5/31/2006

Capítulo 24: Toda La Verdad - Primera parte

Acudí a la llamada de la selva y me planté en plaza Cataluña, donde me habían citado para no hacerles daño a mis tres amigas las gilipollas secuestradas. Allí me encontré con la iNena, que después de explicarme por qué se había pasado al lado de las malas (o de las buenas, según se mire, y si lo ves así lárgate de aquí ahora mismo) me secuestró a mí mismo usando la misma droga de siempre. Recordadme que me pase a la sangría.

- ¿Hidro? ¿Hidro, estás bien?

Una voz me sacó de la oscuridad en la que estaba sumida. Y me metió en otra oscuridad, porque aunque abriera los ojos no veía un pijo. No sabía dónde estaba, no sabía quién me hablaba, pero sí sabía que por más que viera X-Men 3 no me iban a salir rayos X en los ojos ¡porque no veía un pijo!

- ¿Quién es? -grité a la nada.
- Nosotras -dijo la voz que me llamaba antes.
- ¿Vosotras? ¿Quién?
- Pues nosotras, coño -respondió otra voz.
- ¿Sois vosotras coños?
- Dejadla, aún está bajo los efectos del gas -dijo otra voz más.
- Será guarra la tía.
- No lerda, ese gas no. El "otro" gas. El Mega-Gas.
- ¿Pero se puede saber cuánta gente hay aquí metida? -dije yo, harta de tanta tontería.
- A ver Hidro, deja de flipar. Somos la Cindy, la Pepi y la Asdru -dijo una voz, que creo era la de la cindy.
- ¡Cindy! ¡Pepi! ¡Asdru! ¡¡Vosotras sois gilipollas!!
- Sí, también nos alegramos de oírte -dijo la Pepi-. Porque esto está tan oscuro que ni Naomi Campbell podría abrirnos la cabeza con su móvil, aunque estuviera a medio metro de nosotras...
- ¿Pero se puede saber por qué dejastéis que os secuestraran? -les pregunté.
- No dejamos nada. Cuando tú te fuiste del piso no nos dio tiempo a empezar a criticarte que empezaron a entrar clones de Paco Clavel por las ventanas y nos secuestraron a punta de pistola. -explicó la Cindy.
- ¿Y tú qué? -preguntó la Asdru-. ¿Cómo te han cogido?
- Yo fui a una cita para que no os mataran, y la iNena...
- ¡LA INENA! -gritaron las tres.
- Sí, la iNena. La tía puta me hizo subirme a un coche y me drojó viva.
- Qué puta -dijo la Pepi.
- Ya te digo, qué asco de tía -dije yo.
- No nena, qué puta tú, que te subes al coche de cualquiera -respondió la Pepi súper ofendida, y recalcó-. ¡Y encima te pones hasta las cejas, PUTA!
- ¡Mira bonita! No te arreo una hostia porque no tengo ni puta idea de dónde estás, que sino se te iban a saltar hasta las pestañas. Y ahora vamos a ver, ¿tenéis idea de dónde estamos?
- No. Nos trajeron con los ojos vendados -dijo la Cindy.
- Como a mí. ¿Y no tenéis nada encima que dé luz? Porque me estoy cansando de hablarle al vacío.
- Yo tengo un mechero. Pero no va -dijo la Pepi.
- Por qué será que no me sorprendo -respondí-. A ver si encuentro algo en mi bolso.
- ¿Tu bolso? ¿Te han dejado tu bolso? -dijo la Cindy, indignada-. Porque a mí me lo han quitado y no sé dónde me lo han puesto, y como no me den el móvil cuando salga de aquí le arreo tres hostias a alguien.
- No nena, no me han quitado el bolso, porque no sabían que lo llevaba. Me lo compré el otro día, es súper mini y lo llevo escondido debajo de la cazadora. A ver... llevo... la Visa... el móvil, pero no tiene batería... la tarjeta de fichar...
- Qué glamour.
- No sé quién ha dicho eso, pero lo descubriré y la apuntaré a la lista de hostias pendientes. ¡Ya está! ¡El Hidronano!
- ¿Eso qué es? -preguntó la Cindy.
- Su iPod Nano -dijo la Asdru, que había estado extraordinariamente callada.
- Claro tías, es tan fino que casi no lo notaba ya -dije, mientras sacaba el iPod del mini-bolso super fashion que me había comprado hacía unos días y le daba al botón central. Lo configuré para que la luz estuviera siempre encendida y empecé a mover la pantallita a mi alrededor para ver algo.
Allí, frente a mí, sentadas en un catre a menos de metro y medio, estaban las tres Marías.
- Qué mala pinta tenéis -les dije.
- Es que llevamos aquí casi dos días encerradas -dijo la Pepi, indignada.
- Pero ¿estáis bien?
- Cansadas, pero bien, sí -dijo la Asdru.
- Menos mal. Me preocupaba vuestra integridad física. La mental no porque hace tiempo os di por perdidas, ¡locas! ¡Que sois unas locas! ¡¡¿Se puede saber por qué coño no os largásteis al enteraros de toda la verdad y nada más que la verdad?!! ¡¡¿Es que no sabéis que los personajes que saben demasiado mueren jóvenes?!!
- Joder tía, lo último que necesitamos ahora es que te pongas a chillar como una histérica -dijo la Cindy, al borde de las lágrimas.
- Es verdad, lo siento. Pero joder, es que ya os vale.
- Tienes razón Hidro -dijo la Asdru-. Debimos haber desaparecido, sobretodo después de lo que nos contó la Polly.
- ¿Y qué os contó? -pregunté, intrigadísima de la vida.
- Todo. Nos lo explicó todo -dijo la Asdru.
- ¡¡Espera!! No lo cuentes todavía. Éste es un momento muy importante en este blog porque se va a saber toda la verdad y quiero que mis lectoras estén atentas...
- Ahora que lo dices -me interrumpió la Pepi-. ¿Cómo coño estás escribiendo en el blog si estás aquí encerrada?
- Pues porque esto ya ha pasado nena, el blog lo escribo en el futuro.
- Ah vale. Yo sólo preguntaba por... por... tocar las pelotas.
- Vale -continué-. Ahora que la Pepi ha hecho su interrupción de rigor, creo que es el momento de que me contéis (ATENCIÓN NENAAAAAS):

TODA LA VERDAD, Y NADA MÁS QUE LA VERDAD (LO JURO):

La Asdru se incorporó, se frotó las manos y me miró fijamente. Se preparaba para empezar su relato.

- Todo esto te lo cuento, tal y como nos lo transmitió la Polly según sus propias vivencias.
- Vale nena, no te emociones que es un momento importante pero no es el Evangelio según San Mateo -le corté, porque me veía que a ese paso íbamos a estar con Toda la Verdad unos 3 o 4 capítulos.
- Ay, no seas tocahuevos y déjala que lo cuente como le dé la gana -dijo la Cindy.
- Toda esta historia comenzó mucho antes, pero mucho mucho antes, de que tú le enseñaras el vídeo porno a la Madre de Piluca. Su venganza se estaba gestando desde el mismo momento en que te conoció.
- ¿Qué me estás contando?
- Lo que oyes. Porque en realidad todo esto no ha sido cosa de Piluca, ella es un instrumento. Hay alguien utilizándola, alguien que quiere hacer daño de verdad.
- ¿Me lo estás diciendo en serio?
- Totalmente.
- ¿Y quién es?
- La Polly no dijo su nombre, en realidad nadie lo sabe.
- ¿Y qué tiene contra mí?
- Eso es lo curioso. No tiene nada contra ti en particular, es contra todo lo que representas.
- ¿El glamour?
- No, la homosexualidad.
- ¡Jarl! ¡¡El malo es Jiménez Losantos!!
- No, no es él. Según la Polly, esa persona también es gay. Por lo visto es el hijo de un millonario murciano...
- Pues ya podía ser un millonario saudí, que no veas qué morbo tienen los árabes subidos a caballo a lo videoclip de Shania Twain. ¡Au! -soltó la Cindy. Pero nadie le hizo caso. La Asdru y yo seguimos desvelando secretos.
- Como decía, es el hijo de un millonario murciano que se forró a base de hacer campos de golf.
- Qué jeby.
- Según parece durante su infancia y adolescencia sufrió mucho por los maltratos psicológicos a los que le sometía su padre y eso le llevó a ser incapaz de aceptarse a si mismo. Por eso ha llegado a desarrollar un odio irracional hacia todos los homosexuales orgullosos de serlo.
- ¿Y por qué tuvo que fijarse en mí?
- Es que no se fijó en ti. Por lo visto te conoció en un chat de internet...
- Y con lo puta que eres seguro que le pusiste la webcam, te vio el rabo y se asustó. ¡Así lo has dejado! -dijo la Pepi.
- Tú calla nena, o te juro por mi madre que te tragas el iPod.
- Joder tía, qué violencia -respondió.
- No era un chat erótico. Era un chat sobre una serie de televisión...
- ¡Ya decía yo que en ese canal estaban todos como cabras! ¡Nunca debí instalar el IRC!
- No habría servido de nada. Sus planes ya estaban preparados. Tú sólo eras una parte de él.
- ¿Y cuál es su plan?
- ¿No lo imaginas? ¿Por qué crees que ha conseguido tomar el control de los locales de ambiente de toda Barcelona?
- ¿Porque le va la marcha?
- No.






- Vale, la pausa dramática te ha quedado muy bonita ¡pero dilo ya!
- Porque pretende hacer limpieza.

5/24/2006

Capítulo 23: Face to face with the whore

Después de haber conseguido escapar de las hordas de Perracas que me perseguían por los tejados de Barcelona, acabé en el piso de Héctor echando el polvo del siglo justo después de enterarme de que mis tres mejores amigas habían sido secuestradas por ser tres personajes tontos que tras enterarse de los malvados planes de Piluca ¡se habían quedado en su casa! ¡Manda huevos!

Sí, era cierto que mis tres amigas muy listas... no eran. Pero la verdad es que me importaba un comino. Y te preguntarás: "¿Por qué eres así con tus amigas?" Pues porque a estas alturas de la historia nos hemos cargado (queriendo y sin querer) a dos de las Jackson's Bad Five y sólo hemos sufrido un baja, la de la Polly, que se fue a Pernambuco para que no me la cargara, así que no cuenta como baja baja, sino como baja de ausencia.
Como en Parque Jurásico. Balance de la primera temporada: una suencia, cero bajas.

Se estaba haciendo de día en el cuarto de Héctor. Tuve un ligero dèja vu porque volvía a estar en aquella cama maravillosa, mientras se hacía de día... y con todo al aire.
Claro que, esta vez, en aquella cama había uno de los ejemplares masculinos más excelvillosos que han poblado la faz de la Tierra.
Me supo mal despertarle porque estaba taaaaaaaaaan guapo... Así que me escurrí como pude entre las sábanas y ese pedazo de brazo que me tenía tirado encima que casi no me dejaba respirar y salí de la cama.
Aún la notaba dentro...

¡Qué poderío nenas!

Me fui al baño a darme una ducha intentado hacer todo el ruido posible para que Héctor diera señales de vida (y de paso viniera a follarme en la ducha, porque era el único sitio donde no lo habíamos hecho) pero el pobre debía estar agotado y no se levantó.
Luego volví a la habitación y me vestí haciendo todo el ruido posible para que Héctor se despertara y me follara contra la cristalera, que eso lo hicimos ayer por la noche pero ahora era de día y la vecina de enfrente podía vernos y escandalizarse.
Pero no se levantó.

Pero es que ni se levantaba ni se movía ni nada.
¿Era posible que durmiera tan profundamente o es que... ESTABA MUERTO?
¿Lo había matado a polvos?

Imposible.

¡¡¡¿¿¿Y SI HABÍA SIDO PILUCA???!!!

Me lancé sobre él aterrorizada y gritando como una posesa pero Héctor no se movía. ¡Estaba muerto!
¡¡MUERTO!!

No podía estar muerto. Héctor no. Porque con lo bien que empezaba este capítulo no nos podemos llevar este disgusto y porque si ha de morir alguien que se muera la Cindy, que no sirve para nada, o la Asdru, que a ver cómo le explico que me he tirado a Héctor cuando a ella la tengo en Standby hasta que termine todo esto.

¡PERO HÉCTOR NO!

Entonces recordé cómo hacía que se levantara Lucas (mi ex, otro de los malos) cuando teníamos prisa y no había manera de sacarlo de la cama.
Arranqué de cuajo la sábana cool de la cama y dejé a Héctor en pelota picada y boca arriba.
He de reconocer que, aún estando muerto, me daba un morbazo alucinante. ¡Qué desperdicio!

Saqué mi vena necrófila (que no sabía que la tuviera, pero no te acostarás...) y me puse a... bueno, ya os imagináis: eso que a todos nos gusta que nos hagan mientras estamos dormidos.

Al poco de estar hablando con la boca llena (porque sí nenas, yo mientras estaba dale que te pego iba pidiendo por favor al productor del Blog que no se lo hubiera cargado) noté reacción. La sangre fluía por todo su cuerpo hasta su...

- ¡¡¡ESTÁ VIVA!!!-grité, presa de la emoción.

Héctor abrio los ojos de golpe y se incorporó en la cama.

- ¡¿Qué pasa?!-exclamó, aterrorizado (y empalmado).
- Nada, no pasa nada. Lo siento. Es que me he puesto nervioso pensando que habías muerto y te he hecho una mamada para despertarte porque llevo UNA HORA gritando y me estaba quedando afónica.
- ¿Y por qué querías despertarme?
- Para que me echaras un polvo en la ducha, o contra la cristalera. Pero no había manera.
- Y si creías que había muerto ¿no te bastaba con tomarme el pulso?
- ¿El pulso? ¡Eso es de heteras!

Y dicho esto, me volví a lo que estaba haciendo hasta que lo dejé bien descansado y BIEN DESPIERTO.


Unos tres polvos más tarde... Perdón, tres horas más tarde... estaba yo en plena Plaza Cataluña, en el centro más céntrico, esperando a ver qué pasaba. Héctor se había quedado en casa.
Le dije que ni se le ocurriera venir, que después del susto que me llevé al levantarme y ver que no despertaba no estaba dispuesto a perderle a él ni a ninguna de mis amigas.
Cero bajas nena, cero bajas.
Así que allí estaba yo, esquivando a las yayas que tiran alpiste con una mala leche que no veas y evitando que alguna paloma se cagara en la misma ropa que llevaba ayer (SÍ AYER) durante la persecución de la azotea (que había lavado en casa de Héctor y echaba un pestazo a Mimosín que tiraba de espaldas).
Pasaban los segundos y los minutos y los cuartos de hora y al segundo (osea, media hora más tarde de lo que me habían dicho) un coche negro paró justo delante de la puerta de El Corte Inglés. De él bajaron dos chulazos vestidos de negro y supuse que la Reina Sofía había venido a disfrutar de los 8 días de Oro. Uno de los gorilas abrió la puerta de atrás e hizo un gesto a quien estuviera en el interior, y de aquel agujero negro surgió un chico.

Un chico conocido.

¡Y tan conocido!

Bueno, lógico que fuera conocido porque ya sólo me faltaba descubrir alguna verdad inconfesable y que del coche surgiera Jesús Vázquez y me confesara que todo había sido un montaje para conquistar mi corazón.

El chico conocido caminaba hacia mí, con los dos gorilas detrás de él mirando a todas partes, como si esperaran caer en una emboscada de maricas.

- Llegas tarde -le dije a la tía puta aquella cuando la tuve lo suficientemente cerca.
- Lo sé. Tuvimos un imprevisto con una de tus amigas -respondió.
- También son tus amigas.
- Ya no.
- Pues tú misma bonita, porque la Cindy hace unos regalos de cumpleaños que son una maravilla.
- ¿Y qué son los regalos de la Cindy comparados con esto?

Metió la mano en un bolsillo y sacó un aparato que reconocí al instante. Era un rectángulo blanco, con la parte trasera toda plateada y, por delante, una enorme pantalla de vídeo.

- Así fue como lo consiguió ¿verdad? Te vendiste por un puto iPod.
- ¡No es un iPod! ¡Es un iPod Video True!- gritó la iNena, toda soliviantada.
- Es una mierda nena. Seguro que tienes que cargarle la batería cada media hora.
- Están trabajando en ello...
- Y además debes llevar más rayas en la pantalla que Maradona en el neceser.
- No te metas con mi iPod nena, que te arranco la cabeza.
- ¡No te atreverás!

Y me arreó una hostia. Me arreó una hostia tan fuerte que todas las viejas dejaron de tirar alpiste y las palomas se cagaron todas de golpe.

- Eres una hija de puta -le dije-. Internacional. Y que sepas que no te arreo yo una patada en los huevos porque: A) No tienes B) No quiero que tus gorilas me aplasten el cráneo.
- No estás en posición de amenazarme querida.
- Yo no soy querida tuya. Traidora.

La iNena hizo un gesto con la cabeza como si estuviera en un anuncio de L'Orèal y los dos gorilas la rodearon y se plantaron detras de mí.

- Ahora, si no te importa, acompáñanos al coche. Y no intentes nada o mis chicos te arrancan los brazos de cuajo.

La iNena se me acercó al oído:

- Y a ver cómo te haces las pajas entonces. ¡Pajillera!

Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el coche.

- ¡Pues que sepas que he echado tres polvos antes de venir aquí! ¡Frígida!

Uno de los gorilas me arreó una colleja con tanta fuerza que me tiró para adelante, empecé a tambalearme y no pude parar hasta caer dentro del coche. Que estaba en el quinto coño, pero fui dando zancadas porque soy muy atlética.

Una vez dentro, no me dio tiempo a nada. La iNena puso un trapo (limpio, espero) en mi cara y yo empecé a inhalar lo que fuera que empapaba la tela.
Mientras caía inconsciente logré tener dos pensamientos:

- La iNena me estaba drogando con la misma sustancia que salió de los respiradores del taxi-de-la-muerte donde empezó todo esto.

- Espero que mañana me despierten igual que he despertado yo a Héctor.

5/12/2006

Capítulo 22: The Dust (El polvo)

Había conseguido escapar de la trampa de las Perracas gracias a la inestimable ayuda de King Kong (Héctor, el chulazo vigilante del Arena) y su bate de béisbol. Ese bate que en ningún momento se perdió por el relato y que no supuso ningún fallo de raccord. Ahora, después de haber escupido en una camiseta para la Nancy, estaba subida en un coche... camino a ninguna parte...

Bueno no, camino a ninguna parte no. Íbamos camino de su casa. De la casa de Kong, aquella tan fashion de aquel capítulo en el que descubrí que había estado bailando en pelotas delante de toda Barcelona. ¿Os acordáis? Lo digo porque últimamente todo el mundo me dice que hay que ver pobre Piluca... ¡pero es que Piluca es la mala! Y punto.

Héctor (dejaré de llamarle Kong, porque no le hace justicia) me había contado lo que acababa de pasar, lo de su aparición en la azotea y tal. Porque sí, sé que es muy bonito y muy romántico que estas cosas pasen y punto, pero como aquí no somos como las de Lost, os vamos (voy) a explicar con pelos y señales todo lo que acabáis de vivir para que no os quejéis.

Desde la noche en que Piluca nos drogó y me hizo hacer el ridículo más espantoso que he hecho nunca, Héctor había estado investigando por los ambientes más turbios de Barcelona para descubrir lo que se tramaba. Eso le había llevado a contactar con el vigilante de seguridad del edificio que hay justo frente a la tienda de la Brishka.
Por lo visto ese vigilante y Héctor eran amigos de cuando hicieron la mili.

Y claro, yo me imaginé a éste y al otro con el fusil en la mano jurando bandera... y me puse vista al frente.

Total, que el vigilante le había comentado que últimamente veía mucho movimiento en la tienda. Que había mucha marica muy bien vestida entrando y saliendo sin nada en las manos y eso era señal de que estaban preparando algo.
Héctor acudió a la llamada del vigilante y vio con sus propios ojos como aparcaban las dos furgonetas, se ocultaban en ellas y esperaban. Según él, de la tienda salió un chico (por la descripción debía ser Mi Lucas) que se puso a hablar por teléfono... y entonces aparecí yo.

Sí, era cierto. Mi Lucas estaba contra mí. Ya decía yo que no podía ser tan bonito todo esto, que después de lo que le dije/hice no era normal que me llamara pidiéndome un polvo. Claro que de ahí a ponerme una trampa para que me matara la Piluca... pues hay un cacho.
Que vale, yo le dije a su novia que Lucas era más gay que yo y ella le dejó y sus amigos dejaron de hablarle y tal... Sí, eso es muy traumático. Pero más traumático es enterarme de que el muy cabrón me estaba poniendo los cuernos.
Sí, con ella.
Con Piluca.

Y no me vengáis ahora con ese rollo de "Jo tía Hidro, es que eres mala" porque me importa una mierda. Acaban de intentar asesinarme un montón de maricas bien vestidas y no está el horno para bollos.

Héctor se debió dar cuenta de mis tribulaciones interiores porque me miró un segundo y sonrió. Puso su mano derecha sobre mi rodilla, me dio un golpecito y me dijo, suavemente:

- Ya ha pasado todo. Ahora estás a salvo.

A salvo...

¡¡¡¡Y CACHONDA!!!!

Me tenía como una peeeeeerrrrra en celo desde que casi nos besamos en el ascensor y mucho más desde que me contó que el Vigilante era un amigo íntimo de la Mili... ¡Y AHORA ME TOCA LA RODILLA!

Intenté tranquilizarme, pero no me dio tiempo porque Héctor aparcó el coche y resultó que ya habíamos llegado a su casa. Me bajé poniéndome el bolso colgando por delante y le sonreí.

Desde ahí hasta el momento en que me senté en su sofá no dijimos ni mú. Pero ni mú ni mú. Había una especie de tensión sexual flotando en el ambiente que yo no acababa de descifrar.
¿Quería Héctor algo conmigo? ¿O se había dado cuenta de que yo sí quería algo con él y ponía esa cara por que se sentía incómodo por saber que no iba a poder satisfacerme? Por ser heterosexual claro.

Mientras mi mente iba y venía (y mi entrepierna se entretenía), Héctor en la cocina preparaba algo de beber. Oí cómo se acercaba por detrás de mí y me rodeaba, para sentarse en el mismo sillón en el que me senté yo la otra vez... El mismo sillón en el que me desmayé y dejé al descubierto lo mismo que en aquel preciso instante más intentaba esconder.
Me acercó el vaso. Lo cogí, rozando levemente su mano, y le sonreí. No pregunté qué llevaba, bebí.

No sé qué era, pero no me gustaba. Pero claro, no le iba a decir yo a Héctor que fuera lo que fuera lo que había en ese vaso me sabía a rayos. Así que volví a sonreír.

- Sabes... -empezó a decir él-. Hay algo que no te he contado.
- ¿Ah no? -dije yo, haciéndome la sueca. Ya está nenas, ahora vienen las anécdotas de las duchas en la mili y en 10 minutos estaremos follando como conejos.
- No. La noche en que empezó todo... Cuando Piluca te drogó... Yo sabía lo que iba a pasar.
- ¿Perdona? -no entendía nada. ¿Qué me estaba contando?
- Por eso os dije que lo mejor era que os fuérais. Sabía que Piluca estaba planeando algo contra ti, había oído conversaciones toda la noche. Pero no imaginaba lo del Taxi... creí que todo se quedaría en una gamberrada sin importancia...
- ¿Una gamberrada sin importancia? ¡Podrías haberme avisado!
- ¡Y lo hice! Al menos lo intenté. No quise decirte nada delante de... de...
- La Pepi.
- Es que me da vergüenza llamarla así.
- Pues así debes llamarla, es su nombre. Con él nació y con él morirá.
- ¿De verdad se llama Pepi?
- Claro. Y yo me llamo Hidroboy de verdad. ¡Quieres dejar de hacerte el tonto y explicarme por qué no me dijiste nada!
- Porque... Mi jefe me dijo que no me metiera. Que pasara lo que pasara, nosotros no debíamos hacer absolutamente nada.
- ¿Cómo? ¿Tu jefe?
- Sí, mi jefe. Me dijo que aquella noche, pasara lo que pasara, no debíamos hacer nada. Que estaba todo controlado.
- Entonces... Al final era verdad que Piluca ha comprado los bares de ambiente...
- No, no ha comprado los bares de ambiente. Y ella no ha hecho nada. Hay alguien más poderoso detrás de todo esto...
- La Organización.
- ¿La qué?
- La Organización. Una Organización de gente malvada con muy poca imaginación para los nombres de colectivos y razones sociales.
- Ah.
- Pues vaya... Tengo que hablar con la Pepi. Ella lo sabe todo.
- ¿Lo sabe todo?
- Sí, se lo contó todo la... la... Bueno, esa que desapareció del relato y que no nos importa ya, salvo porque era una topa y le contó toda la verdad a mis tres súper amigas mientras yo hablaba con Lucas.

Me levanté del sofá y cogí mi fashion-phone del bolso. Empecé a marcar el número de la Pepi, pero no contestaba nadie. Marqué el número de la Cindy, y tampoco contestaba nadie. Llamé a la Asdru.

- Hola Hidro -dijo una voz, que no era la de la Asdru.
- Hola... tú. ¿Está por ahí la Asdru?
- Sí, pero no puede ponerse.
- ¿Y eso? ¿A quién se la está chupando?
- A nadie, ordinaria. No puede ponerse porque está atada a una silla y amordazada. ¿Oyes como gime?

¡ERA CIERTO! ¡OÍA GEMIDOS!

- ¡Dios mío! -dije yo, y me debió salir tan apasionadamente que Héctor se levantó corriendo y se pegó a mí. Sí, eso era JUSTO lo que necesitaba: notar los pectorales y los abdominales perfectamente definidos de aquel hombre apretando mi espalda.- Como le hagas algo a la Asdru te mato, hija de la gran puta.
- Entonces ¿puedo hacerles daño a tus otras amigas?
- ¡No me jodas que tienes a las tres!
- Sí, a las tres juntitas.

¡Serán tontas! Joder, vale que el relato lo escribo yo, pero aquí los personajes tienen libre albedrío. ¿Es que no sabían que cuando tres personajes descubren toda la verdad y nada más que la verdad tienen todos los números para ser secuestrados y retenidos y asesinados? Joder, ya podían haberse dispersado.

- ¿Qué quieres? -le pregunté a aquella voz sin identificar.
- Te quiero a ti.
- ¿A mí?
- Sí, a ti. No me hagas repetir las cosas que me pongo nervioso.
- ¡Eres un hombre!
- Pues claro imbécil. Soy La Costeau.

¡¡¡LA COSTEAU!!!
¡¡¡A ESTA AÚN NO ME LA HABÍA CARGADO!!!



¡¡¡¡PERO POCO LE FALTA!!!!

- ¡Te quedan dos capítulos, puta!
- No estás en posición de amenazar.
- ¿Y qué quieres de mí?
- Mañana por la mañana. A las 12:00. En el centro de Plaza Cataluña. Si no vas sola, tus amigas mueren. Si llegas un minuto tarde, tus amigas mueren. Si se lo cuentas a alguien, tus amigas mueren.
- Joder ¿y si me cambio el Támpax también mueren? ¡MANDA HUEVOS!

La Costeau se debió ofender, porque me colgó.

Yo me quedé quieta, con el teléfono apretado junto al pecho. ¡No podía creerlo! ¡Mis tres súper-amigas secuestradas y amordazadas! Y la Pepi seguro que estaba empalmada porque le iba el sado-maso.

Hablando de empalmes... ¿Qué es eso que noto en mi...

- Hidro...
- ¿Llevas un vibrador tamaño Nacho Vidal en la entrepierna o ESO ES NATURAL?
- Hidro... Yo...

Héctor me cogió de los hombros y me dio la vuelta. Me miró fijamente a los ojos.

- Sólo he hecho esto una vez... Fue en la mili... Con mi amigo el Vigilante... En las duchas...
- ¡¡¡LO SABÍA!!!
- ¿El qué?
- Nada nada... Pero mira... No te puedo negar que tengo unas ganas horribles de echar el polvo del siglo contigo pero...
- Pero ¿qué? Te deseo. Y no sé por qué. Pero eso me hace desearte aún más.
- Joder... No me digas esas cosas... Que ahora no puedo echar un polvo, coño. Tengo a mis tres súper amigas secuestradas... ¡Mierda! ¡No puedo contártelo porque se las cargan!
- A mí puedes contármelo todo.

Y me besó.

Bueno, no me besó. Me abdujo. Porque aquello no fue un beso nenas, aquello fue como cuando el gusano de Dune sacaba la boca y se ponía a absorber a los peliteñidos aquellos. Dios, qué pasión.
Huelga decir que a estas alturas mi entrepierna seguía yendo y viniendo.
Yo me dejé llevar. Noté cómo nuestras lenguas se enlazaban en un cálido torrente de pasión y lujuria.

Sus manos fueron bajando por mis brazos, mi pecho, mi estómago y encontraron su camino de vuelta por debajo de mi camiseta.
Yo llevé las mías hacia el mismo recorrido, noté todos y cada uno de sus músculos bajo las yemas de mis dedos. Su piel estaba tersa, caliente...
Nos quitamos las camisetas y nos fundimos en un abrazo. Avancé un poco, él chocó contra el sofá y cayó, arrastrándome con él, sin separar nuestros labios ni por un segundo.
Noté comos sus poderosos brazos me aferraban. Sin separar mi boca de él, fui bajando poco a poco... Su mandíbula... su cuello... sus pezones... Mi lengua no dejaba pasar ni un sólo lugar de su cuerpo.

Oía sus gemidos de placer mientras me recreaba lamiendo su torso. Puso su mano en mi cabeza, empezó a acariciarme el pelo suavemente.
Sabía lo que quería, y no me iba a hacer de rogar.
Así que seguí bajando hasta llegar a su ombligo... le desabroché el pantalón, a punto de estallar por la tensión que ejercía su miembro, en pleno apogeo. Lo acaricié un poco por encima de la tela antes de bajarle los pantalones y dejarle con los boxers puestos, unos boxers negros que dejaban muy poco espacio a la imaginación.
El espectáculo era maravilloso. Acercé mi boca a la tela de los calzoncillos y respiré un poco, dejé que notara mi aliento. Pasé mi lengua con fuerza sobre todo trozo de tela que merecía ser lamido.

Y entonces le bajé los boxers....



¡¡¡¡Y QUÉ POLLÓN NENAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!!!!!

¡¡¡CASI ME SACA UN OJO!!!

¡OS LO JURO!



¡¡PAJILLERAS!!

Seguro que ahora estáis todas con la tienda de campaña. Si es que es para veros, os pongo a todas juntas y ni la zona de acampada del Festival de Benicássim.
Pues os vais a joder nenas.
Si queréis leer algo porno ¡iros a otro blog!

Porque este blog es un blog de asesinatos, venganza, a roaring rampage of no sé qué, que decía la rubia.

Mis tres súper-amigas secuestradas y vosotras pendientes de que os cuente cómo fue el MARAVILLOSO polvo que eché con Héctor durante toooda la noche.

Bueno, no os culpo. Ya os digo yo que durante esa noche tampoco pensé demasiado en mis amigas.

Pero, que sepáis, que esa es la prioridad ahora.

¡RESCATAR A LAS TRES MARÍAS!

¿Quién soy?

  • Soy Hidroboy
  • Desde Barcelona, Barcelona, Spain
  • Diva estresada que casi casi no puede con su vida que vive en Barcelona y de vez en cuando se va de parranda a Huesca a comerse una buena longaniza de Graus. No fumo y no me drogo, pero bebo más que Sue Ellen en sus años mozos. Y además la ch*** que da gusto.
Yo!!

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