí no fuera que nos pegaran una somanta de palos a todos que nos dejaran finos (aunque en el fondo de mi corazón sabía que, gracias a mi gran alcalde Joan Clos, eso era imposible. ¡Viva el civismo!)
- Nena, ya era hora coño. Se me estaban helando los pezones y los Latin Kings me miraban raro.
- Ya será menos, exagerada.
Acto seguido la Pepi me empezó a presentar a todo el mundo. No hace falta que diga que no recuerdo el nombre de ninguno de aquellos chicos. Seguro que ellos venían como locos deseando conocerme. Yo, ¡la mismísima Hidro! ¡La marica que sobrevivió a una panda de reinas sudamericanas alcohólicas!
No recuerdo exactamente cómo me la presentó. En realidad sólo supongo que me la presentó. Yo sé que me acercó a aquel maromo, me dijo su nombre (que no recuerdo, gracias). Le fui a dar dos besos pero él alargó la mano; alargué mi mano y él recogió la suya para darme dos besos; yo me metí la mano en el bolsillo y le dije: “Encantado” y él se puso nervioso. Ya en aquel momento se hizo evidente que no íbamos a llevarnos bien.

La historia de Piluca da para escribir otro blog como el de mi vida misma, así que la resumiremos muy rápido. La Piluca era una marica de pueblo (de Vic) que se había tenido que exiliar después de que a la muy corta le diera por presentar en una tele local un especial de fin de año repleto de videoclips petardos sacando más pluma que Paco Valladares en Victor o Victoria. Cuando todo el pueblo (bueno, Vic es un poco más grande que un pueblo) se le revolucionó y la persiguió por las calles cargados de fuets y bolígrafos naranjas y cristal ardiendo como antorchas en plan Van Helsing, la niña decidió cogerse un tren y plantarse en Barcelona, con la ilusión de convertirse en actriz y salir en alguna obra de Ricard Reguant.
Allí llevaba un par de semanas compartiendo piso con unas alemanas muy raras (que se ve que hacían brujería o algo) y tratando de encontrar un novio rico por Internet que la sacara del apuro. Un día fue a un cibercafé a buscar un polvo porque ya no aguantaba más a las Frankfurt (como llamaríamos luego a las brujas bávaras) y en un canal guarro se encontró a la Pepi. La Pepi le hizo creer que era rica, porque a ella la Piluca le hizo creer que tenía una polla descomunal. Al final las dos se decepcionaron (una por pobre y la otra por… pobre) y quedaron para salir por la noche. Es lo que tenemos los gays. Si nos mentimos por Internet no nos enfadamos; aprovechamos la ocasión y, ya que no vamos a follar, nos hacemos amigos. Sí, una cosa excluye la otra. Eso siempre que no seas la iNena, que a esa si le engañas te echa un mal de ojo que aprendió en un safari por África y que hace que el Windows no pare de darte pantallazos azules.
A lo que íbamos. Aquella noche yo estuve todo el rato bailando y bebiendo. Como ya sabéis a mí no me sube el alcohol, pero eso no evita que me sepa hacer la borracha; así que yo, que veía que la Piluca se me tiraba encima como Simba se tira sobre las pobres cebras para arrancarles el cuello, me hacía la sueca-borracha y me apartaba. Se tiró toda la noche tirándome los trastos, seguramente porque la Pepi le había contado que la Hidro (más bien los padres de la Hidro) eran una fuente inagotable de dinero. Al final de la noche me vino la Pepi toda cabreada.
- Nena, ya te vale.
- ¿El qué, nena?
- No le has hecho ni puto caso nena.
- Ay nena ¿de quién me hablas?
- ¡De Piluca!
- ¿Conozco a alguien llamado Piluca?.- dije yo, abriendo los ojos como Marujita.
- ¡Te la he presentado esta noche!.- y la señaló. Piluca estaba justo detrás de la Pepi y parecía ajena al hecho de que estábamos hablando de ella en aquel preciso momento. Estaba ensimismada mirando las farolas. Supuse que en Vic aún pasaba la niña aquella vendiendo cerillas y encendiendo los fanales mientras el señor Scrooge (bueno, en Vic sería el Senyor Ascrutx) gritaba “Paparrutxes! Visca l’Estatut!”
- ¿Este tiarrón se llama Piluca? ¡Pero si mide dos metros y debe pesar tres toneladas!
- Ay nena, no me seas estrecha. Nosotras somos maricas de ciudad y no nos sorprendemos por nada. Si ella quiere llamarse Piluca, la llamamos Piluca.
- Vale nena, lo que tú digas.
- Pues yo digo que te hagas amiga suya. Ella lo está pasando mal y tú estás siempre mal en general. ¡Tenéis muchas cosas en común!
- Mira nena.- le dije señalándole con el dedo- si estuviera borracha te vomitaría encima, para joderte esa preciosa cazadora de superputa que me llevas puesta.
- ¿Te gusta?
- Sí
- La compré en un Zara.
- Se nota.
- Gracias.
- Bueno, a lo que iba. Dile a la guarra esta que te apunte el Messenger y me lo pasas. Que son las 6 de la mañana y yo entro a trabajar a las 10 y tengo que coger un taxi.
- Joder nena, ya podrías darle un par de besos.
- Sí, y también podría acostarme con ella ¡pero no tengo ganas!

Y me fui. Según me contaron la Piluca ni se inmutó. Definitivamente, o iba drogada o en Vic les queda mucho por aprender de la vida moderna. El caso es que, al día siguiente, después de trabajar, encendí el ordenador y me encontré un mensajito de esos:
telakomotodaporfavor21@hotmail.com quiere agregarle a su lista de contactos ¿Qué desea hacer?
Y la agregué. Lo hice porque me daba pena, y porque siempre me ha gustado tener a alguien cerca que esté peor que yo; para convencerme de que en el fondo no soy tan patético ni doy tanta pena. Durante un tiempo fuimos hablando por el Messenger y nos íbamos haciendo buenas amigas y todos, fíjaos si me caía bien que ¡no la desadmitía! Es que siempre que me veía me decía que le había caído genial y que quería ser amiga mía y que le encantó mi corbata y que le había caído genial. Sí, era muy repetitiva.
Así que un día quedamos para tomar algo, otro día para ir al cine… y nos acabamos haciendo relativamente amigas. Relativamente amigas, que quede claro. Yo no me quise hacer muy amiga suya porque me daba miedo, pero nos llevábamos bien.
Todo esto hasta que un día la Pepi nos avisó de que era el cumpleaños de uno de los que habíamos conocido la noche de autos y que nos habían invitado. Piluca se estresó en plan “Jo tíoooo (sí, aún día “tío”) no sé qué ponerme!” y yo me la llevé al Springfield a comprarle ropa super fashion y la tía salió de allí que ni pasando por El Patito Feo. Vamos, que la Obregón ve lo que le hice a la puta esa y me regala una foto del posado mallorquín firmada y todo. Además de la ropa le hice depilarse las cejas y peinarse como dios mandaba.
Ni que decir tiene que al llegar las dos a Plaza Universidad (que sí, que siempre acabamos en el mismo sitio) la gente se quedó anonadada. Hasta los Latin Kings (que aún estaban allí) se le quedaron mirando sonrientes como diciendo: “¡Mira qué chulazo!”.
¿El problema? Que todo el mundo le decía “¡Nena! ¡Estás divina! y la muy puta no fue capaz de decir en ningún momento que el mérito era mío. La única que me creía era la Pepi, aunque creo que en aquel momento me daba la razón como a los tontos.
Y así empezó el ascenso de la Piluca hacia el Top Ten de las maricas barcelonesas.


CONTINUARÁ (el flashback, se entiende)

¡Neeenaaa, qué tensión!
Además de la Piluca... súper estresada por las bandas esas de Los Ñetas, los Latin King y los Burguer King!

Y qué jeby el emilio de la nena: "telakomotodaporfavor21@hotmail.com", que parecía mojigata y educada a la vez, con el "te la como toda POR FAVOR", y mírala cómo ha terminao. ¡De súper Malísima y Carísima!

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¿Quién soy?

  • Soy Hidroboy
  • Desde Barcelona, Barcelona, Spain
  • Diva estresada que casi casi no puede con su vida que vive en Barcelona y de vez en cuando se va de parranda a Huesca a comerse una buena longaniza de Graus. No fumo y no me drogo, pero bebo más que Sue Ellen en sus años mozos. Y además la ch*** que da gusto.
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