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Capítulo 20: Fashion Victim

¡Sigo viva! Justo antes de que la Polly Pocket contara toda la verdad y nada más que la verdad a todo el mundo menos a mí y de que se largara a Pernambuco a refugiarse de la ira de Piluca, yo recibí una llamada de mi ex Lucas que me citaba en una dirección totalmente desconocida para mí.

Allí estaba.

La Madonna terminaba de cantar el Sorry cuando me planté delante del número del portal en el que Lucas me había citado.
Miré a mi alrededor. ¡Cómo se notaba que esto era la zona alta! Los árboles estaban verdes que te quiero verdes, los coches no hacían ruido, la gente caminaba por la calle con aire sonriente y los perros paseaban alegremente sin pararse a husmear ni a echar meadas rápidas. No había borrachos, no había drogadictos y, lo más importante, había glamour por un tubo. Todos los edificios de aquella calle eran mega fashions.

¿Qué me estaba pasando?

Me sentía como en una de esas películas de los 70 con filtros de luz a tutiplén y con una banda sonora de esas de violines enlatados que hacen que hasta un tropezón sea glamouroso.

¿Era por ver a Lucas? Posiblemente. No podía creerme que, después de todo lo que le dije, me hubiera vuelto a llamar. Tampoco podía creerme que yo le hubiera contestado y menos aún que hubiéramos quedado ¡y menos aún que fuéramos a follar!

Porque sí, nenas. Si me había pegado aquel viaje hasta aquel rincón del mundo era para echar un polvo con mi ex.

Llevé el dedo al timbre del ático en el que me estaba esperando ÉL. No pude presionarlo. ¡Qué nervios! En ese momento me giré, me apoyé en la puerta y miré hacia el cielo azul.
¡Me sentía como Audrey Hepburn!
Solté un suspiro.

¡Qué bonito es el amor!

Fue entonces, al bajar la mirada, cuando la vi.

Al otro lado de la calle.

Totalmente quieta.

Inmóvil.

Sin decir nada, sin hacer ningún gesto.

Cosa totalmente lógica, por otra parte, porque no había visto a una vedette, a mi madre o a Yola Berrocal. De hecho ni siquiera estaba mirando a una persona.

Lo que había allí delante era la tienda de La Brishka.

Seguramente a estas alturas ya ni os acordaréis de la Brishka: la marica mala que se follaba a todo el mundo en el instituto, que se folló a todo el mundo en su primer trabajo y que desapareció para volver convertida en una especie de diseñadora fashion con un exitazo alucinante y una legión de seguidoras que daban terror, espanto y pavor.

Sentí una tremenda curiosidad por aquel local. "Studio" se llamaba. Y por fuera parecía un local tremendamente cool y maravilloso. Por la puerta entraban y salían centenares ¡qué digo centenares! ¡unidades! de maricas cargadas con bolsas rojas con una S negra gigante en un lado y blanca en el otro. Había que reconocer que la muy puta de La Brishka tenía buen gusto.

Uno de mis pies se separó de la puerta en la que estaba apoyado con la intención de ponerse a caminar hacia el "Studio", pero por suerte (o por desgracia) recobré la conciencia antes de que el otro le siguiera y recordé que en ese momento no estaba de servicio y que mi venganza contra Piluca y sus secuaces podía esperar a que echara el polvo con Lucas.
Así que piqué al timbre.

Nadie contestó. Volví a picar.

Y seguía sin contestar nadie. Entonces me sonó el móvil. Era un número desconocido.

- ¿Diga? -dije yo, con voz de puta chupona, porque pensaba que era Lucas.
- No hables y escucha -soltó de repente una voz masculina-. Tienes que salir de ahí ahora mismo.
- Perdona, creo que te equivocas.
- Hidro, escúchame. Estás en peligro. La llamada de Lucas es una trampa.
- ¿Pero qué me estás contando? ¿Quién eres?
- Eso da igual, sólo has de saber que en mí puedes confiar.
- Eso mismo le dijo Judas a Jesucristo y ya ves cómo acabaron...
- ¡Judas no traicionó a Jesús! Pero eso no viene a cuento. Si no me crees, mira a tu derecha.

Miré a mi derecha.

- ¿Ves la furgoneta negra?

Efectivamente, allí al fondo aparcada había una furgoneta negra.

- Sí. Se parece a la del Equipo A.
- Ahora mira a tu izquierda.

Miré a mi izquierda.

- ¿Ves la otra furgoneta?
- Anda, qué curioso. La misma furgoneta aparcada a ambos lados de la calle.
- No es curioso, es una trampa. Sal ahora mismo de ahí.
- ¡Que no! ¡Yo he venido a follar y no me voy de aquí sin comerme una...
- ¡TE QUIERES CALLAR Y HACERME CASO! ¡SAL DE AHÍ AHORA MISMO!

No sé si fue el grito que me pegó aquél desconocido o la visión que se presentó ante mi en ese momento, pero desde aquel día ahora le hago caso a todo lo que los desconocidos me dicen por teléfono.

Las puertas traseras de las dos furgonetas negras se abrieron y de su interior empezaron a salir montones y montones de chulazos mega-bien vestidos y todos con sus gafas de sol que venían directos a mí.
Del "Studio" también salían chulazos, igual de bien vestidos y también con gafas de sol.

¡¡¡Eran las Perracas!!!

- ¡Holy Manolis! -grité, sin acordarme de que aún estaba hablando por el teléfono, y me puse a picar como una loca al timbre que Lucas me había dicho.
- Deja de picar al timbre, eso no servirá de nada.
- ¡¡¿¿Y qué hago??!! ¡¡Vienen a por mí!!
- Espera, te abro.

La puerta del edificio se abrió de repente y yo me precipité al interior. Como cuando fui a Vic a ver a la madre de Piluca. Nota mental: No apoyarse en las puertas de los edificios.
Mientras caía podía ver cómo las Perracas que salían del "Studio" comenzaban a cruzar la calle acelerando el paso. Como aquél portal era mega divino y tenía un montón de cristales, también pude ver que las que salían de las furgonetas del Equipo G (que debían ser propiedad de Mary Poppers porque ¡no paraban de salir!) también aceleraban.

- ¡Coge el ascensor! ¡Rápido!

Me levanté como pude y empecé a correr por el vestíbulo. ¡Aquello era enorme!

- ¡¿Dónde coño está el ascensor?!
- ¡Al fondo a la derecha!

Me sentía como Neo hablando con Morfeo. Osea: igual de gilipollas. El tío este fuera quien fuera me estaba poniendo de los nervios. ¿Y a dónde coño iba? Daba igual, en la puerta de cristal se amontonaban las Perracas como los Zombies del Resident Evil y yo tenía que encontrar el ascensor. Y no porque me lo dijera quien-fuera-que-estuviera-al-teléfono, sino por que ¡yo no subía andando!

- ¡Ya lo veo!
- Tienes uno esperándote.

Y era cierto. Al final del pasillo había dos ascensores y uno de ellos estaba abierto y esperándome. Entré en él en el momento en que oía la puerta del edificio abrirse y los gritos de una jauría de locas asesinas que se lanzaban a la carrera a ver si me cogían.

- ¡¿A qué piso voy?!
- El último.

Presioné el botón.

- ¿El último? ¡Ahí está Lucas!
- No imbécil, Lucas no está en el edificio.

Las puertas empezaron a cerrarse y yo respiré aliviada por saber que iba a salir de allí y que Lucas no estaba en el edificio. Pero, de repente, ¡¡una mano se metió entre las dos puertas del ascensor!!
¡LAS PERRACAS!

- ¡Ven aquí maricona! ¡Te vamos a matar! -gritaba una.
- ¡Arráncale los ojos! ¡Arráncale los ojos! -gritaba otra.
- ¡Y UNA MIERDA NENAS! ¡A MÍ NO ME DESPEINA NI EL VIENTO! -grité, con dos cojones. Y me lancé como una loca contra la mano que intentaba abrirse paso y le pegué un mordisco que aún me sabe la boca a la maravillosa crema hidratante olor a melocotón que la tía puta asesina aquella se ponía cada mañana. Porque un cutis así sólo se consigue con constancia en los hábitos cosméticos.

La manó mordida salió del habitáculo y las puertas pudieron cerrarse.

- Eso está mejor. Ahora escúchame...-dijo la misteriosa voz.
- No bonita, ahora escúchame tú. No sé quién coño eres pero te estás pasando de lista. Para empezar ¿cómo coño sabes todo lo que está pasando?
- Te veo por las cámaras de seguridad.
- Ay coño ¿hay cámaras?

Miré hacia un rincón del techo. Sí, había cámaras.

- Vale, hay cámaras. Pero eso no explica por qué en este ascensor ¡hay cobertura!
- Porque este edificio está preparado para ello.
- Vaya excusa más patatera. Pero bueno, estamos en la zona alta y yo de esta zona me lo creo todo.
- Hidro, escúchame. Están subiendo por las escaleras muy deprisa. Casi te han alcanzado. Cuando llegues al último piso sal del ascensor y gira a la derecha, corre hacia el final del pasillo y abre la puerta roja. Sube las escaleras y llegarás a otra puerta. Es la de la azotea. Sal. Allí te estaré esperando.
- Joder, en la azotea. ¡Por qué todas las buenas películas acaban en las azoteas!
- Ten mucho cuidado. ¡Y mucha suerte!

Quien-fuera me colgó. Yo me quedé aterrorizada. Y no es porque me persiguieran las Perracas, ni porque fuera a morir (porque sí nenas, de aquella no me salvaba nadie y yo iba a morir). Tampoco tenía miedo por si Quien-fuera era un espía y me mataba al salir por la puerta de la azotea.
¡Tenía que hacer esfuerzo físico!

El ascensor se abrió y yo salí corriendo. Giré a la derecha. ¡Coño qué pasillo más largo! Aquello parecía el hotel de El Resplandor.
A mi espalda se oían los gritos de las Perracas. Alguna iba cantando el "Que miau, que miau, que mamarramamiaaaaaau" del Chulo Latino de Mcnamara. Qué canción más apropiada para las hordas de maricas asesinas.

Corrí por el pasillo como no he corrido nunca y llegué a la puerta roja. La abrí y eché un vistazo atrás: las perracas estaban llegando a las puertas del ascensor y señalaban en dirección a la puerta roja.
Cerré la puerta histérica perdida (la puerta, no yo) y subí los escalones perdiendo el poco glamour que me quedaba.
Llegué a otra puerta. ¡Estaba harta de puertas! La abrí. El sol me deslumbró y casi me caigo de espaldas.
Oí cómo la otra puerta (osea, la puerta de antes) se abría y el terror me hizo darme prisa en cruzar mi puerta y cerrar mi puerta.

Estaba en la azotea. Y después de tanta puerta sólo me faltaba que allí estuviera esperándome el Maestro de las Llaves.

¡Pero no!

Ni yo soy Zool (la Guardiana de la Puerta) ni aquello era Los Cazafantasmas.

Estamos en Kill Pili y el maromo que me estaba esperando en la azotea, con un bate de beisbol en las manos era...


¡¡¡¡KING KONG!!!!

¡¡¡Neeenaaa!!!

Hacía un huevo de capítulos que no salía el King Kong, así que espero que si sale, lo haga por una buena causa, como por ejemplo:

A) Sacarte los dientes, muelas y empastes, al grito de BATEA FUERTE!

B) Hacerte un fist con el bate, y que lo retransmitan en directo por todo el país, gracias a las cámaras de los helicópteros de tráfico o...

C) Te de un morreo de la emoción, le parta los piños a las Perrakas, aparezca una liana, y escapéis a lo Tarzán & Jane, o Spider-Gay (Tú de MJ, of course), entre los edificios de la City, hasta un lujoso ático con piscina, donde pongáis en práctica las IN-GESTIONES aguantando la respiración bajo el agua de la piscina.

¡¡¡QUÉ JEBY, NEEENAAA!!!

vaya, todo el capítulo esperando sexo a raudales y esto sigue sin llegar a buen puerto. Acabará esta historia antes del verano o acabará la temporada con una segunda firmada y con un cliffhanger bestial como el terremoto en Tuscany Valley? No puedo mas!

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  • Soy Hidroboy
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  • Diva estresada que casi casi no puede con su vida que vive en Barcelona y de vez en cuando se va de parranda a Huesca a comerse una buena longaniza de Graus. No fumo y no me drogo, pero bebo más que Sue Ellen en sus años mozos. Y además la ch*** que da gusto.
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