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Capítulo Dos: ¡Y siempre estoy en un wáter!

Reencontradas después de estar un porrón de tiempo desperdigadas, las cuatro maricas de siempre acabamos en un bar de por ahí peleándonos para ver quién tiene el súper poder más chulo y entre grito y grito descubrimos que la Asdru tiene el poder de sincronizarse por Bluetooth.

- Eres la Marinokia, tía –dijo la Pepi-. ¡¡Llamémosla así!!
- Joder tía, dejad ya de cambiarme el nombre –dijo la Asdru.
- Oye guapa –dije yo-. A mí lo de la Marinokia me hace gracia. Y ya es hora de darle algo de consistencia a esta historia. Tú eres la marica a la que se le cambia el nombre en cada temporada. ¡Y punto!

Dicho esto, me levanté.

No sé por qué, pero me levanté. El caso es que se quedaron todas las maricas del bar mirándome y yo aproveché para demostrarles el portento de hombre que soy y lo maravilloso que era mi bolso Adolfo Domínguez, también conocido como ¡U!

- Bueno nenas –dije yo, cuando me volví a sentar-. Está claro que tenemos que hacer algo con estos súper poderes nuestros.
- Querrás decir “suyos”, porque te recuerdo que tú y yo aún no tenemos poderes.
- Wait a minute! –said the Cindy-. Didn’t you just took us off that airplane minutes just before it exploded, only with your mind?
- ¿Cadicho? – preguntó la Pepi.
- Aquí la Mary Queen comenta –traduje-. Que el súper poder de Piluca era teletransportarnos a todos con su mente, como hizo al final de la primera temporada cuando nos sacó del avión.
- Sí nena, eso creía yo –dijo Piluca-. Pero llevo semanas intentado teletransportar cosas y no lo consigo. Creo que fue un efecto pasajero.
- ¿Significa eso que nuestros poderes pueden ser temporales? –preguntó la Marinokia.
- Es una posibilidad, cariño… es una posibilidad… -dije yo, haciéndome la interesante. Debió funcionar porque se me quedaron todas mirando con una cara de susto que me recordó a cuando entré por primera vez a un cuarto oscuro.
- Pues vaya mierda –dijo la Pepi-. Yo no quiero que se me pase esta elasticidad mía… tenía pensado hacer carrera con ella…
- ¿Dónde bonita? ¿En el circo de Ángel Cristo? –preguntó Piluca.
- Casi te prefería cuando se la chupabas al Gremlin Murciano, puta.
- Cat Fight! –gritó la Cindy.
- ¡Nenas! Basta de peleas –dije yo-. A ver… Piluca, paga la cuenta.
- ¿Por qué yo?
- Porque te has tirado un año y pico sin invitarnos a nada ¡y ya toca! Marinokia, Pepi y Cindy, esperadme en la calle. Voy al baño un segundo.
- ¿A dónde vamos? –preguntó la Marinokia.
- ¿Cómo que a dónde vamos? ¿Tengo que recordaros qué día es hoy?
- 31 de Enero –dijo Piluca.
- ¡Exacto! Vamos a ir a casa a ponernos todas de súper putas para arriba porque esta noche nos vamos a comer las uvas delante de la torre Agbar y luego a putear por el Arena. ¿Entendido?

Haciendo caso a mis indicaciones Piluca se fue a pagar a la barra nuestras Coca-Colas, las otras se fueron a la calle y yo me fui al baño. Al entrar en el de caballeros (que una es diva pero, ante todo, es una gentleman) me crucé con un chico que salía llorando. Por un momento me preocupé por él. Estuve a punto incluso de seguirle y preguntarle qué le ocurría pero de repente recordé que a mí lo que le pase a los demás me la suda y simplemente esperé que esas lágrimas no se las hubiera provocado la vergüenza al descubrir, después de haber hecho popó en el baño, que la cadena no funcionaba.

Sí, he dicho hacer popó. Algunas acciones humanas no hay forma de narrarlas de modo glamouroso así que nos quedamos con lo primero que nos enseñaron cuando aprendimos a hablar: hacer popó.

Al entrar en el baño me encontré a un maromo rubio, de dos metros, meando de cara a la pared. Yo soy muy tímido y soy incapaz de mear de pie junto a nadie, esa posición la reservo para cuando vas a hacer guarradas en un baño público –te acercas a la pared y te la sacas haciendo como que vas a mear pero en realidad ¡no has bebido nada en todo el día!-, así que me metí directa en uno de los dos cubículos que había.
Supuse que, con la suerte que tengo, había entrado en el mismo en el que había estado la marica que hacía Popó, pero no, porque aquella taza estaba limpia y reluciente y VACÍA.
Me dispusé a orinar cuando escuché un extraño ruido. Era algo que hacía siglos que no oía. Un silbido electrónico, que se entrecortaba. ¡No podía creerme que a esas alturas de la vida el bar en el que estaba meando se conectara a Internet vía módem de 56k!
Pero ¡espera! ¿Qué coño hace el módem en el wáter de caballeros & Male Divas? De repente me entró la risa al recordar que Paranoika Propecia lo tiene ¡todo! en los wateres y lo mismo la tía había acampado en el baño de al lado y se estaba conectando al Bakala a ver si encontraba compañía para esa noche…

Fue entonces cuando oí el grito. No era un grito humano, era como cuando gruñe Godzilla. Era obvio que allí dentro no estaba Godzilla, pero el rugido metálico me hizo estremecer de arriba a la mitad. De la mitad abajo no porque me estaba meando y ya se estremecía sola, pero si no también se habría estremecido.
Abrí poco a poco la puerta del baño y me caí para atrás del susto al descubrir que el maromo de dos metros estaba ¡justo detrás!

- Aaaaargggh!!! –grité de espanto, mientras caía sobre la taza del water-. ¡No me robes! ¡No me mates! ¡Viólame si quieres pero JAMÁS tendrás mi bolso de Adolfo U!
- Hidroboy… -empezó a hablar el maromo. Pero ¡no hablaba! Su boca estaba abierta pero él no movía los labios. Era como si tuviera un altavoz en vez de cuerdas vocales-. Tu fin está cerca.

Cuando la voz mecánica terminó el maromo cerró la boca silenciosamente y se dio la vuelta. Empezó a caminar hacia la puerta del baño y se largó. El tío iba más tieso que la Pepi el día que la desvirgó el Fede (uno con un rabo de 20 centímetros de diámetro –dicen-).

Yo me quedé un momento sentada en el baño, sin saber qué coño hacer. ¡Me acababa de amenazar un maromazo de escándalo que tenía un altavoz en la boca! Pero ¿quién coño le mandaba? ¿Y por qué coño hablaba como Doña Rogelia?

Salí corriendo del baño y me planté en medio del bar. Fuera estaban mis amigas, esperándome. Estaban felices y alegres, bromeando sobre, seguramente, una vieja que pasaba por la calle y que no podía cargar con las bolsas de la compra. Esas son mis niñas, unas hijas de puta en potencia que en vez de ayudar a la pobre mujer la hacen sentirse como una inútil. Y, junto a ellas, estaba Piluca: la peor de todas.
¿Iba a volver a meterlas en un embolao como el de la primera temporada? Por ahora no. Además, era fin de año… y nos merecíamos unas vacaciones.

Me reuní con ellas frente al bar.
- Pobreta, podríamos ayudarla –dijo la Marinokia, refiriéndose a la abuela de las bolsas del LiDL.
- Nenas, vámonos –dije yo, sonriente.
- Joder tía ¿a quién se la has comido en el lavabo? Porque mira que has tardado –exclamó la Pepi.
- No se la he comido a nadie, puta. He tenido… un encuentro… pero ya os lo contaré. Ahora vámonos pa’ casa a ponernos mega fashions para esta noche.
- Are we going to take a cab? –asked the Cindy.
- No darling, yo no cojo un taxi con vosotras que la última vez el conductor casi nos tira al río como a la puta de El Coleccionista de Huesos. Yo me voy en metro, que me deja al lado de casa.
- Podríamos ir en autobús –dijo Piluca.
Todas nos giramos hacia ella boquiabiertas.
- Nena, no me puedo creer que hayas propuesto SUBIRNOS A UN AUTOBÚS. –exclamé.
- ¿Qué pasa? Es un transporte público tan válido como otro cualquiera.
- ¡Y una mierda, tía! –gritó la Pepi-. Es lo más cutre que te puedes echara a la cara. ¡Antes muerta que en el 42!
- Di que sí, aquí ninguna se monta en un autobús ¡ni drogada!
- Y yo que os iba a picar con mi bonobús –dijo Piluca, enseñándonos el abono de transportes.
- ¡Guarda eso, insensata! –chillé, mientras se lo arrancaba de las manos-. Si alguien te ve con eso en la mano ¡eres marica muerta! ¿No ves que YA NO ESTÁS EN MURCIA?
- Joder, cómo os ponéis por… coño –dijo Piluca, al meter la mano en su bolsillo.
- Sí nena, nos ponemos así por coños y por autobuses ¡qué asco nos dan!
- No no… Mira… -Piluca sacó la mano del bolsillo y me enseñó un bonobús-. ¡Tengo dos bonobuses!
- Y lo dice así, tan tranquila –dijo la Pepi.
- Vergüenza debería darte… -dije yo.
- ¡Hostias! –exclamó Piluca al meter su otra mano en el otro bolsillo.
- ¡No digas eso! Di “¡Huala!” o “¡Holy Manolis!” pero no digas hostias que queda muy de MURCIA. ¡Y ME PONES NERVIOSA!
- ¡Es que tengo más! –y Piluca sacó las dos manos de sus bolsillos llevando en ellas un montón de bonobuses. De repente los abonos empezaron a brotar de sus bolsillos como las cartas aquellas que le llegaban al Harry Potter que le llenaban el salón y a su tío le daba un yuyu que no veas.
- OH MY GOD!! –gritó la que habla en inglés, que ya sabéis quién es.
- ¡Qué pasa nena! ¡¿De dónde sacas tantos bonobuses?! –grité yo.
- ¡¡Es su súper poder!! –exclamó la Marinokia.
- ¡Pues vaya mierda de poder! ¡Llevas un fax en los bolsillos! –gritó la Pepi.
- ¡No nena! –dije yo-. Piluca tiene el poder de teletransportarse. Pero como estuvo en Murcia su mutación ha perdido el glamour ¡y sólo se transporta yendo en autobús!
- Pero ¿qué tontería estás diciendo? –dijo Piluca.
- ¡Y yo qué sé! A ésta se le alarga el cuerpo, ésta habla en inglés, la otra vibra con mi móvil ¿qué esperabas que te pasara? ¿Qué volaras? ¡No nena! ¡A ti te salen bonobuses hasta del coño!

De repente a todas nos entró la risa.

- Vaya una mierda de súper poderes que tenéis nenas –dije yo-. Vaya una mierda ¡de súper poderes!

Y seguí riéndome con ellas… sin poder quitarme de la cabeza el encuentro con Doña Rogelia.
“Hidroboy… tu fin está cerca”

Qué mal rollo ¡nenas!

que pena que la iNena la haya palmado en la primera temporada... con lo feliz que estaría ella con el nuevo iPhone...

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¿Quién soy?

  • Soy Hidroboy
  • Desde Barcelona, Barcelona, Spain
  • Diva estresada que casi casi no puede con su vida que vive en Barcelona y de vez en cuando se va de parranda a Huesca a comerse una buena longaniza de Graus. No fumo y no me drogo, pero bebo más que Sue Ellen en sus años mozos. Y además la ch*** que da gusto.
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