7/23/2006

Capítulo 29: Estoy bailando

La Murciana Mala (también conocida como M&M) había resultado ser una E&M (enana mala) que tenía una voz de pito insoportable. La tía estaba forradísima y se había montado un dispositivo que ni los de Gestmusic cuando estrenan un OT. En el hangar encontramos un avión y un misil. Nos subieron al aeroplano y…

- Nena –dijo la Pepi-. ¿Has visto la mirada que te ha echado?
- Sí nena sí, la he visto… ¿tú crees que ésta…
- Pues no sé tía… pero cosas más raras se han visto…
- Sí, como la M&M. Porque mira que es rara la tía enana…

Una de las Perrakas me pegó un culatazo con una metralleta en la cabeza y me dejó medio grogui. Recuerdo que nos fueron empujando hasta llevarnos a una puerta lateral del avión y nos hicieron subir a él. Una vez dentro nos encontramos una especie de Air Force One pero a lo marica. Y sé cómo es el Air Force One por dentro porque soy fiel seguidora de El Ala Oeste de la Casa Blanca ¿Oka?
Total, que nos llevaron por un pasillo, pasamos junto a unas escaleras y nos hicieron entrar en una sala de reuniones, que era muy parecida a la sala de reuniones donde meten a los rehenes en Air Force One, que son los reenes que luego se ponen a gritar como locos a la Glenn Close para que los saque de ahí y la tía se pasa media película berreando y tirándose de su pelo peluca.
A lo que iba. Nos hicieron sentarnos alrededor de una mesa en unos asientos que estaban atornillados al suelo y que daban vueltas. Era un despiporre porque yo, que ya iba medio mareada por el culatazo ahora me mareaba aún más porque aquel asiento no había manera de ponerlo en su sitio.
Por la puerta de la sala de reuniones entraron la Piluca, que venía seguida por la Piercing y por la Brishka, que cerró la puerta y dejó a dos Perrakas vigilando fuera. Las tres locas se quedaron mirándonos un momento hasta que Piluca abrió la boca, pero no pudo terminar porque la Pepi le cortó:
- ¡Bienvenío a nuestra líneas aéreas, señores pasajeroooos!
- ¡El comandante y la tripulasiooon, les desean buen vuelooo! –siguió la Cindy.
- ¡El tiempo estimao a nuestro destino, tres cuartos de horaaaa! –respondió la Pepi.
- Volaremos a diez mil metros de altura ¡y con viento en cola!

Y, sin poder aguantarnos, nos pusimos todas (menos la Asdru, que no se la sabe) a cantar la de las Nadia & Bea:
- ¡Hay dos salidas de emergencia delanteeeee! ¡Dos salidas de emergencia detrás!
- ¡¡¡CALLAOS, COÑO!!! –gritó Piluca, al tiempo que daba un golpetazo en la mesa que yo creo que retumbó todo el fuselaje y todo. Las Supremas de Móstoles nos callamos y nos la quedamos mirando, aguantando la risa. Un ding-dong-ding resonó por la megafonía y se oyó la voz del capitán, que yo creo que era una mezcla entre Paco Clavel y el Perrito Piloto:
- Se ruega a todo el pasaje que se ate bien, que vamos a despegar. Faltan 2 horas zulú para el comienzo del Gran Proyecto. Gracias. ¡Joder tía! Mira que a mí ya me cuesta ponerme a pilotar un cacharro de estos pero es que si encima tengo que hablar haciéndome la hetera… ¡Jajajaja! ¡Con lo maricona que soy… ¿Qué? ¿Qué te pasa en la cara maricón? ¡Ten un copiloto maricón pa’ que te mire con esa cara!
- Es que… te has dejado la megafonía abierta, capitán.
- ¡COÑO NENA!
Y el capitán cortó de repente la comunicación. A nosotros nos entró la risa y Piluca volvió a dar un golpe en la mesa.
- Quiero que estéis bien calladitas mientras despegamos, o tendré que arrancaros la cabeza a todas.

Los motores del avión empezaron a rugir y a zumbar y el avión empezó a moverse. La Piluca y las otras dos se sentaron en unas sillas de estas giratorias y se ataron los cinturones. El avión empezó a coger velocidad mientras avanzaba por la pista. De repente, la Pepi me echó una mirada de terror que me estremeció toda:
- ¡TÍA! –gritó.
- Nena, no tengas miedo. Que los aviones son muy seguros, no nos va a pasar lo que a Lois Lane.
- ¡Que no nena! ¡Que no es eso!
- ¿Entonces qué te pasa?
- ¡¡Que no nos han abrochado los cinturones!!

Y dicho esto el avión empezó a tomar altura, tanta que casi se pone en vertical, y nuestras sillas dieron un giro mega bestia y nos mandaron a la Pepi, la Cindy, la Asdru y a mí a tomar por culo y a estamparnos contra la pared del fondo.
En cuanto el avión se puso en posición horizontal las cuatro, entre gemidos y risas de la Piercing y la Brishka (la Piluca no se reía, nos miraba con una cara que daba miedo) nos levantamos como pudimos (porque estábamos ¡atadas a nosotras mismas!) y nos volvimos a sentar. Al poco rato, Piluca se levantó.
- ¿Estáis bien? –preguntó.
- Secuestradas, pero bien, sí –respondí yo.
- Me alegro –respondió ella.
- Pues yo no –respondí yo.
- Pues yo sí –respondió ella.
- Pues yo no –respondí yo.
- Pues yo sí –respondió ella.
- ¡Bueno basta ya! –gritó la Brishka.
- Pues yo no –respondí yo.
- Pues yo sí –respondió ella.
- Nena, tranquila –le dijo la Pepi a la Brishka-. Cuando se ponen en este plan no hay que hacerles caso.
- Pues yo no –respondí yo.
- Pues yo sí –respondió ella.
- Tía, ya echaba de menos estas peleas absurdas entre la Hidro y la Piluca. ¿Te acuerdas cuando la liaron en la cola del cine? –dijo la Cindy.
- Sí nena, como para olvidarme. Que yo quiero ver Titanic. Pues yo no. Pues yo sí. Pues yo no. Pues yo sí.
- ¿Y al final qué peli visteis? –preguntó la Piercing.
- Ninguna, porque nos echaron del cine por liarla en la cola. –respondió la Asdru.
- Mira nena –me dijo la Piluca-. Ahora soy un nuevo yo y paso de tu rollo.
- ¡Será puta! –le dije. Y lo era.
- Os voy a contar por qué estáis aquí. El Gran Jefe prefería mataros sin contaros sus planes pero yo pensé que es más cruel que muráis sabiendo lo que no vais a poder detener.
- Qué japuta –dijo la Pepi.
- Gracias. Veréis…

La Piluca caminó hacia la pared del fondo y apretó un botón que hizo que un mapa de la zona del Mediterráneo bajara. En él había unas líneas y unas cosas muy raras que yo no entendí.

- Supongo que os habréis dado cuenta de que este avión lleva un misil Tomahawk Aire-Tierra modelo G-235, con un escudo térmico y unos relés hiperactivos.
- Hemos visto que había un misil –le dije-. Con eso nos basta a nosotras y a las que leen esto.
- Vale, vale. Si prefieres ser una inculta, pues que así sea.
- No nena, pero es que seguro que te has inventado todo eso del Tony Hawk para hacerte la interesante, que te conozco.

Piluca se calló y miró hacia un lado. Sí, se lo había inventado.

- El caso es –continuó-. Que dentro de 2 horas estaremos sobrevolando Barcelona. El misil que habéis visto es un proyectil diseñado por la Universidad de Ontario en colaboración con la de Massachussets, dentro de un proyecto secreto financiado por el Gran Jefe con ayuda del Gobierno de los E.E.U.U.
- Eso no te lo has inventado –dije yo.
- No, eso es cierto. George Bush os odia tanto como nosotros.
- Fucking republicans –said the Cindy.
- El obús…
- ¿Está aquí George Bush? –preguntó la Pepi.
- No nena, obús, sinónimo de misil. –le expliqué.
- Ah nena, ya me había asustado yo.
- El obús está diseñado –continuó Piluca-. Para estallar a una altura determinada y esparcir en muchos kilómetros a la redonda el contenido de unos cilindros diseñados específicamente para esta ocasión. Y dentro del misil hay la cantidad suficiente de Mega-Gas como para mantener a toda la ciudad de Barcelona bajo nuestro control mental durante un año.
- ¿Y qué vas a hacer controlando a Joan Clos durante un año? –pregunté.
- No cateta, el Mega-Gas lleva un código genético que hará que sólo afecte a los homosexuales.
- ¿Y qué vas a hacer controlando a Joan Clos durante un año? –volví a preguntar.

Hubo un silencio incómodo.

- ¿Qué pasa? ¿No le visteis bailando la del Carlinhos Brown subido a un autobús por Paseo de Gracia? ¡Por favor!
- Puesto que el Mega-Gas sólo afectará a los homosexuales y no al resto de la población, podremos mantener control sobre ellos durante unos 15-20 años. Tiempo suficiente para llevar a cabo el Gran Proyecto.
- Espera un momento –dijo la Asdru-. ¿Dices que el Mega-Gas es capaz de diferenciar a los gays de los heteros?
- Sí –le respondió la Piercing-. Hemos conseguido separar el gen que provoca la homosexualidad y hemos programado la estructura celular del Mega-Gas para que detecte ese gen.
- ¡Entonces es genético! –gritó la Asdru.
- Sí nena, eres marica por culpa de tu padre. Ahora deja que sigan con el plan que no tenemos todo el día –le dije a la Asdru, que si ya me odiaba antes por haberme acostado con Héctor, ahora ya ni te cuento.
- ¿Y que es eso del Gran Proyecto? –preguntó la Cindy.
- El Gran Proyecto… buena pregunta… Veréis… Creo que es hora de que conozcáis el verdadero motivo por el que está ocurriendo todo esto –dijo Piluca.
- ¿No era porque la Jefa esa tuya es fea y no se ha acostado nunca con nadie y está harta de que las maricas fashions como nosotras le hagamos vacío social y ahora va a vengarse convirtiendo a todas las maricas en acólitas suyas? –preguntó la Pepi.
- Ehhhh… Sí. ¿Tú como lo sabes? –preguntó Piluca.
- Nada, el personaje este que desapareció porque éramos demasiados nos lo contó.
- Ah… bueno… Pues entonces nada, si ya sabéis de qué va todo esto casi me callo y nos ponemos una peli mientras esperamos a que explote la bomba –dijo Piluca.

Y dicho esto, apretó otra vez el botón y se sentó en su silla. Unas persianas pequeñitas bajaron y taparon las ventanas, ante nosotros apareció una pantalla que cubrió toda la pared y de repente empezó una película. Brokeback Mountain.
- Qué apropiado –dije.
- Calla maricón –dijo la Cindy-. Que yo no la he visto.

A mitad de la película, cuando el Jack ya ha enculado al otro en varias ocasiones, me acerqué al asiento de Piluca que estaba sentada justo delante de mí.
- Ahora que veo esto… -le susurré-. ¿Esta película también se la has mandado a tu madre? Como ahora es tan aficionada al porno gay…
- Eres una hija de puta –respondió, susurrando también, que somos maricas malas pero en el cine CALLADAS-. Sólo por haber mandado esa cinta a mi madre te mereces todo lo que te está pasando.
- No me seas puta nena. Tú hiciste cosas peores. Las dos nos comportamos como unas zorras. Pero ¿y qué? Nos hinchamos. Era un juego maricón, y a ti se te ha ido la olla y has llegado demasiado lejos.
- Chorradas. Tú habrías hecho lo mismo.
- No nena, yo no me habría dejado comer el tarro (ni nada) por unas lesbianas alemanas para ingresar en la secta gay más patética que han inventado después de la cienciología.
- Esto no es una secta…
- ¿Ah no? ¿No es una secta? ¿Y qué es? ¿Una ramificación del COGAM?
- No nena, es un proyecto. Un proyecto grande.
- Déjate de gilipolleces. Te han borrado las cuatro cosas que tenías en la cabeza y te han reprogramado para convertirte en un peón.
- No soy un peón.
- Sí lo eres. Eres la vergüenza de todos los gays del mundo. Te has convertido en un borrego nena. La Ultra Nate (nota para mariconas incultas: es la que canta la de You’re free todo what you want to do) debe estar retorciéndose en su tumba.
- Yo soy libre nena, puedo hacer lo que quiera.
- Pues tu madre no opina lo mismo.
- ¿Qué has dicho?
- Mira, mira.

Metí mi mano en el bolsillo y saqué un trozo de papel. Era la carta que Guillermina me dio el día que fuimos a verla a Vic. No preguntes cómo tengo ese papel ahí ni cómo he podido sacarlo si estoy atada a mí misma: esta es mi vida y la cuento como quiero.

- ¿¿De dónde has sacado esto??
- SHHHHHHHH –silbó la Pepi-. Joder tías, callaros un rato.
- Calla maricona –respondió Piluca y me volvió a susurrar-. ¿De dónde has sacado esto?
- Me lo dio Guillermina el día que fuimos a verla a Vic. Está en el blog nena ¿no lo has leído?
- No, no lo he leído. No leo tu blog!
- ¡Pero si lo lee todo el mundo! ¡Hasta Iván Labanda! ¡Y las Shimai!
- ¿Las Shimai?
- Claro tía. Me leen porque soy su fan. Pobres… cuando esta bomba estalle… dejarán de ser ellas mismas. ¡Nos quedaremos sin singles bailables para el año que viene.
- ¡¡AH NO!! ¡¡¡ESO SÍ QUE NO!!!

Piluca, hecha una furia, se levantó corriendo, apretó el botón ese que aprieta y cada vez hace una cosa diferente, paró la película y se quedó mirando a la pared, como si la hubieran castigado.

- ¡Pero qué haces tía! ¡Que quiero saber cómo acaba! –gritó la Brishka.
- ¡Emigran a Madrid y las casa Pedro Zerolo! –respondí yo.
- Piluca… ¿estás bien? –preguntó la Piercing.

Piluca se dio la vuelta. En su mano llevaba una pistola con silenciador, que emitó dos “pium pium” (pero en silencio, claro) que resultó eran dos disparos que acabaron en los cuerpos de la Brishka y de la Piercing.
Nosotras cuatro, las buenas, nos quedamos boquiabiertas de la impresión mientras los cuerpos de las últimas Jackson’s Bad Five que quedaban se escurrían por el asiento y caían al suelo.

- Tía, gracias por cargártelas tan rápido. Si tengo que escribirles un capítulo a cada una para explicar cómo nos las cargamos al Javi Patera le da un yuyu –le dije a Piluca.
- Pero… pero… ¿pero qué invento es estooo? –gritó la Pepi.
- De invento nada maricón –le dijo Piluca. Pude ver en sus ojos el brillo de antes, el de Piluca la adorable hija de la gran puta que siempre había sido-. Que no voy a consentir que la Boba Atómica se cargue a las Shimai. ¡Que estoy bailando!
- ¿La boba atómica? –preguntó la Asdru.
- Sí, así llamamos al Gran Jefe desde el día que nos explicó la gilipollez de plan este de la bomba y el gas. ¡Y levantaos de una vez, coño! ¡Que hay que repartir hondonadas de hostias!

Y dicho esto, Piluca se lanzó como una posesa contra la puerta de la sala de reuniones.

7/10/2006

Capítulo 28: Un avión y un misil

Subidas en un brazo mecánico que nos elevaba hacia el techo de aquella bóveda gigantesca bajo los inframundos del propio inframundo que ya es de por si Murcia, estábamos las 4 Fantásticas que aún no nos podíamos creer los derroteros jackie-chanescos que había cogido nuestra vida. ¡Qué fuerte, tía!

- Anda que no, nena –dijo la Pepi-. ¡Quién te iba a decir a ti que ibas a tener presupuesto para montar este tinglado!
- ¡Ya ves! –contestó la Cindy-. Y todo este follón de patadas que acabamos de soltar… me sudan hasta las pestañas.
- ¡Qué asco tía! –dijo la Pepi.
- Vale nenas –les corté-. Concentraos que ahora viene la parte más dura del relato.
- ¿Más dura que una pelea contra cientos de católicos alcohólicos rabiosos por no haber podido llevar a sus familias al encuentro con Benedicto XVI en Valencia y vestidos como modelos del catálogo del Venca? –dijo la Asdru.
- ¡MÁS AÚN! Y no me hagas referencias temporales ¡que se supone que eso aún no ha pasado!
- Vale, vale…

En ese momento oímos un rugido como los de Jurassic Park y miramos hacia arriba. La cúpula empezaba a abrirse, dejando entrar la luz del sol que nos cegó como a las vampiras lesbos. Yo puse mi mano así delante de los ojos, para hacerme la fantástica básicamente porque seguía sin ver ni torta.
Cuando nuestra vista se acostumbró a la claridad estábamos cruzando el enorme umbral que se había abierto ante nosotras. El brazo mecánico emergió en el centro de un hangar tamaño Rosie O’Donnell (¡ya os dije que venía algo muy grande!) y se detuvo a unos 3 metros del suelo, dejando la punta del misil apuntando hacia una puerta enorme.
Nosotras, ocultas bajo un saliente metálico que había justo debajo del obús, disponíamos de una vista privilegiada y pudimos ver sin problema todo lo que ocurría bajo nosotras.
A un lado del hangar había unas mesas con muchos monitores y unas maricas muy monas que seguro que habían estudiado mecanografía porque escribían muy rápido y tocaban muchos botones y ponían esa cara que pone la secretaria del dentista cuando la pillas viendo Aquí hay tomate y se pone a hacerse la interesante.
Junto a ellas había unos paneles de cristal con muchos números y muchas líneas y flechas y esas cosas que salen en las películas y que los militares siempre dicen: “¡Atacaremos aquí!”.
Y en el lado opuesto al que estábamos descubrimos el aparato más GRANDE que habíamos visto jamás. Con todo el culo abierto y apuntando a nosotras había un avión del tamaño de Kansas, uno de esos armatostes del ejército que se usan para llevar ayuda humanitaria a Burkina Faso (y que nunca llega, porque si ese avión lleno de comida llegara a su destino en Burkina Faso habrían montado ya toda una cadena de Alcampos y Carrefours que ¡ríete tú de Sotogrande!
El avión en cuestión estaba todo pintado de negro y de él no paraban de entrar y salir maricas como las mecanógrafas de antes. No eran Perrakas, éstas vestían igual de bien pero se las veía inteligentes, como si supieran lo que estaban haciendo.
- Mira tía, cuánto tío bueno subiendo y bajando del avión –dijo la Pepi.
- Nena, no te engañes. Son Perrakas. Más listas y más guapas, pero Perrakas al fin y al cabo –le respondí.
- ¡Cuidado! –gritó la Cindy.
- ¡La bolsa! –dije yo, como buen fan de Chico y Chica que soy.

El grito de la Cindy vino a cuento de que la puerta del hangar se empezó a abrir. Pero a la velocidad que se abría no hacía falta que nos hubiera avisado. De hecho si no nos hubiera dicho nada nos habría dado tiempo a bajar por el brazo mecánico hasta el fondo de la cúpula, rematar a las Perrakas que se habían quedado por ahí y volver a subir antes de que la puerta tuviera espacio suficiente para dejar pasar a Judit Mascó.
Unos quince o veinte minutos más tarde, cuando por la puerta ya podía pasar una persona humana, vimos como tras ella se plantaba un coche.

Media hora después la puerta estaba lo suficientemente abierta como para ver que era un jeep.
Negro.

UNA HORA más tarde el Jeep ya pudo entrar y las maricas mecanógrafas fueron a ponerse Reflex porque llevaban tanto tiempo haciéndose las interesantes que los dedos ya les crujían como si fueran Las Chicas de Oro.

El jeep negro entró en el hangar, seguido por otros cuatro jeeps negros.

- Joder tía –dijo la Cindy-. No sé quién coño es la Murciana Mala esa, pero tiene más presupuesto que una película de Spielberg.

La caravana de Jeeps se detuvo en la parte trasera del avión. En cada coche había unas cuantas Súper-Perrakas que se bajaron todas a la vez y se pusieron a los lados para escoltar a los demás ocupantes, que empezaron a bajar en orden para que me diera tiempo a describirlos a todos y no se me quedaran los dedos como a las mecanógrafas escribiendo en el blog.
Del primer coche se bajó ella. Cómo no, allí estaba Piluca. No podía faltar. En el segundo coche, siguiendo a la tía puta, iban los dos Jackson’s Bad Five que aún no nos habíamos cargado: la Piercing y la Brishka. La Brishka, por cierto, llevaba un modelito HORROROSO que nos hizo suponer que la ropa mega-fashion de su tienda se la diseñaba Rita la Cantaora.
Del tercer coche bajaron dos rubias muy altas y muy machorras.
- ¡LAS LESBIANAS ALEMANAS! –gritó la Pepi. Yo le pegué un sopapo porque lo dijo en voz muy alta. Tanto que por el rabillo del ojo pude ver cómo Piluca alzaba la vista así como quien no quiere la cosa y nos detectaba.
Yo sabía que Piluca nos había visto y ella sabía que yo sabía que ella sabía dónde estábamos. Pero ¿y qué? ¡Me hincho!
Del tercer coche se bajaron una burrada de Súper-Perrakas, ninguna de ellas reseñable.
Y del último coche se bajó una enana. Una enana mala. Una enana Murciana mala. En cuanto la vi, supe que era ella. También es cierto que no podía ser otra persona, pero no olvides que mis poderes de meditación son legendarios (¡que me lo dijo un horóscopo!). La M&M (Murciana Mala) era muy pequeña y MUY fea. ¡Con razón le había cogido ese odio irracional a los gayers del mundo! Seguro que no había follado en su vida y tenía un trauma.
La M&M se empezó a pasear por delante de las Perrakas, las Frankfurt, las Jackson’s y se detuvo ante Piluca. Cruzaron unas palabras y se quedaron sonriendo un momento mirando al avión.
De repente se giraron y, mirándonos fijamente, Piluca dijo:
- Anda locas, bajaros de ahí que aún os vais a abrir la cabeza.
Nosotras nos hicimos las sorprendidas (al menos yo, porque a las otras las sorprendió de verdad) y empezamos a bajar del brazo mecánico por nuestra propia voluntad. Y porque teníamos a unas perrakas apuntándonos con fusiles en la parte de abajo, por eso también, pero no tanto.
Una vez llegamos abajo las Perrakas nos condujeron hacia donde estaban Piluca y la M&M y se quedaron quietas a nuestro alrededor apuntándonos con los cañones de los fusiles.
- Vaya, vaya, vaya… -empezó a decir la M&M, con una voz de pito que hizo aullar a los perros de 20 kilómetros a la redonda por la frecuencia en la que emitía la tía puta-. El famoso Hidroboy… y su banda.
- Esa soy yo –contesté.
- ¿Creías que podías esconderte en la grúa que transporta el Gran Misil y que no te viéramos? –preguntó Piluca.
- ¿El Gran Misil? –dije yo, indignada-. Mira, no puedo más.

Me giré para clavar mi mirada en la M&M, que me miraba con una sonrisa de oreja a oreja. Como si se lo viera venir: “Dime lo que quieras, marica, que me resbala.”

- No sé qué problema tienes con el mundo, qué problema tienes con los gays o qué problema tienes conmigo en particular pero estoy hasta el coño de toda esta gilipollez que te has montado; de todo este rollo de matar gente, de toda esta secta absurda. ¡Y DE TU FALTA DE IMAGINACIÓN PARA PONER NOMBRES, PUTA!

La M&M ni se inmutó. Siguió con su eterna sonrisa, mirándome fijamente.

- ¡Pero di algo hija de la gran puta! ¡Que te estoy diciendo que estoy hasta el coño de todo esto! Quiero decir ¡éste iba a ser un blog de petardeo! ¡¡Empezó en una puta chocolatería!! ¡Poniendo a parir a la hija de puta –señalé a Piluca- ésta! ¡ESTO NO DEBERÍA ESTAR PASANDO!
- Hidro, tía –la Pepi me puso una mano en el hombro-. Tranquila.
- ¡NO NENA! ¡NADA DE TRANQUILA! ¡No puedo estar tranquila! ¡Nos hemos cargado a tres personas que lo peor que habían hecho era meterse en un cuarto oscuro con chanclas! ¡Y me han usado como experimento genético y las dos alemanas esas son más malas que el veneno! ¡Y encima la Critter ésta tiene la poca vergüenza de tener UN AVIÓN Y UN MISIL!
¡¡¡PARA QUÉ COÑO QUIERE UNA MARICA UN AVIÓN Y UN MISIL!!!

La M&M no dijo absolutamente nada. Se limitó a seguir sonriéndome. Me acordé del Niño Piñata de la segunda temporada de Desperate Housegays y casi le pego una hostia. Pero nadie hizo nada. Mis amigas me miraban alucinadas, las Perrakas seguían apuntándonos con los fusiles y el séquito de la M&M no decía ni mú.
- ¿Ya has terminado? –preguntó Piluca.
- Sí.
- ¿Te sientes mejor?
- Sí.
- Muy bien. –miró a las Perrakas que nos apuntaban con las armas cargadas. En cualquier otra situación esa frase me habría dado un morbazo alucinante pero ahora me hace sentir algo de pánico-. Subidlas al avión. Llevadlas a la sala de reuniones y atadlas bien. No quiero que nadie se mueva.

La M&M se puso a caminar rodeada de unas cuantas Perrakas y se dirigió hacia el avión. La Piercing y la Brishka la siguieron y las Frankfurt se quedaron un rato a esperar a Piluca, que se acercó a mí y me susurró al oído:

- Tía, sube al avión. Haz todo lo que te digan. Y pórtate bien, por favor.

Y se separó de mí.
Un escalofrío de terror recorrió mi espalda cuando vi su mirada. Por un instante pude ver a la Piluca de siempre, la pueblerina de Vic que acababa de llegar a Barcelona y que estaba orgullosa de ser mi amiga.
Pero ¡qué lejos quedaba Vic!

¿Quién soy?

  • Soy Hidroboy
  • Desde Barcelona, Barcelona, Spain
  • Diva estresada que casi casi no puede con su vida que vive en Barcelona y de vez en cuando se va de parranda a Huesca a comerse una buena longaniza de Graus. No fumo y no me drogo, pero bebo más que Sue Ellen en sus años mozos. Y además la ch*** que da gusto.
Yo!!

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