1/29/2006

Capítulo 12: I'm Lovin' It!!

Empieza el juego. En una esquina las Jackson’s Bad Five, cinco maricas malas de lo más variopintas que sólo tienen en común haber estado un año desaparecidas. Y que las manda Piluca, que es muy jeby ya. En la otra esquina, un montón de putas de la Barceloneta.
En medio: la Pepi, la Polly Pocket, la Cindy La AuPaire, la Asdru (anteriormente conocida como La Magneto) y yo. Nombre en clave: Las Súper Nenas.


Después de la reunión en casa de la Polly Pocket teníamos claras varias cosas:
1.- Que a pesar de que la única que había sufrido daños y perjuicios era yo, nos íbamos a vengar todas en grupo porque salía más barato.
2.- Que eso de llamarnos a todas “nena” suponía un problema a la hora de hablar entre nosotras.
3.- Que la Polly necesitaba urgentemente una visita de la pareja esta de mariquitas que salen en el Decora-Dos del People & Arts.

Eran las seis y media de la tarde y la Asdru y yo estábamos en la puerta del McDonald’s de Portal de l’Àngel pelándonos el culo de frío. ¿Qué hacíamos allí? Empezar la venganza. ¡Que ya empieza nena!

Dentro del local, sentadas en una mesa: la Polly y la Pepi. La Polly se estaba zampando un Big Mac que lo veía yo desde la puerta y la Pepi sólo bebía agua. Que se cuida mucho la línea ella.

En la cola del McDonald’s, nuestro objetivo:

LA DIENTES

Sí, ya sé que en el otro capítulo dije que íbamos a ir a por la SCULLY. Ése era el plan, pero la cagué al desvelarlo y decidimos cambiarlo sin deciros nada, porque así la Piluca y las demás no sabían a por quién íbamos. Qué lista soy cuando quiero ¿eh?

Bueno, que allí estábamos las 4 llevando a cabo nuestro plan. En nuestras cabeza sonaba musiquita de tensión, en la de la Asdru no sonaba nada porque bastante tiene con lo suyo como para encima ponerse a tararear mentalmente.
Llevábamos días vigilando a La Dientes y, basándonos en su rutina, habíamos elaborado un plan. Digo “habíamos” porque si la Policía lee esto no quiero comerme yo el muerto (y nunca mejor dicho), pero todas sabemos que aquí la inteligente y la que organiza estas cosas soy yo. Menos esta, esta lo hicimos ENTRE TODAS.
Sabíamos que la Dientes trabajaba en una joyería cercana a Portal de l’Àngel y que cada día, a eso de las seis de la tarde, terminaba de trabajar y se dirigía al McDonald’s a merendar y a hacer un poco de Tom Cruising. También sabíamos que, de una manera u otra, después de merendar siempre tenía postre, cosa que nos hizo odiarla aún más.
Pensamos en abordarla en la joyería, estrellando un Jeep contra el escaparate simulando un atraco y pasarle por encima las 4 ruedas (una detrás de otra), pero nos dimos cuenta de que no teníamos carnet de conducir, no teníamos un Jeep ni presupuesto para comprar uno, no queríamos robarlo y tampoco queríamos destrozarle la paradita a las dos abuelas que la habían contratado.
El Plan B era abordarla en medio de la calle y pasarle el Jeep por encima sin romper la joyería, pero aunque ahora las viejas joyeras no sufrían daños y perjuicios, seguíamos sin tener Jeep, ni dinero, ni carnet ni ganas de robar coches.
Al final nos decidimos por el Plan H (sí, hubo muchos planes antes) que era lo que estábamos haciendo en aquel momento.

Musiquita de tensión… Como en Munich nena.

La Dientes se puso frente al mostrador a pedir. Mientras ella le decía al camarero (muy feo, como todos los que trabajan en el McDonald’s) lo que quería, todas las que le vigilábamos lo dijimos también. Bueno, lo dijimos sin decirlo, como en las películas cuando una va a decir algo y la otra ya se conoce la frase y lo dice con los labios, pues igual. Bueno, que dijimos: “Un menú Big Mac con Coca Cola y Patatas grandes y un Sandi de Caramelo”. Sí nenas, eso se metía cada día la tía puta entre pecho y espalda y no sabemos cómo pero la asquerosa mantenía un cuerpazo de escándalo.
Cuando el camarero le puso todo lo que quería en la bandeja y ella pagó se dio la vuelta y se puso a esquivar gente de la abarrotadísima cola, mientras con la mirada buscaba asiento y chicos con los que follar después de merendar. Casualmente su sitio favorito (uno delante de los lavabos, así los controlaba a todos al entrar y salir) estaba libre (ya se había encargado de ello la Polly, que a todo el que se le acercaba le decía una excusa diferente y con esa voz tan grave que tiene todos le creían). Y casualmente la Polly y la Pepi estaban sentadas justo al lado de la mesa favorita de la Dientes, separadas por un macetero.
La Dientes llegó y se sentó, mirando al wáter (qué romántico). Abrió la cañita y la metió en la Coca Cola. Abrió el Big Mac, un sobrecito de Ketchup y lo echó por la hamburguesa. El otro sobre lo espachurró sobre las patatas. Luego pasó las patatas a la tapa del Big Mac, puso el cartón de las patatas debajo de la bandeja y empezó a comer. Y justo cuando dio el primer bocado, lo escuchó:
- ¡Dientes!
El trozo de hamburguesa se le quedó en la boca. No se movió ni un ápice. Con la mirada buscaba quién había sido el que había dicho aquella palabra: “Dientes”.

Como todos recordaréis, a la Dientes nadie la llama la Dientes salvo Piluca. Todo el mundo la conoce como Haníbal Lecter. Ni siquiera se le habla en femenino, porque muerde. Y es que la Dientes además de tener un cuerpazo de escándalo tiene unas paletas que parece que se haya incrustado dos Orbit de Eucalipto.

Y os estaréis preguntando cómo sabía yo todo lo que hacía la Dientes si estaba en la calle pelándome de frío. Todos los detalles de lo que pasaba mientras yo no miraba me los contó la Pepi horas después, mientras ensayaba la declaración que haría en la sala de interrogatorios de la comisaría. Declaración que aún no ha hecho pero que está convencida de que hará.

Bueno, la Dientes estaba allí con el trozo de Big Mac en la boca y el oído a punto para detectar quién había dicho la palabra prohibida. Obviamente había sido la Pepi.
La Dientes siguió masticando y de repente captó una conversación que venía de la mesa de al lado:
- Pues sí nena, se tiene que operar todos los DIENTES.-decía una marica.
- No me extraña, con la hostia que le pegó la garrula de los penDIENTES.- respondió otra marica.
- Ya ves, lo que yo no entiendo es cómo los depenDIENTES no hicieron nada para separarlas.
- ¿Y qué querías qué hicieran? De todas formas no me extraña, Carolina siempre ha sido una chica muy indepenDIENTE.
- Ya tía, además es muy puta y muy arDIENTE en la cama.

Vale, os lo explico. Resulta que el plan era poner a la Dientes nerviosa sin que ella se diera cuenta para que luego pasara otra cosa que ya veréis. El caso es que a la Pepi se le ocurrió que si mantenía una conversación con otra persona en la que saliera mucho la palabra “dientes” pues la otra se daría por aludida. Para ello se le ocurrió que la Polly y ella podían hablar de una amiga imaginaria (Carolina) que fue a comprarse unas bragas a El Corte Inglés y que se peleó con una chica que llevaba unos pendientes muy chulos delante de todos los dependientes. Y luego, cuando se quedó sin palabras que acabaran en “dientes”, decidió que Carolina era una fiera en la cama.
A mí no me miréis, esta parte del plan fue idea de la Pepi.

Pero el caso es que funcionó, porque la Dientes se levantó hecha una furia, dejando caer el Big Mac sobre las patatas y lanzó su mirada (así tal cual, como si se quitara los ojos y los tirara a lo frisbee) al otro lado del macetero. Pero la Polly y la Pepi ya se habían cambiado de sitio y en aquella mesa de al lado no había nadie.
Justo antes de volver a sentarse escuchó que alguien gritaba:
-¡Mira nena! ¡Es la Dientes!

La Dientes giró bruscamente la cabeza en busca de la persona que había gritado y se encontró con que la mitad del restaurante (por llamarlo de alguna manera) le estaba mirando. Claro, era la única gilipollas que estaba de pie. Se quedó atontada con la boca abierta y a todo el mundo le entró la risa. La Dientes se puso histérica y se volvió a sentar, disimulando. Seguramente aquella tarde no follaría (bueno, ni aquella tarde ni ninguna más) pero el Big Mac se lo terminaba ¡porque ella lo valía!
Y entonces, el grito definitivo:
-¡Dientes, dientes! ¡Que es lo que les jode!
Pegó un bote que ni la Trinity y el restaurante estalló en una carcajada general. La Dientes se puso nerviosa, cogió su cazadora de puta (no de súper puta, eso sólo yo y la Dolly) y se fue hacia la salida. La Polly y la Pepi tuvieron la suerte de que un grupo de niñatos estaba merendando por ahí y mientras la Dientes salía de la sala no paraban de reírse de ella y gritarle “¡Dientes! ¡Dientes!”

Y pensarás: “Pobrecilla” ¡Y una mierda! ¡Que por su culpa toda Barcelona me ha visto el melindro!

Bueno, a lo que iba. La Pepi me hizo la señal a través del ventanal en el justo momento en que Cindy La AuPair se plantaba a mi lado y me hacía un gesto afirmativo con la cabeza. Eso era que su parte del plan estaba hecha y lo que venía ahora estaba esperando detrás nuestro. No me quise girar, para que no me entrara la risa.
Vimos salir a la Dientes del McDonald’s. Al cruzar el umbral de la puerta ella nos vio y se nos quedó mirando, con una cara de odio que pa qué. Y entonces la Cindy, la Asdru y yo nos apartamos, dejándole ver lo que teníamos detrás nuestro.
Cuando la Cindy volvió de trabajar de Londres le entró la manía de que quería hacerse modela (que no modelo) y se apuntó a una agencia que sólo la mandaba a hacer promociones absurdas a Carrefours y Alcampos. Allí se hizo muy amiga de una chica muy mona que se llamaba Eli, y que siempre hacía promociones de…

¡Chicles Orbit! Orbits por todas partes. Todas las amigas de Eli se habían plantado detrás nuestro, con sus camisetas de Orbit y sus paquetes de chicles de muestra. Al verlas a la Dientes le entró el pánico; se le desencajó la cara y se quedó totalmente paralizada. Las Orbit Girls se le lanzaron encima y empezaron a ofrecerle chicles en gragea mientras la Asdru, la Cindy y yo nos dedicábamos a tirarle más de las susodichas encima.
La gente de la calle se empezó a parar para ver el espectáculo y una chica china muy mona se me acercó y me preguntó qué estaba pasando.
-Nada bonita, que ese chico de ahí es nuestro amigo y se casa mañana con su novio de toda la vida. Y le hemos organizado una despedida de soltera que le está haciendo una ilusión divina del coño!!!

La Dientes no daba crédito a lo que veía. Miles de chicles Orbit le atacaban por delante y un grupo de cholos adolescentes le gritaban “¡Dientes! ¡Dientes!” por detrás. A todo esto la china se le acerca y le dice:
-¡Felicidades, Dientes!

Aquí la Dientes explotó. Le pegó un empujón a la Mulan aquella que acabó incrustada en la M gigante de la puerta del restaurante. Se quitó de encima a las Orbit Girls, que ya habían empezado a corear “La dientes, la dientes, la dientes cojonuuuudaaaaa!!!” pegándoles puñetazos y patadas y se vino directa a partirme la cara.

Yo salí corriendo cagada de miedo porque no esperaba una reacción tan violenta, me lancé Portal de l’Àngel p’arriba mientras oía a la Dientes llamarme por detrás con una voz que parecía la Emily Rose en plena menopausia. Crucé la calle esta que hay antes de El Corte Inglés (que no me acuerdo como se llama, pero da igual, lo leeréis en los periódicos) sin fijarme si el semáforo estaba en rojo o no.

Y entonces: ¡¡Pumba!!

Me giré poco a poco, temiendo que la Dientes se hubiera metamorfoseado y aquel ruido fuera el de su Dinobot Mamut aplastando el asfalto.
Pero no.
La que estaba aplastada en el asfalto era ella misma. En su afán por perseguirme, cegada por la ira, se había olvidado de mirar (aunque si lo hubiera hecho tampoco habría visto nada, porque estaba "cegada por la ira", que ya lo he dicho) a los lados y un Mégane de color blanco le había dado un viaje que la había dejado muetta (literal) en medio de la carretera.

Al otro lado de la calle las otras Súper Nenas me miraban, con los ojos desencajados de terror, las Orbit Girls se hinchaban a comer chicles para superar el trauma y los cholos acosadores se liaban un porro a la espera de que llegara la ambulancia.

Me sonó el móvil. Pegué un bote pensando que era la Policía que me avisaban para que no me escapara que me había visto media Barcelona. Y es que es lo que tengo: tanto si hago el ridículo como si asesino a alguien, media Barcelona es testigo de ello. Pero no era la Poli, era la Pepi desde el otro lado de la calle:

- J-O-D-E-R T-Í-A

Eso mismo dije yo.

1/17/2006

Capítulo 11: El Concilio de Gayers

Conocía a mis enemigos. Conocía a mis amigos. ¡Llega el momento de la venganza!

Pero antes, más me valía montarme un plan, porque eso de ir así a lo loco no funciona.
La Magneto y yo dejamos de chillarnos y decidimos que había llegado el momento de reunirnos con las demás, exponer todo lo que sabíamos y pasar a la acción. Decidí mandarles un mensaje a todas citándolas en el centro más céntrico de Plaza Cataluña al día siguiente a las 5 de la tarde.

Yo fui un poco antes, quería comprobar una cosa. Temía que Piluca hubiera pinchado o algo nuestros teléfonos y hubiera mandado espías. Estuve un rato observando a la gente y empecé a sospechar de una vieja que tenía una agilidad pasmosa para esquivar las cagadas de paloma. Me acerqué a ella para ver si llevaba peluca o algo y resultó que no, que era vieja por naturaleza; y o el complot abarcaba más de lo que yo sospechaba o aquella pobre mujer se hinchaba a Danao por las mañanas.
La primera de las nenas en aparecer fue La Magneto, que vino como 10 minutos antes. Yo le vi venir, pero ella no vio que yo la había visto, así que me hice el sueco y estuve un rato dando vueltas notando que ella me perseguía para que me parara y pudiera hablar conmigo; pero a mí me daba miedo estar con ella a solas después de lo que nos habíamos gritado y me hice la guiri. Me sonó el móvil, y al ir a cogerlo vi que, desde la otra punta de la plaza, era la Magneto la que me llamaba y me hacía señas con una mano. Ya no había remedio, tenía que acercarme a ella.
- ¡Nena! -dije yo-. ¡No te había visto!
- Ya, claro. Oye Hidro...
- Mira, ya viene la Cindy.

Cindy la Au Pair venía cargada con bolsas de El Corte Inglés.

- ¡Hola nenaaaaaas! -nos chilló desde la otra punta de la plaza. Vino corriendo cargada con sus bolsas que parecía la burra del portal de Belén y nos dio un par de besos.
- ¿Qué? ¿Arrasando en las rebajas? -le pregunté.
- Pues claro nena. Como he salido antes de trabajar y no me daba tiempo a ir a casa pues me he dicho ¡a hacer tiempo en El Corti!
- ¿Y qué te has comprado? -preguntó La Magneto.
- ¿Y tú qué te has hecho en el pelo nenaaa? -le respondió la Au Pair.
- Nada... sólo es un cambio...
- Vale nena -le corté yo-. Ya nos lo contarás luego, que eso está dentro del temario de la reunión de hoy. Y si hay que contárselo a todas una por una vamos a estar aquí más tiempo que los de Perdidos en la isla.
Al momento vimos acercarse a la Pepi. Ella no traía bolsas ni nada, pero venía con una cara de felicidad que daba asco verla.
- ¿Qué nena? Vas bien follada ¿no? -le dije yo cuando estuvo lo suficientemente cerca como para no tener que chillarlo y que la vieja de-verdad-de-la-buena se escandalizara.
- Aaaaaaaaaay....
- Eso es un sí.
- Aaaaaaaaaaaaaaay...
- ¡Qué puta eres! Bueno ¿quién falta?
- La iNena -dijo la Magneto.
- Gracias -le dije-. Pues la esperamos.
- ¿La iNena? Pero si no está en Barcelona.- dijo la Au Pair.
- ¿Cómooooooooooooooo?-pregunté yo, abriendo mucho la boca para que se notara que la noticia me había cogido por sorpresa.
- Pues que no está, se ha ido a Madrid a no sé qué rollo de no sé qué- explicó la Au Pair.
- Anda nena, menos mal que la inteligencia del país no depende de ti porque entre tú y Bono iríamos listas. Bueno, pues la iNena no está. No falta nadie más ¿no?
- No -dijo la Magneto, que se había autoproclamado secretaria oficial.
- Pues tenemos que hablar. Pero aquí no, que no me fío.-dije.
- ¿De qué no te fías? -preguntó la Pepi.
- De nada y de nadie. No me fío ni de las palomas. Tenemos que ir a algún sitio seguro en el que podamos hablar sin riesgo a ser escuchadas.
- Pues tú me dirás -siguió la Pepi-. La mitad de los locales decentes no nos dejan entrar por culpa de Piluca y la otra mitad ya no nos dejaba entrar antes. ¿A dónde quieres ir a hablar? ¿Y qué se ha hecho ésta -dijo, señalando a La Magneto- en el pelo?
- Luego te lo contamos, primero hay que localizar un punto de reunión.
- ¿Por qué no vamos a casa de alguna de nosotras?- preguntó la Au Pair.
- No, seguro que las tienen vigiladas-dije yo.

La Au Pair y la Pepi me miraron con la ceja levantada.

- Hidro ¿te estás drogando?
- No.
- ¿Has vuelto a ver El Mito de Bourne? Mira que te tengo dicho que por más que la pongas Matt Damon no va a salir a rescatarte.
- No nena, no he visto El Mito de Bourne ni el Caso Bourne ni el Pollón Bourne.
- ¿Y a qué viene ese ataque de paranoia propecia?.- seguía interrogándome la Pepi.
- Nena, compréndela.- le dijo la Au Pair-. Después de enseñarle el rabo a todas las maricas de Barcelona es normal que esté paranoica.
- ¡¿Por qué no vamos a casa de la Polly Pocket?!-dijo la Magneto, cortándome de golpe para que no pudiera soltar la burrada que tenía en la punta de la lengua.
- ¿A casa de la machorra esa? ¡Tú estás loca!- gritó la Pepi.
- ¡No! ¡Espera! ¡Es buena idea!-dije yo, toda contenta-. Piluca no conoce a la Polly Pocket y además la Polly ¡no tiene amigos a los que contarles nuestras cosas!

Les acabé convenciendo de que aquella era la única casa segura de Barcelona a parte de las nuestras. Pero las nuestras sólo eran seguras si no estábamos juntas. Es que a la Pepi le entró un ataque de pánico al pensar que su casa no era segura que nos dejó en ridículo delante de toda la ciudad y, claro, tuvimos que decirle que su casa también era segura para que dejara de gritar y se bajara del árbol.

Quedamos en reunirnos en casa de la Polly Pocket una hora más tarde. Para despistar a nuestros posibles peresguidores (todos dábamos por supuesto que nos perseguían, menos la Pepi que es tan puta que dice que a ella siempre le siguen y está acostumbrada) nos íbamos a separar y a dar vueltas y rodeos hasta llegar al piso en cuestión.
Yo llegué la primera, para hablar con la Polly y explicarle que su casa se había convertido en nuestro cuartel general (de ahora en adelante CG: osea, Casa Gay).
Luego vinieron la Magneto, la Pepi. La Au Pair no llegaba.
- ¿Dónde se habrá metido esta tía?-pregunté yo.
- No sé Hidro nena, pero me está empezando a entrar un mal rollo que te cagas-respondió la Pepi.
- Tranquilas -dijo la Polly- seguro que está bien.- la Pepi se estremeció. Cada vez que oye hablar a la Polly se estremece. A mí antes también me pasaba. Es que la Polly tiene una voz muy grave, y entonces la oyes hablar y es como... no sé... como oír a Cristina Almeyda o algo.

En ese momento sonó el timbre. Fui yo a contestar.
- Correo comerciaaaaaaal .-dijo una voz familiar.
- No gracias, ya estoy corrida.- y colgué.
- ¿Quién era?.- preguntó la Pepi desde el salón.
- Una kiwi repartiendo folletos del Schlecker.
El timbre volvió a sonar.
- ¿Quién?
- Co-rre-o-co-mer-cial.- dijo otra vez la voz familiar, ahora hablando como si fuera tonta.
- Mira nena, que no te voy a abrir que en este edificio no queremos publicidad.
Y colgué.
- ¿Y ahora quién era?.- volvió a preguntar la Pepi.
- La kiwi de antes, que se ha vuelto lerda de golpe.
Volvió a sonar el timbre.
- ¡CORREO COMERCIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAL!
- ¡QUE NO TE VOY A ABR...
- ¡NENA HIDRO, QUE SOY LA CINDY COÑO!
- ¡Joder nena! ¡Haberlo dicho antes!
Abrí y colgué.
- ¿Y ahora quien era?.- VOLVIÓ a preguntar la Pepi.
- La kiwi, que era la Cindy.
- ¿La Cindy es un kiwi?.- oí que le preguntaba a la Magneto. Pobre, a ver cómo explicaba eso.

Abrí la puerta y vi venir a la Cindy por el descansillo.
- ¡Joder nena! ¡Ya te vale!.- me dijo.
- Ya te vale a ti ¡nena! ¿Qué es eso del correo comercial?
- Yo qué sé nena, como estás tan paranoica... No quería decir que era yo por si tienen el telefonillo pinchado o algo y se enteran de que estamos aquí reunidas.
- El telefonillo pinchado... ¡Anda tira p'adentro que a ti te voy a pinchar yo!

Un rato más tarde estábamos todas sentadas alrededor de una mesa que intentaba ser redonda pero no lo conseguía. Ya os dije que esta se compró los muebles en la sección Deshechos del IKEA. Era como estar en el piso de Hugo (King Kong), pero en una dimensión paralela(s). Rollo Silent Hill.
La Magneto, a la que la Cindy decía que teníamos que rebautizarla como "El Asdru" (por el de la Bibi), acababa de dar su informe a todas las demás. La Pepi y la Cindy se miraron sorprendidas. La Polly, que se había convertido en miembro de nuestro clan no se enteraba de nada. Es que la Polly es muy poco social y no sale de fiesta y no se había enterado de mi episodio "La Pongo Tiesa".
- Bueno. Ahora que ya lo sabéis todo sobre todos, es el momento de trazar un plan.- dije yo, haciéndome la jefa de las Thunderbirds.
- ¿Un plan? ¿Pa' qué?.- preguntó la Pepi.
- Para vengarnos, coño.
- ¿Vengar-nos? Será Vengar-te. Que a mí Piluca no me ha hecho nada.- respondió la Pepi.
- ¿Cómo que no? ¡A ti también te drojó!
- ¡Pero yo estoy acostumbrada a estar drojada!
- Eres una puta.
- Sí. Pero bueno, te ayudaré por solidaridad.
- ¿Vosotras dos?.-me acordé de que estaba la Polly por ahí-. Tres. ¿Me ayudaréis?
- ¡Sí!.-dijeron las tres a la vez. Yo las miré con desprecio-. Nena.
- Así me gusta. El Nena que no falte.

Me levanté y me puse a dar vueltas por la habitación.
- Bueno... pues ahora que sé que cuento con vosotras... os voy a contar mi plan. Lo primero que haremos...
- ¡Espera Hidro!.-dijo la Magneto.
- Mira nena, si vas a empezar otra vez con el rollo de la otra vez...-no quise decir nada de las otras dos, que me las conozco.
- No, no es eso.
- ¿Cuál es el rollo de la otra vez?.-preguntó la Cindy.
- No te importa. A ver ¿qué te pasa nena?
- ¿A quién se lo dices?
- A ti, coño.
- ¿A mí?
- No, a ti.
- ¿A mí?
- Sí.
- ¿Y no has pensado que eso de llamarnos a todas nenas va a ser un follón?
- ¿Quién ha dicho eso?
- ¿Y eso?
- ¡Bueno basta!.-grité entre la confusión-. A partir de ahora haremos como los marines. Yo seré Hidro Nena, ¡Sí Nena!. La Pepi, la Cindy, la Polly... y a ti te vamos a cambiar el nombre y te llamaremos la Asdru, porque la Magneto es muy largo y ya no te pega.
- A mí me gustaba que me llamaráis la Magneto.
- Pero eso se acabó. Has cambiado la camiseta cutre por un parche reductor, eso se merece un cambio de nombre.
- Está bien. Haré lo que sea.

Todas la miramos con la ceja levantada.
- Pasivorra...-dijo una nena, aún sin identificar.
- Bueno.-continué yo-. ¿Por qué me has interrumpido antes?
- Hidro, no puedes contar tu plan en el blog.
- ¿Por qué?
- ¡Por qué Piluca lee este blog!
- ¡¡Es cierto!!

Momento de pánico. Piluca, aunque no te lo creas, te estoy mirando fijamente. Sé que estás ahí.

- Pero es que si termino el post aquí me voy a parecer a un guionista de teleserie cutre de esos que terminan siempre con un susto y luego pasan del lector.
- Mira nena, déjate ya de tonterías que me duele el culo de estar aquí sentada esperando a que termines.-dijo la Pepi.
- A ti te duele el culo de otra cosa, nena.-le respondió la Cindy.
- ¡Está bien! Si os ponéis así no diré nada. Tenéis razón. Sería una gilipollez explicar que mi plan se basa en ataques sorpresa a las Jackson's Bad Five... Porque hemos decidido que las llamaríamos así, que tenía más glamour ¿no?
- ¡Sí, nena sí!.- respondieron todas.
- Pues no diré que vamos a atacar una por una y por sorpresa a todas las Jacson's Bad Five... ¡empezando por la Scully!

...

- ¡SO LERDA!.-gritó una nena.

1/10/2006

Capítulo 10: Las Cinco Maricas Malas (The Jackson's Bad Five)

La Magneto, que siempre ha estado enamorada de mí aunque nunca lo reconocerá, se presentó en mi casa después de hacerse un cambio de look a lo Asdrúbal (el de la Bibi) y me contó que se había infiltrado en el grupo de Piluca. Había arriesgado su vida (bueno, su dignidad al menos) para ayudarme, y eso me hizo darme cuenta de que más me valía dejar de lamentarme por lo que había pasado y hacer que fueran otros los que se lamentaran por lo que iba a pasar. ¡Agarraos, nenaaaas!

¿Que si me follé a la Magneto?

¡Pues claro que no! ¡Para follar estoy yo ahora! ¡Tengo cosas más importantes que hacer!

Sí, era cierto que la chica se había puesto muy guapa para la ocasión y que en aquel momento me entraron unas ganas horrorosas de ponerme mirando a Cuenca...
La Magneto me estaba mirando con unos ojitos de cordero degollado que dejaban claro que la muy puta quería marcha.
- Hidro...
- No digas nada nena, no digas nada.
- Hidro yo...
- ¡No digas nadaaaaaaaaaaaaa! Que conozco estas situaciones y no tengo el chichi pa' farolillos.
- Pero Hidro... tú sabes que...
- ¡Que no! ¡No me vengas con historias de yo sé y tú sabes! Mira, te propongo un trato. Cuéntame todo lo que sabes sobre Piluca y sus amigas las putas. Ayúdame en mi venganza... y cuando termine todo esto nos montamos un festival que ni Tita Cervera recién enviudada.

Y así fue como, gracias a La Magento, conocí a...

LAS CINCO MARICAS MALAS (The Jackson's Bad Five)

Un grupo de maricas amargadas y resentidas que habían vendido su alma al diablo (¡como poco!) para acabar convirtiéndose en el más letal y mortífero grupo de gayers que jamás ha pisado la faz de la tierra. Capaces de cualquier cosa. ¡Son lo piiioooorrr!

El grupo lo formaban:

LA PIERCING

La vida de la Piercing había sido como un piercing en el escroto. En el colegio siempre la habían crucificado por ser hipermariquita. Perdía miles de millones de litros de aceite por metro cuadrado. En el instituto siguieron crucificándole. En su primer trabajo la seguían crucificando.
Y entonces, misteriosamente, un día desapareció. Como Piluca. Nadie sabe dónde estuvo, pero al volver llevaba más piercings encima que una jebyata contando su vida en El Diario de Patricia y tenía más mala leche que la Dolly al descubrir dónde estaba su primera temporada de Sexo en Nueva York.

LA BRISHKA

Una garrula de barrio marginal que se la comió a todo el que se le puso por delante en el instituto. Por eso la odió todo el mundo, incluidas sus amigas. Se quedó más sola que la una y acabó trabajando vendiendo ropa en un Bershka. Allí también se la comió a todos los clientes, los probadores eran terreno vedado para las otras vendedoras que, envidiosas de la vida, la acusaron de robar dinero. La echaron y también desapareció. Esto es peor que un capítulo de PERDIDOS, sí.
Un año después volvió.
Nadie sabe cómo lo hizo, pero se montó su propia tienda de ropa. Y vende unos trapos divinos de la muerte que, según dicen, diseña ella misma. Yo también jugaba al Diseña tu Moda con una amiga que tenía al hacer la comunión, pero a la Brishka le fue mejor.
El caso es que, con tanto trapito, la muy guarra se ha formado un club de fans. Dicen que no sale de casa sin ellos, que están siempre ahí en la puerta esperándola y que, vaya a donde vaya, las lleva pegadas al culo.
Nombre en clave:
Las Perracas.

LA CUSTEAU

Es biólogo. Como Ana Obregón. Es puta. Como Ana Obregón. Es la típica marica a la que la vida le sonreía. Era feliz en su Universidad. Un día se peleó con otra marica por un rollo raro de un chat sobre una serie de televisión para maricas aburridas. La otra marica consiguió una foto de su pene y la colgó por todo el campus. La vida de la Custeau se hundió en las profundidades del océano.
Para variar, esta también desapareció. Y volvió un año después.
¡Y tenía una beca!

LA DIENTES (a.k.a. HANNIBAL EL CANIBAL)

Es un tío. Es gay. Pero parece una lesbiana de las que dan miedo. Nadie sabe de dónde vino, así que nadie se extrañó cuando desapareció. Sólo se sabe que no soporta que le hablen en femenino. Sólo admite que sea Piluca la que la llame La Dientes, todas las demás la llaman Hannibal el Caníbal. Dicen que una vez se la estaba chupando a un tío que, por accidente, le dijo "sí nena, así se hace". La Dientes (yo la llamo así PORQUE ME SALE DEL COÑO BONITA) pegó un bocao.
Y tiene unos dientes muy grandes.
Imagínate lo que pasó.

LA SCULLY

La más tonta de las cinco. Todas se ríen de ella. De pequeña era como La Magneto, la típica freak enganchada a los cómics y a otras cosas de mal gusto. Un día se apuntó al club de fans de Expediente X. Se llamaba "Círculo de amigos de Expediente X". Pero allí no había amigos. Sólo había un huevo de freaks como ella.
Hubo una quedada. Ella fue y desapareció.
Volvió (un año después) convertida en una especie de Iker Jiménez en gay. Osea, una especie de Iker Jiménez.
Lo sabe todo sobre todos los temas raros. Da miedo cuando se pone a hablar de esas cosas. Pero luego a todo el mundo le entra la risa. Es que tiene una cara de tonta que pa qué.



Ahora que ya tenía todos los datos necesarios, era el momento de empezar a moverse.
La Magneto, agotada después de contarme tantos y tantos datos, me miró fijamente:
- Hidro... yo... yo te...
- QUE NO, NENA. QUE HOY NO FOLLAMOS. ¡¡¡Empieza mi venganza!!!
- ¡Pero es que te quiero, coño!

La miré fijamente. Aquello me llegó al alma. ¡La Magneto estaba enamorada de mí! Bueno, yo ya lo sabía, pero ahora ella ¡¡LO RECONOCÍA!!.

- Qué cosas de decir tienes, nena. Pero ahora no puedo mantener esta conversación. ¡¡Ahora empieza...!!
- ¡¡QUE YO TE QUIERO!!
- ¡NENA COÑO! ¡DÉJAME TERMINAR!
- ¡YO TE...!
- ¡¡¡VENGANZAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!
- ¡QUIERO!
- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

1/04/2006

Capítulo 9: Rescue Me

A La Novia le chafaron el día de su boda, le pegaron una paliza y luego un tiro en la cabeza. A mí me copiaron el móvil, me echaron de los locales gays y me drogaron para que bailara desnudo un playback de Carmen de Mairena. Ella estuvo en coma 5 años, yo estuve comiendo chocolate todo el fin de año.

Después de que Piluca llevara a cabo su venganza sobre mí (aunque no sé de qué coño se vengaba...) yo me quedé unos días (BUENO VALE, sí sé de qué se vengaba, pero esta historia la cuento yo y la mala es ELLA, así que si tienes dudas morales sobre mis motivos te vas al Blog de Piluca, que seguro que como le ha dado por imitarme se ha abierto uno y ha colgado las fotos, los videos y los dossieres secretos de mi suicidio social inducido por las drogas).
¡COÑO YA!

Como iba diciendo, Piluca llevó a cabo su venganza sobre mí y yo estaba hundida en la miseria. Me daba vergüenza ir a trabajar, me daba vergüenza ir a comprar el pan. Me daba vergüenza hasta meterme en los canales guarros del IRC porque allí por mucho nick que te cambies al final siempre saben quien eres y el mensaje "NENAS, LA HIDRO ESTÁ EN LA SALA!!!" no tardaba mucho en aparecer en la pantalla general, mensaje que iba seguido de un montón de risas, de un montón de maricas poniéndose el mp3 de la Mairena y de un nick que, casualmente, sufría un "Ping Timeout" y se caía de Internet. ¡Qué pena!

Total, que allí estaba yo más muerta que todas las cosas, sin poder moverme de casa por miedo a que alguien me viera y siguiera riéndose de mí. Que, aunque no lo parezca, soy muy susceptible.

La Pepi no dejaba de mandarme mensajes diciéndome que no me hundiera, la iNena se puso a comprarme canciones en la iTunes Store para animarme y la Magneto desapareció. Era extraño, porque la Magneto siempre se había preocupado mucho (demasiado) por mí y ahora pasaba olímpicamente de mi sufrimiento. No sabía si alegrarme por no tener que aguantarla en aquellos momentos de tristeza y dolor interior o si me daba rabia no tenerla allí dorándome la píldora.
Héctor (aka. King Kong) me mandó un mensaje que ponía "Kmo stas". Pero no entendí si me estaba preguntando sobre mi estado de ánimo o si lo que intentaba era dejarme claro que le gustaba mi cuerpo serrano. Así que no le contesté.
Recordad que, mientras yo me hacía la Kim Basinger paseándome en pelotas por casa de King Kong enrollada en una sábana de seda me desmayé y les mostré mis encantos a todas las nenas que estaban sentadas allí en el salón de King Kong...

El salón de King Kong... ¿Por qué me habían llevado a casa de Héctor? Y lo más importante ¿por qué me desnudaron para que durmiera?
No lo sabía. Pero estaba tan hecha polvo que me daba igual.

Pasaron más y más días y yo seguía lamentándome de mí misma, centrándome en el trabajo que era lo único que me quedaba. Aunque la voz se empezó a correr y la gente iba por ahí tarareando lo de "Que yo soy esa... que pone la cosa tiesa...". Me fui a comprar ropa con una que pensaba que era mi amiga y al salir del probador me dijo: "Hidro, yo soy elegante por detrás y por delante". Hasta los clientes me miraban raro y aprovechaban mi stress emocional para ponerme reclamaciones ¡y no eran pijos! Pero tenían pinta.

Un día, cuando yo ya estaba sin poder siquiera moverme ni nada porque ya, definitivamente, iba a dejarme morir matando mis neuronas poco a poco viendo el Canal Cosmopolitan en el Digital+ (pensé en ponerme el People & Arts pero no quería morir demasiado rápido) sonó el timbre de la puerta.
Me levanté del sofá y caminé hacia la puerta como el de Cadena Perpetua o el de Cadena de Muerte o el de la Muerte Perpetua, yo qué sé. Todas las pelis de cárceles me parecen iguales. El caso es que yo iba a abrir la puerta esperando que la que llamaba fuera Piluca preparada para sacarse el Kalashnikov del tanga y rematarme a sangre fría entre carcajadas al más puro estilo Tarantino meets Almodóvar.

Pero no.

En la puerta estaba la Magneto.

Lo primero que me chocó era ver que se había rapado y se había dejado crecer la típica barbita metrosexual esta de un par de días que le queda tan bien a la gente de facciones marcadas y pelito rapado. Osea, a ella. Además debía haber tomado rayos uva o algo porque estaba demasiado morena para ser verdad. Y, por si fuera poco, había renovado todo su vestuario porque aquellas ropas maravillosas que llevaba no habían salido del armario de mi Magneto: la única marica capaz de ponerese camisetas de super héroes que sólo conocía el pringao que había impreso el cómic porque ni el autor se acordaba ya de semejante engendro (y si se acordaba, disimulaba que daba gusto).

- Hola Hidro- me dijo. Yo esperé un momento a que dijera algo más, pero no.
- Hola nena, hola. ¿Qué quieres?
- Venía a hacerte una visita.
- Pues ya estoy visitada. ¿Algo más?-iba diciendo yo, mientras empezaba a cerrarle la puerta en las narices. Por cierto, qué nariz más bonita tenía la Magneto... nunca me había fijado.
- Sí, hay algo más. Tengo que hablar contigo.

Yo me metí p'adentro y dejé a la Magneto que entrara y cerrara la puerta ella sola, que supuse que sabría hacerlo, que en algún cómic de Hulk o algo le habrían eseñado. Me fui y me senté en el sofá, haciéndome la fantástica. Que una estaba en estado vegetal para el resto de la sociedad pero seguía teniendo mi glamour.
Al ver que yo la ignoraba vilmente y seguía viendo Sexo en Nueva York, la Magneto se sentó a mi lado en el sofá. Se me quedó mirando un rato, pero no decía nada.

- Si cuando has dicho que venías a visitarme te referías a visita rollo Museo del Prado que sepas que desde que soy famosa en el mundo entero cobro derechos de imagen, puta.- dije yo, harta de aquella situación.
- Perdona, no quería hacerte sentir incómoda.
- A estas alturas ya nada me incomoda. Podría pasearme por Plaza Cataluña con una falda de plumas, pintada de amarillo y con tinta cayéndome por la cabeza y no me sentiría incómoda.
- Sólo te miraba... y pensaba que estás muy estropeada.
- ¿Y qué esperabas nena? ¡Estoy hundida en la miseria!
- No digas eso, Hidro cariño.
- ¿Me has llamado cariño, cariño?-le dije, mirándole con la cara de negra indignada que aprendí viendo a Laura Winslow en Cosas de Casa.
- Eeeeh... sí... pero te lo decía con cariño.
- Coño claro que me lo decías con cariño. Pero oye nena, tú no te vayas a hacer ilusiones ahora que aunque esté hundida en la miseria más absoluta no voy a acostarme contigo por muy George Michaelsexual que te me pongas ¿eh?
- ¡No quiero acostarme contigo!
- ¡No bonita! ¡Yo no quiero acostarme contigo! Que es diferente.
- Bueno, no he venido aquí a hablar de sexo.
- ¿Y a qué has venido? ¿A tocarme la flauta?
- He venido a contarte una cosa.
- ¿Qué cosa?
- Verás...-se levantó y empezó a dar vueltas por la habitación.
- No te pongas seria, que la última que alguien se puso serio para contarme una cosa acabé muerta y despelotada delante de todo el mundo.
- Yo... Yo... Yo...
- ¿Quiero el cuchillo?
- Quiero ayudarte.
- ¿Ayudarme? ¿Cómo? ¿Pagándome un viaje de ida a las Islas Caimán?
- No. Quiero ayudarte. Quiero saber por qué Piluca te ha hecho esto.
- No hace falta, yo sé por qué lo ha hecho la zorra HIJA DE LA GRAN PUTA esa. Lo ha hecho porque me tiene envidia. Porque me odia y no puede con mi vida y porque desde que me conoció el día que sobreviví al ataque de unos latin kings borrachos ha querido tener mi vida. ¿Y sabes qué? Que se la doy.
- No digas eso. Tu vida vale mucho. Tú vales mucho, Hidro.
- Vale, no lo digo. Y sí, valgo mucho. Pero no puedo con Piluca. ¡No puedo!
- No puedo creerme que alguien te haga algo así sólo porque te tenga envidia.
- Pero ¡neeeeena! ¡Somos maricas! ¡Y somos malas! ¡Hacemos cosas peores por cosas más tontas! ¡Y nos encanta!
- Pero yo no puedo verte así. Necesito saber de dónde ha sacado Piluca el poder para vetaros de los locales, de dónde ha sacado el dinero, de dónde ha sacado el grupo de Maricas que la acompañan y de dónde ha sacado un taxi que transporta una droga capaz de controlar el comportamiento de los individuos.

Me la quedé mirando un momento, asustada.

- Nena -le dije-. No te me pongas friki, que he visto mucho a los X-Men y no te pega.
- El caso es... he pensado que... para enterarme bien de todo eso... podría intentar...
- ¿Hacerte una auto-mamada?
- No, infiltrarme en su grupo.
- ¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?
- Sí Hidro, infiltrarme. Y no ha sido tan difícil. Piensa que Piluca no me conoce.
- ¿Cómo que no?
- Pues como que no. Yo os conocí a vosotros después de que ella se fuera. Sólo nos hemos visto una vez, en la chocolatería, y con los cambios que me he hecho ya no se acuerda de mí.
- Si te digo la verdad, no me acuerdo de cuando te conocí. Yo desde que dejé de contar los años por los cursos de la EGB que perdí la cuenta. Pero... ¿Qué es eso de que no se acuerda de ti? Nena, no me digas que ya has hablado con ella!!!
- Pues... sí. He empezado a hacerme amigo suyo.
- Amiga, se dice amiga. Pero ¡no puedes hacerte amiga de Piluca! ¡Te matará!
- ¡Qué me va a matar!
- ¡Siiiiiii! Si descubre que eres amiga mía más que suya te destrozará y te descuajiringará sin contemplaciones ni respeto ni nada por la dignidad humana.
- Hidro, no me va a pasar nada, estaré bien. Me has enseñado mucho en el tiempo que nos conocemos y sabré cuidar de mí mismo.
- No nena no. No puedo dejar que te sacrifiques por mí.

Dicho esto, me levanté. La gilipollez que estaba cometiendo la Magneto gracias a mis enseñanzas me sirvió para darme cuenta de que tenía que ponerme las pilas y espabilarme. Que yo soy la Hidro y tengo dignidad y soy persona. Que he pasado por humillaciones peores que aquella, y que sí, exacto: soy the more of the more.
Y si había alguien que podía acabar con todo aquello era yo.
Yo creé a Piluca.
Yo tenía que destruirla.

- Magneto nena, no arriesgues tu vida por mí.
- No arriesgo mi vida. Deja de montarte películas porque Piluca no va a matar a nadie.
- No estés tan segura. Es una puta. ¡Y las putas matan!
- Hidro, pero yo...
- No nena no, tú nada. Te agradezco tu entrega, de verdad. Es un gesto muy bonito. Pero tarde o temprano se darán cuenta de que no eres una Marica del Montón y te matarán.
- ¡Me he cambiado de look y creen que acabo de llegar a Barcelona! ¡No se dará cuenta!
- ¡Claro que se darán cuenta! Para empezar, se nota un huevo que has tomado rayos uva.
- Les he dicho que he ido a esquiar.
- Y no tienes tantos brazos ni tantos músculos como ellas.
- ¡Pero estoy trabajando en ello! -la Magneto se levantó la camiseta y me dejó ver un parche pegado a un lado de su ombligo.
- ¿Qué es eso?
- Un parche reductor.
- Nena, no me seas lerda. Para tener los abdominales de las musculocas aquellas no necesitas un parche reductor. ¡Necesitas las vendas de Tutankhamón!

A la Magneto le entró la risa. Cosa que me dejó K.O., que es lo que me pasa siempre que me meto con alguien y en vez de tomárselo mal se ríe.

- Ahora en serio -le dije a la Magneto, acercándome a ella como la madre-preocupada-de-un-telefilm-. No tienes que hacer nada por mí. Ya has hecho suficiente. Me has hecho darme cuenta de que soy la Hidro. Y sí. Yo soy esa, QUE PONE LA COSA TIESA.

La Magneto se sonrió y se me quedó mirando, con los ojos llorosos.
Bueno vale, no tenía los ojos llorosos pero se la veía como emocionada. Y... coño... estaba muy guapo el chico con aquella cara...

Uy.
Uyuyuyuyuy.
Empezaba a pensar en la Magneto como en un ser masculino.

Y eso sólo puede significar una cosa...

¿Quién soy?

  • Soy Hidroboy
  • Desde Barcelona, Barcelona, Spain
  • Diva estresada que casi casi no puede con su vida que vive en Barcelona y de vez en cuando se va de parranda a Huesca a comerse una buena longaniza de Graus. No fumo y no me drogo, pero bebo más que Sue Ellen en sus años mozos. Y además la ch*** que da gusto.
Yo!!

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