12/30/2005

Capítulo 8: My baby shot me down... ¡Gang Bang!

¡¡Aaaaah!! La Pepi y yo encerradas en un taxi lujoso con clase que no huele y drogadas por una especie de cosa que sale de los agujeros de ventilación. Repite conmigo: Piluca es mala, Piluca es puta. Pero lo peor ¡está por venir!

Estaba todo mu negro.

Abrí los ojos lentamente.
Me dolía la cabeza una barbaridad. Y era de día. Me dolían los ojos. Me picaba la garganta. Y tenía una resaca del tamaño de Mallorca (con Familia Real incluida). ¿Me fui de fiesta anoche?
¿Pero no se supone que me había secuestrado un taxi? No entendía nada. ¿Y dónde coño estaba? Porque aquello no era mi casa. Pero no me habría importado que lo fuera porque todo lo que veía era ¡divino! Estaba en un dormitorio muy amplio y súper bien iluminado. El sol entraba por un ventanal que daba miedo verlo. Las paredes estaban pintadas de blanco nuclear rollo Ace (¡Hace más!) y en ellas no había nada más que un par de estanterías de estas gordas negras del Ikea mega fashions (y baratas) con cuatro fotitos y cositas por encima. Pero desde donde estaba no alcanzaba a distinguir las fotos ni las cositas por encima.
Y joder con el sol, me estaba quedando ciega. Era como en las pelis estas de gente que resucita y se ve todo blanco y todo blanco… ¡era Patrick Swayze en Ghost! De repente me entraron unas ganas horribles de hacer un jarrón. Pero no tenía arcilla ni Demi Moores cerca.
Miré la cama. Las sábanas eran de seda y me hacían cosquillas en los… ¡¡Holly Manolo!! ¡Estaba en pelotas!
Ay madre. ¿Con quién me he acostado? Me daba terror girar la cabeza. Aquella habitación tan cool… ¡podía ser de Piluca! ¿ME HABÍA ACOSTADO CON PILUCA? Giré poco a poco la cabeza, pero al otro lado no había nadie. Estaba sólo en aquella cama cósmica y calentito por el sol de la mañana. Y no se oía a nadie cerca.
Me incorporé y miré hacia todas partes buscando mi ropa, pero no estaba. Así que cogí la sábana, me la enrollé al cuerpo estilo super-guarri de Hollywood y me dirigí a investigar. Fui a la puerta, que estaba entreabierta, y la abrí cagada de miedo por lo que me pudiera encontrar detrás.
Había un pasillo cortito, con un par de puertas más. El suelo era de parquet y me di cuenta de que el de la habitación era negro. Mi sueño hecho realidad, una habitación toda blanca con parquet negro ¡y yo desnuda dentro!
Oí voces que venían de la lejanía. Me entró el espíritu elfo y agudicé el oído a ver qué captaba con mis ultrasentidos, pero entonces me acordé de que no era Peter Parker, dejé de hacer el gilipollas y comencé a caminar. Llegué a un recodo del pasillo. Las voces me resultaban familiares. ¿Qué coño era ese sitio? A lo mejor era un hospital. Estaba en un hospital mega pijo que me había pagado… ¿la Pepi?
Giré en el recodo y me encontré con un salón comedor enooooorme todo con el suelo de parquet y muebles mega fashions que parecían del Ikea pero no lo eran porque eran buenos. En un sofá súper chulo que había en el centro de la habitación vi sentadas a la Pepi, la iNena y la Magneto. Entonces lo entendí todo:
Había muerto, y estaba en el cielo.

- ¿Te encuentras bien? – dijo la voz de Dios.
- ¿Ein? – dije yo, que como aún me pitaban los oídos no entendí bien.
- Menuda resaca llevas encima – repitió Dios. Y digo que era Dios porque yo le oía hablar pero no tenía ni idea de dónde coño venía la voz-. Estoy detrás de ti.

Gracias.
Me giré y vi a Dios. Kong. Estaba recién duchado y vestido como una persona decente. Heterosexual, pero decente. Las del sofá me vieron y se callaron de golpe. Me fijé en ellas, estaban todas como muy tristes. Me recordó al día que la Magneto nos dijo que cancelaban el Equipo G y casi nos echamos a llorar en medio del Schilling.
- Hidro… - dijo la Pepi, con un hilillo de voz.
- ¿Dónde estoy? – pregunté.
- En mi casa – contestó King Kong.
- ¿Hemos follado? – le pregunté.
- No – respondió.
- Bueno, no hacía falta que fueras tan seco, coño. Así no me extraña que no hiciéramos nada.
- Hidro nena – dijo la iNena-. Ven y siéntate.

Yo me acerqué a ellas y me senté en un silloncito muy mono que había delante. Entre nosotras una mesa de cristal así muy retorcida pero muy bonita aguantaba unas tazas de café. Héctor (King Kong) se sentó en el mismo sofá que ellas. Y se me quedaron mirando.
- Ya sé que la seda me queda fenomenal pero ¿puede alguien explicarme qué coño ha pasado?
Nadie contestó.
- Pepi, nena, tú estabas conmigo anoche ¿no?
- Sí… bueno… anoche… anoche…
- Anoche me hinché. Porque me da vueltas la cabeza tía… Pero, joder, no me acuerdo de nada. Sé que nos encontramos a Piluca rodeada de 5 maricas del montón… y creo que nos subimos a un taxi…

Cuando dije la palabra “taxi” un escalofrío pareció recorrer el cuerpo de todos, como en Los Cazafantasmas cuando le daban electroshock al tío feo aquel (que a mí siempre me dio morbo, será porque en esa peli poco material había…)
- Se os ha encogido el culo a todas, así que supongo que sí que nos subimos a un taxi y que nos drogaron y nos quedamos dormidas ¿no?
- No exactamente… - dijo King Kong-. Os drogaron, pero no para que os durmierais.
- ¿Entonces para qué? – pregunté yo-. ¿Para aprovecharse de nosotras? ¡El taxista! ¡Nos ha violado!
- No nena – me dijo la Pepi-. Algo mucho peor. ¡¡¡Te han asesinado!!!
- ¡Lo sabía! ¡Estoy en el cielo! Bueno, mira el lado bueno, aquí seguro que Hector es gay y me puedo acostar con él.
- No estás muerta Hidro – dijo la iNena.
- Pues más me valdría estarlo porque acabo de hacer el ridículo de una manera espantosa. – y miré a Héctor Kong con cara de niña buena. Él estaba pensando en cualquier otra cosa, en Ronaldinho seguramente, que es lo que hacen los heteros siempre.
- Por hacer el ridículo no te preocupes… - dijo la Magneto, soltando una carcajada.
- ¿Qué quieres decir? Mirad nenas, empiezo a estar harta de tanta incógnita ya. Empezáis a caerme peor que un guionista de Perdidos. Contadme todo lo que ha pasado ¡y contádmelo ya!
- Vale, vale… - dijo la Pepi-. Pero prométenos que no te hundirás Hidro. Tú recuerda lo que dijo la Pantoja: Dientes dientes, que es lo que les jode.
- Si queréis se lo cuento yo – dijo King Kong. Las otras tres putas le miraron aliviadas. Kong me miró fijamente y empezó su relato-. Has dormido casi veinte horas.
Los ojos se me abrieron como platos.
- La otra noche, al encontraros con Piluca, os metisteis en un taxi. Os alejasteis y el grupo de Piluca se metió en el Arena. Yo me quedé un momento preocupado pero pensé que llegaríais bien a casa, así que me fui a trabajar. Una hora después os vi entrar a la discoteca. Me extrañó que volvierais, pero no pude saludaros ni nada. Quise avisaros de que Piluca estaba dentro, pero había mucha gente en la puerta. Además los dos entrasteis riendo y gritando y pensé que os daría igual. Si te digo la verdad… me dio la sensación de que ibais muy drogados.
- Pues yo no me drogo nunca, eso se lo dejo a la furcia de la Pepi que ya está ahorrando para el tabique de plata.
- Hidro no me seas puta y escucha a Héctor, coño – dijo la Pepi, a lo Maite Zaldívar, así muy seria ella.
- Vale, vale, escucho.
- Bueno… Pasaron unas dos horas. Me empecé a dar cuenta de que la gente que salía de la discoteca no paraba de hablar de lo mismo. Todos comentaban algo sobre un grupo que la estaban liando en uno de los podiums. Uno de mis compañeros me avisó por si teníamos que intervenir. Entonces le pregunté a uno de los habituales que pasaba por allí y me dijo que había alguien que debía estar muy drogado… haciendo el ridículo mientras un grupito le reía las gracias. Entré en la sala para ver qué estaba pasando y entonces…

Silencio…

- ¡¡¡¿ENTONCES QUÉ?!!! – pregunté yo, calmada y relajada.
- Entonces… te vi.
- ¿Cómo que me viste?
- Que te vio nena, que te vio. – saltó la Pepi-. ¡Toda Barcelona te vio! ¡Todo el mundo te ha visto!
- ¡Nena no me asustes!
- Verás Hidro – dijo Kong. Se me hizo raro que me llamara Hidro, pero entonces me di cuenta de que tampoco me había presentado… y no iba a hacerlo a esas alturas que quedaba muy mal-. Cuando entré en la sala te vi, subido a uno de los podiums, bailando… Bueno, en realidad no estabas bailando… Estabas agitándote… Te habías quitado la camiseta…
- ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!! – grité.
- Llevabas los pantalones medio caídos, enseñando el culo…
- ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAH!!!!! – grité (bis).
- Y… - se giró hacia las 3 marías-. ¿Se lo digo?
- Díselo –dijo la iNena.
- Estabas… haciendo un playback… de…
- ¿DE QUÉ? ¿DE QUEEEEE?
- De Carmen de Mairena.
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAH!!!!!!!!!!
- Pero eso no es todo.
- ¡¡Pues a mí no me quedan gritos ya!!
- Hubo un trozo de la canción… cuando dice lo de la cosa tiesa…
- ¡AAAAAAAAAAAAAAAH!
- Pero si no he dicho el qué…
- ¡¡No hace falta!!
- Sí, sí que hace falta – dijo la Magneto.
- ¡Tú te callas, so lerda!– le grité.
- ¡¡Que te sacaste el melindru delante de todo el Arena nena!! – dijo la Pepi muy rápido para que no me diera tiempo a cortarle.

Y yo… yo… me desmayé. Y las tres Marías y King Kong me lo debieron ver todo porque la sábana se abrió toda de golpe y yo caí despatarrada.

Todo el Arena había sido testigo de mi humillación pública. Todo el mundo había visto como aniquilaba la poca reputación que tenía en la ciudad. La voz había corrido y todas las maricas de Barcelona y parte de Estrasburgo sabían que yo, la Hidro, había cogido un pedo de escándalo y había hecho el ridículo más espantoso que una persona puede hacer. La Pepi tenía razón, estaba muerta. Socialmente, se entiende.
Bueno, en realidad no estaba muerta. Me habían matado. Y todos en aquella sala sabíamos 2 cosas:
1.- Que la asesina, no sabemos cómo pero sí el por qué, había sido Piluca.
2.- ¡¡¡Que tengo un pollón de escándalo!!!

12/28/2005

Capítulo 7: Dos maricas muertas, congeladas vivas en París.

Allí estábamos, la Pepi y yo. Por delante un grupo de maricas asesinas con muy mala hostia lideradas por Piluca. Por detrás, un chulazo heterosexual más asustado que nosotras. La vida nunca nos había sonreído tanto!!

Vale, no estábamos en París. Pero estábamos a punto de estar muertas. O al menos esa es la sensación que teníamos en aquel momento (y sí, sé lo que sentía la Pepi porque yo lo sé todo).
Las maricas asesinas se nos acercaban poco a poco mientras la Pepi y yo retrocedíamos como en las pelis de miedo. Las maricas inocentes que paseaban por ella se iban parando poco a poco para ver el espectáculo. No sé si se paraban a ver la carnicería que allí se iba a montar o si se quedaban anonadadas mirando a los chulazos que nos iban a matar pero aquello empezaba a parecerse a un videoclip de Michael Jackson ¡y a mí no me apetecía ponerme a cantar! Mientras íbamos para atrás nos chocamos con King Kong, que ya nos habíamos olvidado de él. Me sentí más Ann Darrow que nunca: entre King Kong y el tiranosaurio, esperando a ver quién se la comía antes. De repente King Kong nos apartó y se plantó delante de las Killer Marys:
- Eh chicos, dejaos de tonterías – les dijo-. No sé lo que pasa entre vosotros pero esta no es manera de arreglar las cosas. ¿Verdad ni…
Verdad, verdad, pero yo ya no estaba allí para responder. Para cuando Kong se dio la vuelta buscando nuestra aprobación, la Pepi y yo ya estábamos metidas en un taxi dirección a ninguna parte.
- Nena, no he pasado más miedo en mi vida. Bueno sí, me acuerdo de una vez que me metí en un cuarto oscuro y toqué algo que... – me dijo la Pepi.
Dejé a la Pepi divagando mientras yo le daba vueltas y vueltas a las cosas. ¿Quién se había pensado Piluca que era? Primero me copia, luego me echa de los bares y de los wáteres y luego intenta matarme ¡delante de testigos!
- ...como la Ripley nena. Es que aquello estaba tan pegajoso y era tan grande...
- Tenemos que volver.
- ¡Y una mierda nena! ¿Te has vuelto loca?
- Nena – le dije a la Pepi, toda seria-. Piensa en lo que está pasando. Piluca vuelve después de no sé cuanto tiempo, le roba el Nano a la iNena, se compra mi mega-movil, nos echa de los bares, te deja sin sitio para chupar pollas y pretende matarnos delante de media Barcelona. ¿De dónde ha sacado Piluca tanto poder? ¿Eh? ¿Qué está pasando? ¿Cómo ha aprendido a usar mi móvil? ¡Si yo no sé ni hacer fotos! ¡Que es muy bonito pero no vale una mierda! ¿Es que no sientes la necesidad de saber qué coño está pasando?
- ¡No! Siento la necesidad de hacer las maletas y largarme a Alicante, que seguro que allí estas cosas no pasan.
- No sé nena, a mí todo esto me huele a chamusquina.
- No Hidro, no es chamusquina lo que hueles…
Y era cierto, aquel taxi empezaba a oler raro ¡y no es una metáfora! Y mira que me extrañaba, porque nos habíamos subido en un Mercedes como el de Pol pero más grande, y además el taxista era un chico relativamente joven que seguro que se había duchado hacía poco…
- Nena ¿te has duchado hoy?
- Pues claro nena, yo me ducho todos los días. Y dos veces los días que voy de caza. Es el taxi que huele raro.
- ¡Pero cómo va a oler raro un Mercedes! ¡Que este taxi tiene clase nena! ¡La clase no huele!
- ¡Pues será el taxista! Oiga – le preguntó la Pepi al taxista-. ¿Nota usted ese olor tan extraño…
La Pepi no terminó la frase. El taxista ni se giró para escucharla, el hombre no paraba de conducir… Allí había algo raro: el GPS Tonton no estaba encendido ¡y el taxímetro no estaba contando!
- Perdone – seguía la Pepi insistiendo-. ¡Perdoneeee! ¡Que no ha encendido el taxímetro!
- ¡Pero so tonta! ¡Cállate! ¡Que así luego cuando lleguemos no nos cobra! – entonces me di cuenta de algo-. Aunque… ¿a dónde coño vamos?
- No sé nena ¿tú no le has dicho que nos llevara a tu casa?
- No nena, yo me he subido al taxi y el taxi ha arrancado, y como tú ya estabas dentro pensaba que le habías dicho que fuera tirando ya para Alicante.
- ¡Pero bueno! ¿Y a dónde coño vamos? ¿Y por qué me duele tanto la cabeza?
- Ay nena… ¡Ay nena! ¡¡¡QUE NOS ESTÁN DROGANDO!!!
- ¡Pero si yo no me he metido nada!

Y la Pepi se desmayó. Mis ojos empezaban a cerrarse poco a poco, pero antes de dejarme muetta pude ver que el taxista me había hecho caso y que estábamos volviendo… Y entonces me dormí.
¡Nos dejaron groguis perdidas!

12/22/2005

Capítulo 6: Confessions on the front door of the dancefloor

¡Lo que faltaba! Allí estaba yo plantada en la puerta de un bar de mala muerte, llorando de la risa, mientras la Pepi me contaba los malvados planes de Piluca. Según ella ¡¡Piluca nos ha vetado de los bares de ambiente de Barcelona!! ¡¡Los ha comprado todos!!

- Bueno vale, a lo mejor he exagerado un poco – dijo la Pepi, al ver que a mí se me saltaban las lágrimas de la risa.
- ¡Pero cómo coño va a comprar la petarda esa TODOS los bares de Barcelona! ¡Si no sabía salir de la cárcel en el Monopoly nena! ¡Ahora es una Koplowitz!
- Mira Hidro, yo sólo te digo lo que me han dicho. Así que no te rías de mí ¡que esto es muy serio!
Cuando conseguí aguantarme la risa cogí a la Pepi del brazo y nos pusimos a caminar como dos putas caminan alrededor del Camp Nou. Intentamos entrar en varios locales, pero en todos nos dijeron que no podíamos con unas caras de mala leche que pa qué. Finalmente acabamos en la puerta del Arena, a ver qué coño estaba pasando ahí. En la puerta no estaba el segurata amigo de la Pepi, así que preguntamos por él y otro segurata, de esos feos y con cara de “Qué hago yo vigilando una discoteca de gays si lo que me gustaría es quemarla!!”, nos dijo que aún no había entrado a trabajar.
Como el tío feo no nos dejaba entrar al Arena, nos fuimos a dar una vuelta por las calles abarrotadas de gente. Nos pusimos a cantar la canción aquella de la Pantoja y la Del Monte (la de “Un pino, dos pinos, tres pinos… ¡Coño, un pinar!”. Y cuando llegamos al “¡Coño, el Continente!” nos topamos de frente con un chulazo de espanto:
- ¡Héctor!-dijo la Pepi-. Mira nena, este es mi amigo el segurata. Es… es lo más. Es el más duro, el más resistente, el más todo… ¡es King Kong nena!
No tenía claro qué se había tomado la Pepi (ni si se había tomado algo) para ponerse a hacer la loca de aquella manera, o si simplemente era el estar al lado de un chulazo como aquel lo que le hacía sacar más pluma que Mariano Rajoy. Pero sí tenía claro que aquel segurata era lo más heterosexual (y buenorro) que había visto en la vida; porque en cuanto lo vi me enamoré de él. Qué cuerpo, qué ojos, qué mandíbula, qué pelo… ¡Qué todo! ¡Ay qué ver los chulazos!
- Hola niño-le dijo King Kong a la Pepi-. ¿Qué tal todo?
- Mal. Mal, mal, mal. No nos dejan entrar en ningún sitio.
- ¿Por la lista aquella que te enseñé?
- Sí, por la puta lista.
- No te comas la cabeza. Cambia de zona un tiempo y ya verás como al final la lista se pierde y podéis volver a entrar.
King Kong sonrió y me lanzó una mirada que me derritió de arriba abajo (y no lo hizo de abajo a arriba porque no se puede –que lo dijo Newton- que sino ¡también!). Yo, que soy muy tonta, ya me pensaba que estaba intentando ligar conmigo y traté de hacer algún gesto que le dejara claro que había captado la indirecta y que cuando quisiera nos íbamos a la isla esa suya a saltar de árbol en árbol. Pero mi cerebro se rebeló y me obligó a hacer todos los ticks sexys que me sé de golpe: apreté los párpados divertidamente mientras sonreía y me pasaba la lengua por los labios, además de encogerme de hombros y levantar la mandíbula. Vamos, que estaba yo que parecía el Gremlin transexual.
- ¿Qué te pasa nena?- preguntó la Pepi-. ¿Piluca te ha hecho vudú? ¿Te ha clavado una aguja?
- No me pasa nada nena, es el frío que me descoloca las neuronas y me dan ticks. Pero esto sólo me pasa una vez cada 20 años, el resto del tiempo soy totalmente normal y divina. ¿Verdad?
- Lo que tú digas. Oye niño-la Pepi se volvió hacia King Kong-. ¿Tienes idea de cómo se lo puede montar una para hacer circular una lista de esas?
- Pues… No es algo tan raro como parece ¿eh? A veces los dueños de los locales se buscan novietes que no quieren dejar entrar a los que le caen mal…
- ¡Claro nena!- grité yo-. Eso ya me cuadra más. Piluca, que es muy puta, se está tirando a todo kiski y con el dinero que le da el alto standing se compra los Nanos y los móviles y nos veta y se opera y se droga. ¡Le da para todo! Siempre ha tenido buen ojo para los números.
- Espera –dijo King Kong, poniendo cara de hombre-asustado-de-telefilm y plantándome la palma de su mano a 2 centímetros de mi cara ¡qué morbo!-. ¿Has dicho Piluca?
- Sí –le dije a la línea de la vida- He dicho Piluca.
- No sabía que la lista la había movido él…
- ¿Y qué pasa si la lista la mueve Piluca? –preguntó la Pepi, poniendo cara de mujer-asustada-de-telefilm-. ¿Y por qué me suena tan raro que hablen de Piluca en masculino?
- Mirad niños… joder… lo que oí el otro día… Más os vale buscaros otra zona porque por aquí pocos bares de por aquí os van a dejar entrar en mucho tiempo. Y eso si todo va bien, porque como todo vaya mal...
- Mira King –dijo la Pepi. A mí me entró la risa porque me la imaginé hablando con King África y los dos me miraron extrañados. Cuando se me pasó la paranoia, siguió todo como si no hubiera pasado nada-. No nos asustes ¿eh? Que no estamos para bromas.
- No, no, no es broma. Escuchadme bien –y se acercó a nosotras, poniendo cara de padre-preocupado-de-telefilm-. Será mejor para vosotros si os estáis un tiempo sin pasaros por aquí.
- ¡Sí hombre! ¡¿Y dónde voy a comer pollas?! –gritó la Pepi, indignada.
- Nena, no le grites a King Kong que he visto la película y sé de lo que es capaz. Vete a chupar pollas a Pernambuco, que si él dice que nos larguemos, nos largamos –dije yo, que soy la voz de la sabiduría.

- ¿Largaros? ¿A dónde?

La voz venía de detrás nuestro. La Pepi y yo no nos quisimos girar, sobretodo al ver la cara que acababa de poner King Kong. Pero claro, si no nos girábamos nos quedábamos sin saber quién hablaba (aunque lo sospechábamos, que tampoco hay que ser muy lista) y también nos quedábamos toda la vida cogidas del brazo y medio encogidas sin querer mirar atrás. Y después de imaginarme lo incómoda que iba a ser esa postura en mis viajes a Ibiza cuando tuviera 50 años, decidí girarme con la mejor de mis sonrisas, que se borró al ver lo que había detrás (ahora delante) de mí.

Piluca, la muy puta, estaba justo detrás nuestro. Llevaba un traje a lo Sonny Croket (o como se escriba) que le debía haber costado una pasta y que le quedaba DE MUERTE. Detrás de ella había 5 maricas muy del montón, pero todas vestidas que daba envidia verlas, más fashions que Donatella Versace en pleno País de las Maravillas con cocaína y todo. Pero lo peor era que detrás de las 5 Maricas del Montón, había un montón (valga la redundancia) de musculosas mega fashions que las seguían. Debían ser como miles, o diez.
Fueran las que fueran, a mí los huevos se me pusieron por corbata y la Pepi soltó un gritito de terror. Las 5 Maricas del Montón la miraron, con una cara de asco que daba miedo.

- ¿A dónde queréis iros, queridas?
- A… a… a…. Pernambuco… a… ¡pollas! –soltó la Pepi.
- No nos vamos a ninguna parte, cariño –le solté a Piluca. No podía pegarle una bofetada, más que nada porque si lo hacía acabaría apaleada por aquella jauría rosa, pero podía tratarla como un trapo-. Acabamos de llegar y de aquí no nos mueve ni Carmen de Mairena enseñando las tetas.
- Mejor, porque me encantaría que pudiéramos tomar algo juntas mientras bailamos, como en el pasado.
- Nosotras nunca hemos tenido un pasado –le dije a Piluca, poniendo mi cara de Neo a punto de pillarse un cabreo de no te menees porque alguien le ha tocado a la Mari Trinity.
- Qué curioso, porque tampoco tendréis un futuro –dijo la Piluca, intentando hacerse la fantástica.
- Vaya mierda de pelea que estáis teniendo nenas –se metió la Pepi-. Que si pasado, que si futuro… Yo no sé si tengo pasado o futuro, pero sé que soy pluscuamperfecta y que quiero irme de aquí, Hidro, antes de que el engendro de Miami éste nos pegué todo lo malo que lleva encima.
- Cuida tu lengua, ¡furcia! –soltó una de las 5 del Montón. La Pepi y yo nos la quedamos mirando y nos entró la risa. Porque la que había hablado llevaba unas gafas que debían costar un ojo de la cara (y nunca mejor dicho) pero como tenía una cabeza muy pequeña parecía que llevara puesta una escafandra a lo Jacques Costeau.
- ¿De qué os reís, lerdas? –dijo otra de las 5 del Montón. Ésta no daba risa, daba miedo. Llevaba una de pendientes en la oreja que seguro que le podría haber colgado el Big Ben a escala casi real Recuerdo de Londres que la Pepi me trajo en uno de sus viajes y que tenía pegado en la puerta de la nevera.

Y mientras a mí me daba la risa (¡otra vez!) imaginándome a la Piercing con el Big Ben colgando de la oreja, al séquito de Piluca le entraban ganas de partirnos los incisivos, los premolares, los colmillos y la madre que los parió a todos.

12/20/2005

Capítulo 5: ¡Es el fin del mundo! (O casi)

Recapitulemos: mi archi-enemiga Piluca, una marica de pueblo a la que yo convertí en lo más de lo más, he vuelto de un retiro espiritual vete-a-saber-dónde y se ha dedicado a ponerme a parir por todas partes. Ella, que era una cateta integral, ahora sabe usar las maquinitas mejor que Punset, se ha comprado el último iPod Nano de Barcelona y, encima, tiene la desfachatez de llevar el mismo fashion-phone que yo. ¡Qué poca vergüenza!

Después del shock que me supuso saber que Piluca ahora era lista y tenía mi mismo teléfono móvil conseguí recuperarme y largarme al cine a ver King Kong. Me tiré tres horas como una loca intentando identificarme con alguno de los personajes. Me decidí por la Darrow, que va muy mona ella siempre, y es acosada por otra mona (pero de fea y mala) gigante (Piluca). Pero luego resulta que en la película King Kong es el bueno y salva a la chica de unos tiranosaurios muy perras que hay por ahí. Y eso Piluca no lo haría nunca ¿salvarme a mí? ¡Sí, claro! Así que yo me convertí en King Kong, que es la buena (aunque tiene mucho pelo) y Piluca pasó a ser la directora loca de la película. Pero luego matan a King Kong ¡y yo no puedo morir! Así que me decidí por ser el piloto de una avioneta, Piluca se quedó como King Kong (que da pena y es buena, vale, pero al final MUEEREEEE) y la Darrow… Aún no estáis preparados para saber quién es la Darrow… Esa fue la putada suprema de Piluca… Muy fuerte nenas.

Al salir del cine recibí otro mensaje en el móvil. Se lo enseñé a Pol y le expliqué lo que me había pasado por la mañana y me miró con cara de “¿A mí qué me cuentas?” ¡Claro! Como a él el móvil no se le pone así en negro que parece el culo de King Kong, pues le da igual. El mensaje era de la Pepi. “NENAAAAAAAAA!!!! DONDE COÑO TE METEEEEEEES!!!!”
Una cosa tenía clara: ésta quería algo. Así que la llamé. Respondió toda histérica:
- ¡¡¡NENAAAAAA!!! ¡¡¡AAAARRRRGGGHHH!!!
- ¡Nena! ¡¿Qué paaaaaaasa?! ¿Qué invento es eeeesto?
- ¡Ay nena! ¡¡Lo que me ha pasado!! ¡¡Qué fuerte nenaaaaaa!!
- ¡¡Pero cuéntamelo nenaaaaaa!!
- ¡¡¡ES MUY FUERTE NENAAAAAAAA!!!
- ¡Vale nena, te creo! ¡Pero cuéntamelo, coño!
- Ay nena… ¡HA SIDO PILUCA!
- ¿Qué ha hecho ahora? ¿Tiene una Xbox 360?
- ¡No me seas gilipollas nena! ¡¡Nos ha vetado!!
- ¿Vetado? ¿Pero qué dices nena?
- No puedo contarlo por teléfono nena, no me extrañaría que tuviéramos las líneas pinchadas. ¡Tenemos que vernos nena!
Y me colgó.
¿Qué coño estaba pasando? ¿Piluca nos había vetado y teníamos las líneas pinchadas? ¿Piluca es la ONU? ¿Y yo soy Nicole Kidman en La Intérprete? ¡Con lo monísima que va ella en su vespino! Aunque se tiran toda la película intentando matarla, pero bueno; si ése es el precio por estar siempre tan divina, lo pagaremos gustosamente.

Lo único que tenía claro era que la culpa de todo era de Piluca.

Así que tuve que quedar con la Pepi para que me explicara lo que estaba pasando y aunque yo esperaba que nos viéramos en un café o en cualquier sitio tranquilo para poder charlar tranquilamente, la Pepi insistió en que nos encontráramos…
¡Exacto! En Plaza Universidad a las tantas de la noche.
Aquella vez no había Latin Kings cerca pero sí había un grupo de rusos que parecían los deshechos de aquellos que cantaban lo del Pluma Pluma Gay haciendo el marica sin ningún tipo de pudor ni vergüenza. La Pepi apareció sola y toda seria, vestida como si se fuera a la nieve. Se plantó delante de mí y me dijo:
- No te lo vas a creer.
- ¿El qué?
- Nos ha vetado.
- Sí, eso ya me lo has dicho, pero no lo entiendo.
- Pues que nos ha prohibido nena, somos las prohibidas.
- Ya sé lo que es estar vetada nena, pero no entiendo qué coño nos ha vetado.
- Por eso te he hecho venir a estas horas de la noche nena, ven que te lo enseño. Te vas a quedar… anonadada.
La Pepi se puso a andar como una loca subiendo hacia el Gayxample y yo iba detrás de ella toda asustada pensando que la habían abducido los aliens y ahora el alien que tenía en su interior me llevaba a la nave donde me iban a implantar un microchip, un gusano medular o un biopuerto. Pero no, siguiendo a la Pepi sólo se puede acabar en un sitio: la puerta de un bar de mala muerte. La Pepi se paró. Se giró, me miró y me dijo:
- Entra.
Y entré. Al hacerlo noté dos cosas: que era un bar de ambiente (¡Cómo no!) y que todo el mundo me estaba mirando. Yo, toda acongojada, me quedé quieta en la puerta. Los de dentro me seguían mirando medio aterrorizados, como la panadera que ve entrar a Bustamante y se caga en las bragas al pensar que se va a comer todas las ensaimadas, los brioches, los crusanes… y va a hacer La Caja de su Vida.
Entonces el dueño del bar (o alguien que yo supuse era el dueño del bar porque tenía la cara de la Panadera de tu Vida hiper-mega-exagerada) se acercó a mí abriéndose paso entre la multitud y me dijo:
- Lo siento cariño, pero no puedes entrar aquí.

Como diría la ex del tío aquel de Gran Hermano que estaba tan bueno y que no recuerdo como se llama (pero que ahora buscaré por internet a ver si salió en el Interviú enseñando el brioche): ¡¡¡MA DEJADO MUETTA!!!

- ¿Cómo que no puedo entrar aquí?
- Pues eso nena, que no puedo dejarte entrar.
- ¿Pero por qué?
- Porque nos reservamos el derecho de admisión cariño.
- ¿Y? ¿Qué me quieres decir con eso?
- Pues que no te podemos dejar entrar.

Y me echó. Me empezó a empujar hasta que me sacó fuera y cerró la puerta. Las de dentro siguieron hablando como si nada. Yo miré a la Pepi, aterrorizada:

- ¡Me ha echado nena!
- ¡Ya te digo nena!
- ¿Pero qué invento es esto?
- No lo sé nena, pero esto es cosa de la Piluca.
- ¿Y eso?
- Porque me lo explicó el portero del Arena, que es amigo mío.
- Pues claro que eres amigo del portero del Arena, si pasas más por esa puerta que por la de tu casa.
- ¿Y qué? ¡Me hincho!
- Di que sí. Pero vamos, que al menos al Arena podemos entrar ¿no?
- ¡QUÉ VA! Es mi amigo pero no me dejó entrar. Y me explicó que le habían dado una lista de personas y que tenía orden de no dejarlas entrar. Y en esa lista estábamos TODAS.
- ¿Todas?
- Todas.
- ¿Estábamos todas en una lista?
- ¡Estábamos en una lista todas!
- ¡Qué guay nena! ¡Como las famosas que son putas!
- Sí nena, muy guay ¡¡Pero no podemos salir de fiesta!! ¡La Piluca es la ONU y nos ha vetado!
- ¡¡¡Pero esto es un allanamiento de los seres humanos de la sensibilidad!!! ¡¡¡ESA PUTA NO PUEDE DEJARNOS EN LA CALLE!!!
- ¡Pues lo ha hecho nena!
- Pero no lo entiendo nena ¿quién es ella para decir quién entra en los locales y quién no?
- ¡Es que eso es lo más fuerte nena! No te lo vas a creer pero…
- ¿Qué? No me asustes ni me pongas esa cara nena porque me da un mal rollo que no veas cuando te pones así que pareces la Magneto en un yuyu hakushu de esos que le dan.

- Es que es muy fuerte nena…

¡¡¡PILUCA HA COMPRADO LOS BARES DE AMBIENTE DE BARCELONA NENA!!!

Y a mí me entró la risa.

12/17/2005

Capítulo 4: Terror en el hipermercado

Ahora que ya sabéis de dónde salió Piluca, podemos seguir con la historia. Después de nuestro encuentro en la Mini-Chocolatería yo sigo con mi vida como si no hubiera pasado nada. El stress laboral no me hace darme cuenta de que algo está cambiando…

Ya dice el refrán que al que mucho abarca, a la deriva le lleva. Yo, que con mi trabajo y mi vida social, pensaba que tenía suficiente, ahora me veo obligado a controlar cada uno de los pasos de Piluca. Porque ya dije que esta está tramando algo y yo lo quiero saber.
Desde que reapareció no hay marica en Barcelona que no sepa que ha vuelto, pero nadie tiene ni idea de dónde coño ha estado metida. Todo son rumores y especulaciones, pero nada más. Ella no ha soltado prenda y me consta, por la gente que me ha contado que ha hablado con ella, que no sólo se hace la sueca cuando alguien le pregunta por el tiempo que ha estado fuera, sino que además no para de ponerme verde la muy puta.
A mí me daba igual que me insultara. Así estábamos en paz. Porque sí, yo como buena marica que soy me había dedicado a ponerla verde todo el tiempo que había estado por ahí perdida; así que ahora le iba a dar un poco de cancha para recuperar el orgullo perdido. ¿Qué más me da que la Piluca vaya por ahí insultándome si todo el mundo sabe que lo que le pasa es que me tiene envidia? ¡Porque yo lo valgo!

Pero claro, cuando yo decía que presentía que ésta estaba tramando algo… ¡lo decía por algo!
El otro día estaba yo en el trabajo y salí un momento al descanso porque estaba estresadísima de la vida. Yo siempre que salgo al descanso me cojo el móvil y me pongo a mandar mensajes como una loca a todo el mundo. Porque yo soy de esas fashions de la vida que siempre que llaman les sale la tía esa de “Su saldo está a punto de agotarse. Your credit is about to expire” y sólo me da para mandar mensajes. El caso es que me senté en la cafetería y cogí el móvil. Tiene 5 mensajes.
“¡Coño!” pensé “El Mr. Poppins quiere ir al cine y ya está dejándome mensajes como una perra”. Abrí la bandeja de entrada y vi que ninguno era de Mr. Poppins. El primero era de la Magneto:
“Hidro nena, t tngo q contar 1 cosa mu fuerte nena. Piluk la esta liando y llevas las d perdr.”
Ese mensaje me dejó algo de mar cuerpo, pero como la Magneto siempre ha sido un poco exagerada supuse que lo que pasaba era que había oído que la Piluca me iba insultando y estaba preocupada. Pobreta.
El segundo mensaje era de Cindy la Au Pair. Esta como está forrada siempre manda dos o tres mensajes juntos y no retuerce las palabras ni nada:
“Hidro! Darling! Cuidado con Piluca que me han dicho que es de goma. ¡Es broma! Ayer estuve en el Schilling tomando algo con un amigo y me contó una historia súper fuerte sobre la verdadera marcha de la Piluca. Todo mentira, por supuesto, pero no te hará ninguna gracia. A ver cuando nos vemos y te lo cuento todo. ¡Kisses!”
Que digo yo que hay que ser un poco guarra, porque en vez de mandarme un mensaje me podría haber llamado y explicármelo y no dejarme en ascuas porque vete a saber cuando volveré a ver yo a la Elizabethtown esta.
El tercer mensaje era de la Pepi:
“Neeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeenaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!! ¡¡¡¡QUE FUERTEEEEEEEEEEEEE!!!!”
Cualquier persona normal se preocuparía por un mensaje así. Yo, como conozco a la Pepi, sé que para ella cualquier cosa es fuerte. Así que pasé olímpicamente.
El cuarto mensaje no tenía remitente. Me salía en blanco. Lo abrí a ver que ponía y de repente se me puso la pantalla en negro.

Me cagué viva. Pensé que alguien me había mandado un sms con virus y me había jodido el fashion-phone que tengo. Pegué un grito de rabia (la gente me miró mal) y me cagué en mi mismo. ¡Jamás debí mandar ese mensaje al Movilisto para bajarme el politono de la Madonna! Podría haber pensado que había sido la Piluca, pero con lo lerda que es al igual sabe mandarme un mensaje-virus. Como mucho podría haber sido la iNena, pero esa me quiere mucho y no me hace esas cosas. ¡Que tengo un iPod de 60 gigas!
Y, de repente, el fashion-phone volvió a la vida. Vibró tres veces y se quedó quieto. Me lo quedé mirando un momento, como King Kong mirando a la rubia cuando se pone a dar botes. Me di unos golpes en los pectorales que tengo y salté encima de la barra y empecé a colgarme por las lámparas.
Es mentira.
Cogí el fashion-phone y lo miré fijamente. En la pantalla se veía el mensaje maldito:
“Tu fin está cerca, pollo.”

¡Coño!
Un escalofrío recorrió mi espalda y yo me quedé más tiesa que Chicken Little. ¿Mi fin estaba cerca? ¿Pollo? ¡Alguien que leía mi blog quería matarme! ¡Qué fuerte nena! Yo esperaba que las amenazas de muerte en este relato llegaran como en el capítulo 10 o 15, cuando me hubiera dado tiempo a indagar algo.Pero esto es un aviso ya para que no me meta donde sea que me voy a meter. ¡Terror, espanto, pavor!
La chica de la cafetería se me acercó, asustada:
- ¿Qué te pasa Hidro? ¡Estás pálida!
- Nena, cóbrame el café y el Donut, que puede ser el último café y donut que me cobres porque alguien quiere matarme.
- Pero si sólo llevas aquí diez minutos, tu jefe no te va a decir nada.
- No nena, no es mi jefe el que va a matarme. ¡He recibido un mensaje anónimo amenazante!
- ¡¡¡Qué dices tía!!! ¿De quién?
- Joder nena, si supiera de quién es no sería anónimo!!
- Pues también es verdad.
- Me voy a ir a trabajar, a ver si me viene alguien a ponerme una reclamación y me olvido de estos malos rollos que me dan.
Cogí mis cosas y me volví a la tienda. Estuve toda la tarde dándole vueltas a la cabeza. ¿Quién me había mandado ese mensaje? Parecía obvio que había sido la Piluca… ¡Claro! La muy puta se acordó de mi blog cuando lo dijimos en la mini-chocolatería y había visto mi foto de Boy George vestido de Leigh Bowery en su espectáculo Taboo (¡¡por fin sabéis qué coño es esa foto!!) y ¡me había amenazado!

Pero… ¡espera! ¿Cómo tenía Piluca mi número, si el fashion-phone lo tengo desde hace pocos meses y yo con ella no me hablo? ¿Y por qué coño se había vuelto loco el fashion-phone? Seguramente porque es muy bonito pero es una mierda de móvil. Y como dijo Jane Vino en “El silencio de los borregos” cuando reapareció al final tras haber sido lanzada al pantano dentro de un coche:
“¡Mi coche es una mierda! ¡¡Y LA MIERDA FLOTA!!”

Cuando terminé de trabajar volví a sacar el móvil a ver si Pol o alguien me llamaba para ir a cenar. A ellos nunca les he hablado de Piluca, porque sé que Pol es una persona muy aprehensiva y yo no le quiero contar historias de terror y a los demás no les cuento nada porque seguro que se ponen de mi parte y yo no soy una Pantoja cualquiera que necesite que la adoren cada dos por tres (¡Recordad dejar comentarios en mis blogs diciéndome lo mucho que os reís gracias a mí!).
Entonces recordé que aún me faltaba un mensaje por leer. Volví a la bandeja de entrada y vi el remitente. El 177. ¡El contestador!
“Tiene un mensaje nuevo.”
¡¡Qué tensión!!

“NENAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA” ¡¡¡Era la iNena!!!
“¡¡¡No te vas a creer lo que me ha pasado!!! He ido a comprar un iPod Nano a la Fnac ¡¡y estaban agotados!! Y sabes de quién es la culpa ¿no? ¡SÍ! ¡DE PILUCA!”

Yo no me lo podía creer. ¡¡Ese era el plan de Piluca!! ¡¡Dejadnos sin iPod Nano!!
¡Pues vaya mierda de plan!
Llamé corriendo a la iNena a ver qué le pasaba. Tardó tres horas en coger el teléfono.
- ¡NENAAAAAAAAAAAAAAAAA!-gritó.
- ¡¡Nena!! ¡Que has tardado un huevo en contestar!
- Es este móvil tía, que es una mierda.
- ¡Pues cambia de móvil! ¡Cómprate un fashion-phone de estos míos!
- ¡Esos también son una mierda!
- ¡¡Pero van a juego con el iPod!!
- ¡NENAAAA! No me hables de iPods!!!!! ¿Has oído mi mensaje?
- Sí. Explícame el plan malvado de Piluca y los Nanos.
- No nena, no hay ningún plan. Que he ido a comprarlo a la Fnac y al pedirlo me dice el chico que acaban de vender el último que les quedaba y que ya hasta después de Navidades nada. Yo le he dicho que eso era una vergüenza ¡que yo lo necesitaba más! ¡¡Además era de los negros!!
- ¡¡Era de los negros!!-dije yo, entre la indignación y el cachondeo.
- ¡¡Si nena!! ¡Pero aún no sabes lo peor! Me voy corriendo a las cajas a ver quién se llevaba el iPod Nano…
- ¿Pa’ qué?
- Para ver si era un chulazo y si me lo podía ligar o algo.
- Vale ¿y qué tiene que ver Piluca en todo esto?
- ¡¡PUES TODO NENA!!

Hizo una pausa. Una pausa que hace que este capítulo se alargue más que Santa Bárbara (Streisand).

- No te quedes callada nena. Que te oigo respirar y me recuerdas a la Emily Rose.
- ¡¡¡LA PILUCA SE HA COMPRADO EL ÚLTIMO IPOD NANO DE BARCELONA!!!
- ¿¿¿QUEEEE??? ¿¿¿LA PILUCA CON UN IPOD??? ¡¡Pero si cuando desapareció aún escuchaba la música en cassettes!! ¡Con dos eses y dos tetes! ¡SI ERA UNA CATETA!
- Pues ahora está a la última nena. Porque además la vi hablando con alguien por el móvil y…

Las palabras de la iNena retumbaron en mi cabeza como los tambores de las minas esas del Señor de los Anillos cuando vienen los Orcos y parece que van a morir todos pero no muere nadie porque son más chulos que un ocho y llevan al Viggo Mortensen quelas protege. ¡Elfas de mierda!

Bueno nenas. Que sí. Que era cierto.

¡¡¡PILUCA TIENE UN FASHION-PHONE COMO EL MÍO!!!

12/16/2005

Capítulo 3: Memories (Primera parte)

El re-encuentro con Piluca fue todo lo mal que pudo ir. Estaba divina, estaba guapísima, estaba forrada y tenía un chulazo esperándola en casa. Además nos dio por ponernos a parir, como siempre. Y yo sabía que Piluca tramaba algo. ¿El qué? ¡Ya lo veremos!

Si hubiera sabido que aquella noche iba a conocer a la que se convertiría en mi archienemiga, me habría quedado en casa. Pero no, allí estaba yo. En plena Plaza Universidad, pasando un frío de cojones esperando a Mr. Pepino, que me había dicho que se traía a unos amigos a tomar algo.
A un lado de la plaza, sentados en unos bancos de esos como de mármol, había un grupo de aspirantes a Latin Kings escuchando reggeaton mientras bebían alcohol. Estuve a punto de largarme porque veía que las reinas estas cada vez estaban más borrachas y me miraban con peor cara (sería por la cresta, o por la corbata, yo qué sé), pero pensé que no me iba a pasar nada. Plaza Universidad es el punto neurálgico de las quedadas de maricas. Si eres marica y nueva en la ciudad, ve a Plaza Universidad. ¡Anda mira, una rima! Podría contratarme el alcalde para hacerle campañas de publicidad. ¡Otra rima! ¡Soy poeta!
Estaba yo allí, rodeada por maricas esperando a maricas y por gente que, en otro país, habría apaleado a las maricas, cuando la vi venir. A la Pepi. Que dicho así parece que me viera venir una hostia. Pero no. En Barcelona no pasan esas cosas. Y si pasan, no las contamos. Cuestión de Marketing.
Tal y como había anunciado, la Pepi no venía sola. Iba con un grupo muy heterogéneo (aunque de hetero tenían bien poco) de gente fashion y divina que daba gusto verlos. Menos uno, que parecía sacado de una convención de Star Trek. Decidí acercarme yo a ellos en vez de ellos a mí no fuera que nos pegaran una somanta de palos a todos que nos dejaran finos (aunque en el fondo de mi corazón sabía que, gracias a mi gran alcalde Joan Clos, eso era imposible. ¡Viva el civismo!)
- Nena, ya era hora coño. Se me estaban helando los pezones y los Latin Kings me miraban raro.
- Ya será menos, exagerada.
Acto seguido la Pepi me empezó a presentar a todo el mundo. No hace falta que diga que no recuerdo el nombre de ninguno de aquellos chicos. Seguro que ellos venían como locos deseando conocerme. Yo, ¡la mismísima Hidro! ¡La marica que sobrevivió a una panda de reinas sudamericanas alcohólicas!
No recuerdo exactamente cómo me la presentó. En realidad sólo supongo que me la presentó. Yo sé que me acercó a aquel maromo, me dijo su nombre (que no recuerdo, gracias). Le fui a dar dos besos pero él alargó la mano; alargué mi mano y él recogió la suya para darme dos besos; yo me metí la mano en el bolsillo y le dije: “Encantado” y él se puso nervioso. Ya en aquel momento se hizo evidente que no íbamos a llevarnos bien.

La historia de Piluca da para escribir otro blog como el de mi vida misma, así que la resumiremos muy rápido. La Piluca era una marica de pueblo (de Vic) que se había tenido que exiliar después de que a la muy corta le diera por presentar en una tele local un especial de fin de año repleto de videoclips petardos sacando más pluma que Paco Valladares en Victor o Victoria. Cuando todo el pueblo (bueno, Vic es un poco más grande que un pueblo) se le revolucionó y la persiguió por las calles cargados de fuets y bolígrafos naranjas y cristal ardiendo como antorchas en plan Van Helsing, la niña decidió cogerse un tren y plantarse en Barcelona, con la ilusión de convertirse en actriz y salir en alguna obra de Ricard Reguant.
Allí llevaba un par de semanas compartiendo piso con unas alemanas muy raras (que se ve que hacían brujería o algo) y tratando de encontrar un novio rico por Internet que la sacara del apuro. Un día fue a un cibercafé a buscar un polvo porque ya no aguantaba más a las Frankfurt (como llamaríamos luego a las brujas bávaras) y en un canal guarro se encontró a la Pepi. La Pepi le hizo creer que era rica, porque a ella la Piluca le hizo creer que tenía una polla descomunal. Al final las dos se decepcionaron (una por pobre y la otra por… pobre) y quedaron para salir por la noche. Es lo que tenemos los gays. Si nos mentimos por Internet no nos enfadamos; aprovechamos la ocasión y, ya que no vamos a follar, nos hacemos amigos. Sí, una cosa excluye la otra. Eso siempre que no seas la iNena, que a esa si le engañas te echa un mal de ojo que aprendió en un safari por África y que hace que el Windows no pare de darte pantallazos azules.
A lo que íbamos. Aquella noche yo estuve todo el rato bailando y bebiendo. Como ya sabéis a mí no me sube el alcohol, pero eso no evita que me sepa hacer la borracha; así que yo, que veía que la Piluca se me tiraba encima como Simba se tira sobre las pobres cebras para arrancarles el cuello, me hacía la sueca-borracha y me apartaba. Se tiró toda la noche tirándome los trastos, seguramente porque la Pepi le había contado que la Hidro (más bien los padres de la Hidro) eran una fuente inagotable de dinero. Al final de la noche me vino la Pepi toda cabreada.
- Nena, ya te vale.
- ¿El qué, nena?
- No le has hecho ni puto caso nena.
- Ay nena ¿de quién me hablas?
- ¡De Piluca!
- ¿Conozco a alguien llamado Piluca?.- dije yo, abriendo los ojos como Marujita.
- ¡Te la he presentado esta noche!.- y la señaló. Piluca estaba justo detrás de la Pepi y parecía ajena al hecho de que estábamos hablando de ella en aquel preciso momento. Estaba ensimismada mirando las farolas. Supuse que en Vic aún pasaba la niña aquella vendiendo cerillas y encendiendo los fanales mientras el señor Scrooge (bueno, en Vic sería el Senyor Ascrutx) gritaba “Paparrutxes! Visca l’Estatut!”
- ¿Este tiarrón se llama Piluca? ¡Pero si mide dos metros y debe pesar tres toneladas!
- Ay nena, no me seas estrecha. Nosotras somos maricas de ciudad y no nos sorprendemos por nada. Si ella quiere llamarse Piluca, la llamamos Piluca.
- Vale nena, lo que tú digas.
- Pues yo digo que te hagas amiga suya. Ella lo está pasando mal y tú estás siempre mal en general. ¡Tenéis muchas cosas en común!
- Mira nena.- le dije señalándole con el dedo- si estuviera borracha te vomitaría encima, para joderte esa preciosa cazadora de superputa que me llevas puesta.
- ¿Te gusta?
- Sí
- La compré en un Zara.
- Se nota.
- Gracias.
- Bueno, a lo que iba. Dile a la guarra esta que te apunte el Messenger y me lo pasas. Que son las 6 de la mañana y yo entro a trabajar a las 10 y tengo que coger un taxi.
- Joder nena, ya podrías darle un par de besos.
- Sí, y también podría acostarme con ella ¡pero no tengo ganas!

Y me fui. Según me contaron la Piluca ni se inmutó. Definitivamente, o iba drogada o en Vic les queda mucho por aprender de la vida moderna. El caso es que, al día siguiente, después de trabajar, encendí el ordenador y me encontré un mensajito de esos:
telakomotodaporfavor21@hotmail.com quiere agregarle a su lista de contactos ¿Qué desea hacer?
Y la agregué. Lo hice porque me daba pena, y porque siempre me ha gustado tener a alguien cerca que esté peor que yo; para convencerme de que en el fondo no soy tan patético ni doy tanta pena. Durante un tiempo fuimos hablando por el Messenger y nos íbamos haciendo buenas amigas y todos, fíjaos si me caía bien que ¡no la desadmitía! Es que siempre que me veía me decía que le había caído genial y que quería ser amiga mía y que le encantó mi corbata y que le había caído genial. Sí, era muy repetitiva.
Así que un día quedamos para tomar algo, otro día para ir al cine… y nos acabamos haciendo relativamente amigas. Relativamente amigas, que quede claro. Yo no me quise hacer muy amiga suya porque me daba miedo, pero nos llevábamos bien.
Todo esto hasta que un día la Pepi nos avisó de que era el cumpleaños de uno de los que habíamos conocido la noche de autos y que nos habían invitado. Piluca se estresó en plan “Jo tíoooo (sí, aún día “tío”) no sé qué ponerme!” y yo me la llevé al Springfield a comprarle ropa super fashion y la tía salió de allí que ni pasando por El Patito Feo. Vamos, que la Obregón ve lo que le hice a la puta esa y me regala una foto del posado mallorquín firmada y todo. Además de la ropa le hice depilarse las cejas y peinarse como dios mandaba.
Ni que decir tiene que al llegar las dos a Plaza Universidad (que sí, que siempre acabamos en el mismo sitio) la gente se quedó anonadada. Hasta los Latin Kings (que aún estaban allí) se le quedaron mirando sonrientes como diciendo: “¡Mira qué chulazo!”.
¿El problema? Que todo el mundo le decía “¡Nena! ¡Estás divina! y la muy puta no fue capaz de decir en ningún momento que el mérito era mío. La única que me creía era la Pepi, aunque creo que en aquel momento me daba la razón como a los tontos.
Y así empezó el ascenso de la Piluca hacia el Top Ten de las maricas barcelonesas.


CONTINUARÁ (el flashback, se entiende)

12/13/2005

Capítulo 2: Las cosas claras, y el chocolate...

Había quedado con mis amigas para tomar chocolate en una mini-chocolatería y me veía metida en un marrón más oscuro que el sin leche cuando por la puerta entra un fantasma del pasado: la Piluca. Ahora deja de darle importancia al hecho de que le he copiado el formato a la Dolly Partos ¡y sigue leyendo, puta!

Este es, seguramente, el mejor momento para que haga un alto en la historia y os cuente por qué Piluca es mi archienemiga. Pero entre que es un poco pronto y que me apetecía horrores ver cómo le tiraba el café por encima a la despeinada de la vida…

¡Choooooooof!

La pobre chica se puso hecha una furia (y sus amigas también) cuando Piluca le dio un golpe mientras sorbía el capuchino y se lo derramó todo por encima. Además la muy furcia (la Piluca, que yo a una pobre chica despeinada no la llamaría furcia) pasó por detrás de ellas sin hacerles ni puto caso, como si allí no hubiera pasado nada. Toda la mesa de despeinadas gritaban y se quejaban mientras Piluca se deslizaba como una víbora entre sillas y chaquetones. Llegó hasta nuestra mesa y se quedó un momento quieta, observándonos… o esperando a que la observáramos.
- ¿Qué tal nenas?-preguntó, haciéndose la simpática.
- Muy bien nena ¿y tú? ¿Qué tal todo?-preguntó la Au Pair, que como buena aspirante a inglesa que es, es muy educada.
- Pues mira, encantada de la vida. Todo me va de maravilla.
- ¿Trabajando?-siguió la Au Pair, que parecía ser la única capaz de mantener una conversación con ella porque las otras 3 estábamos totalmente anonadadas: yo por lo que era evidente, la Pepi por solidaridad conmigo y la Magneto… porque de vez en cuando le da por quedarse con la boca abierta.
- Ahora mismo no. Pero no me hace falta, tengo unos ahorrillos por ahí y me puedo permitir muchos caprichos.
- ¿Y tienes novio?- siguió la Cindy con la tanda de preguntas absurdas que parece que los gays siempre nos hacemos cuando llevamos tiempo sin vernos: ¿Qué tal estás? ¿Trabajas? ¿Follas?
- No. Bueno, tengo un chico. Pero no es mi novio, sólo follamos. Yo no quiero novios, eso es para las bobas enamoradizas- al decir “bobas enamoradizas” me miró. Estuve a punto de levantarme y arrearle una soberana hostia, y seguro que las otras 3 me habrían aplaudido porque sabíamos perfectamente a santo de qué venía aquella miradita y la puta se merecía una buena zurra. Pero en lugar de dar rienda suelta a mis instintos cogí el chocolate (al que debió afectarle la aparición estelar, porque se había quedado helado) y le pegué un buen trago, como si fuera vodka.- ¿Y vosotras qué? ¿Qué tal te va todo Hidro?
Dejé el chocolate lentamente en la mesa mientras pensaba en lo que iba a contestar. Decidí hacer algo que sabía le iba a dar mucha rabia. Miré a todas durante un segundo y dije:
- ¿Os he contado ya que han contratado a un cajero que está buenísimo?
Las tres Marías se quedaron anonadadas y la Piluca esbozó una media sonrisa más falsa que el champú del Alcampo. Pepi, que es muy espabilada, reaccionó al instante.
- No nena, no nos lo has contado. De hecho hace mucho que no nos hablas de tu trabajo, cuéntanos lo fenomenal seguro que te va.
- Ay nena, yo no he venido aquí a hablar de trabajo. Esta es nuestra reunión chocolatera anual y tenemos que divertirnos. Para saber de mi vida sólo hay que leerse el blog.
- ¿Aún sigues con el blog? ¿Y una reunión anual?- preguntó la Piluca, intentando volver a meterse en la conversación.- Pues conmigo nunca hicisteis ninguna.
- Es que empezamos justo después de que te abdujeran- le respondí.
- ¡Pero si yo me fui hace un año!
- ¡Pues por eso mismo! Había que celebrarlo, y desde el año pasado cada año nos hemos reunido para tomar chocolate con churros.
- Con lo que engorda eso.
- Pero luego lo quemamos todo.
- Pues ya me dirás como, si tú seguro que te pasas el día sentada en una silla jugando a esas consolitas tuyas o mirando porno por internet.
- Es lo que tiene ser una chica moderna y cosmopolita y no una cateta de pueblo, que tienes que estar al tanto de las nuevas tecnologías.
- Lástima que las nuevas tecnologías sean incompatibles con tener una vida social plena.
- Yo tengo una vida social plena. Seguramente no tan ajetreada como la de una señora puta como tú, pero plena al fin y al cabo.
- ¿Me has llamado puta?
- No. Te he llamado Señora Puta. Porque con esas operaciones y cosas que te has hecho seguro que cobras un pastón por cada polvo.
- Oye bonita, yo no he venido aquí a que me insultes.
- ¿Ah no? Pues entonces explícame a santo de qué te da por aparecer CASUALMENTE en el bar en el que estoy tranquilamente tomando algo con MIS amigas.
- Pues porque también son MIS amigas y he venido a saludarlas a ellas, no a TI.
- Bueno nenas- nos separó la Pepi-.Haya paz. Está claro que os lleváis mal. Todas lo sabemos. Hasta la pobre despeinada bañada en café lo sabe. Pero no montéis el numerito que no podemos permitirnos que nos prohíban la entrada en otro bar, que a este paso vamos a tener que montar estas meriendas en casa de la Polly Pocket.
- Ay no por favor, eso no- soltó de repente la Magneto, que acababa de despertar.

La Polly era un amigo muy machorro que teníamos a la que le había costado un huevo salir del armario y que, cuando lo hizo, se hizo interiorista. El problema es que como es tan macha tiene el gusto en el culo y su casa es como el museo de los horrores. Aunque más bien es como un museo de deshechos del IKEA porque a la tía le había dado por comprarse todos los muebles que nadie quería. ¡Qué cosas más feas y más amorfas!
- Uy, mirad qué hora es- la Piluca alargó el brazo y miró su reloj, aprovechando para enseñarnos aquella cosa que tenía pinta de ser carísima. Lástima que las 4 Fantásticas allí sentadas no teníamos ni puta idea de relojes y no sabíamos qué coño estábamos mirando-. Tengo que irme, que me están esperando. Me ha encantado veros. Algunas estáis fabulosas. Venga nenas. Pepi, Magento, Cindy… ¡Nos vemos!

Y Piluca se levantó y se fue por donde había venido. Esta vez se alejó de la mesa de la despeinada por miedo a las represalias. El tintineo de las campanas anunciaba su marcha.
- ¿Y de dónde coño sale esta ahora?- les pregunté.
- Era lo que no te queríamos contar antes nena. Nosotras la hemos visto hace como una hora, dando una vuelta por Plaza Cataluña. Nos hemos encontrado y le hemos dicho a donde íbamos- explicó la Magneto.
- Se ha puesto pesadísima que quería apuntarse, pero le hemos dicho que venías y entonces le ha salido un compromiso- me explicó la Cindy.
- Pues ya ves el compromiso. Esta es una puta de mucho cuidado- dijo la Pepi.
- Ya ves nena. Hay que ser muy zorra y hay que tener muy poca vergüenza para venir a pasearse por aquí como quien no quiere la cosa después de lo que hizo- dije yo, haciéndome la despechada.

Después de la visita relámpago de Piluca decidimos cambiar de tema para no amargarnos la tarde. Pero yo no podía dejar de darle vueltas a su misteriosa reaparición. Hacía más o menos un año que nadie sabía nada de la vida de Piluca; más o menos un año desde que un día al levantarnos Piluca ya no estaba en Barcelona. Unas dijeron que se había ido a hacer musicales a Londres, otras que estaba pasando castings en Madrid… Y es que la Piluca se supone que es actriz. Total, hizo un par de anuncios y ya se creía Julia Roberts.
Cuando terminamos la reunión chocolatera la Pepis y yo nos despedimos de las otras dos y nos fuimos andando tranquilamente hacia el Metro.
- ¿Tienes idea de por qué ha vuelto la niñata esta?- le pregunté.
- No Hidro, ha vuelto igual que se fue.
- No sé nena… tengo un mal presentimiento.
- ¿De qué?
- No lo sé. Si lo supiera no sería un presentimiento, sería una visión. Y yo no estaría aquí perdiendo el tiempo, tendría montado un 906 y me estaría forrando yendo al Hotel Glam a enseñar las carnes.
- Qué susceptible estás hoy nena.
- Es que me ha trastocado. ¡Con lo bien que estaba yo sin Pilucas en mi vida! A saber lo que está tramando. Porque yo a esta la conozco como si la hubiera parido… ¡y seguro que está tramando algo!


Y yo, que soy muy lista, no me equivocaba.

12/12/2005

Capítulo 1: Piluca Begins (o Returns, según se mire)

¡¡¡¡NENAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!!!!

He tenido que abrir otro blog porque esto es MUY FUERTE y no tiene cabida en el que ya tenía. Allí seguiré contando las tonterías (porque comparadas con esta historia todo lo demás es pura tontería) que me pasen en mi vida diaria y aquí os contaré el megaculebrón que se me presenta por delante. Con más intriga, romance, sexo, venganza y odio que un capítulo de Se ha escrito un Crimen. Cosa poco complicada porque en se ha escrito un Crimen no había ni intriga, ni romance, ni sexo, ni venganza ni odio; sólo había pueblerinos jugando con pistolas a lo Charlton Heston y una vieja colocada y mega gafe que siempre tenía un amigo en Boston que la invitaba a pasar una tarde tomando café en la presentación de su nuevo libro/espectáculo/película y se encontraba un muerto a los postres.

Todos vosotros conocéis a mi amiga la Pepi. Es mi amiga la Puta, la que está de viaje espiritual por el Machu Pichu, pero la llamo la Pepi porque antes de ser la Puta fue Mr. Pepino y lo de Pepi es como muy fino. El otro día aproveché un día de fiesta para quedar con ella porque no la veía desde la noche de los vodkas con lima aquellos y teníamos que contarnos muchas cosas.
La Pepi es esa amiga mega fashion que conoce a millones de personas. ¿Sabéis eso que dicen de que entre todas las personas del planeta sólo hay siete grados de separación? Vamos, que entre yo y Brad Pitt sólo hay 7 personas (mi madre, una clienta de su tienda, su hijo el que estudia en Londres, el amigo que le hace las mamadas cuando se emborrachan, el padre del amigo mamador, un socio de la empresa de su padre que es muchimillonario y conoció a Brad Pitt en una fiesta de ¿pijamas?). Bueno, los siete grados de separación. Pues yo creo que la Puta ni siete grados ni hostias, uno y vas listo. ¡Y a veces ni eso! La Pepi conoce a todo el mundo. Tú misma conoces a la Pepi y seguro que no lo sabes.
Como ahora viene la campaña de Navidad y vamos a estar todas más estresadas que la Preysler en la Fábrica de Chocolate, decidimos quedar unas cuantas amigas para celebrar una Pre-Merienda Navideña (con Churros, Chocolate y lo que se ponga por delante). Es casi una tradición que hacemos cada año, nos vamos por ahí una tarde a engullir todo lo que se nos ponga delante y a ponernos al día de todo lo que nos ha pasado antes de que en Navidad nos pasen muchas cosas más y luego cueste más contarlo todo.
Acabamos metidos en una chocolatería pequeñita por ahí por la Plaza del Pi. Estábamos allí mariconeando la susodicha Pepi, la Magneto, Cindy la Au Pair y yo, la Hidro. La Magneto es una freak de los comics que además es como licenciada en química o algo así; la verdad es que no sé qué coño ha estudiado pero se pasa el día hablando de cosas que yo no entiendo. Y la Cindy La Au Pair es un amigo del instituto de hace muchos años que se fue un verano a Inglaterra a aprender inglés mientras cuidaba a unos niños y la bautizamos así porque ella lo valía. Luego estaba iGirl, una tía muy fan de los Apple que sólo se enrolla con tíos que tenga, mínimo, un iPod. Si tienes un Nano el coño le echa chispas; y si tienes un G5Quad y un Cinema de 30 pulgadas aquello parece el cuatro de Julio. Pero la iGirl se ve que había conocido a un tío que trabajaba en una Apple Store y a saber dónde se había metido.
Yo, cómo no, llegué tarde. Estaban mis tres amigas sentadas alrededor de una mesa muy pequeña tomando chocolate. A mí los bares estos del Born me ponen de los nervios porque me siento como Alicia en el País de las Maravillas: son todo sitios enanísimos en los que no quepo y además todo de madera de esa que cruje. Vamos, que me subo al mini-segundo piso ese que tienen y se oyen más gruñidos que en la cama de Liza Minelli. Mientras me acercaba les oía hablar de alguien, supuse que era de mí porque estaban diciendo “y lo divina que está…”, “sí, sí, yo me quedé alucinada cuando la vi…”, “y qué glamourosa iba la muy puta” “dicen que se ha hecho un lifting y todo…”
- ¡Yo no me he hecho nada nenas, es todo natural! Y que sea la última vez que me llamáis puta.
- No hablamos de ti, Hidro.- dijo la Pepi, recogiendo el montón de chaquetas que habían puesto para reservarme una silla y que no se la robara algún neo-hippie con carpeta de la UB (o peor, de la UPC) de esos que invadían la sala.
- Hablamos de….- empezó a decir la Au Pair, pero se calló de golpe cuando se dio cuenta de que las otras dos la atravesaban con la mirada.
- ¿De quién?.- pregunté.
- ¡De nadie!.- respondieron las tres al unísono.
- Anda, mira qué bien os ha quedado. A ver nenas, de quién coño hablábais.
- De nadie Hidro. De nadie. Venga, cuéntanos algo de tu trabajo que seguro que te mueres de ganas de hacerlo.- se apresuró a decir la Pepi.
- Mira nena.- le dije- yo no tengo la culpa si mi vida social cada vez es mayor y me pasan tantas cosas que luego de lo único que me acuerdo es de lo bueno que está el cajero este nuevo que ha entrado. ¿Os he dicho que ha entrado un cajero que está buenísimo?.- las tres asintieron- Pues eso. Y ahora decidme de quién coño habláis o me pongo a saltar en la silla, provoco el terremoto de San Francisco, hundo el edificio y no os rescata ni el Bombero Torero nenas!!
- Vale Hidro, te lo decimos. Pero prométenos que no te afectará.- dijo la Magneto, que siempre ha sido como muy protectora conmigo. A veces me da miedo.
- A mí a estas alturas no me afecta nada, estoy a vueltas de todo.
- Pues mira, hablando de vueltas…
La Au Pair se quiso hacer la interesante pero se quedó así como mucho rato callada y perdió el poco encanto que le había dado a la frase.
- Va nena, dilo ya que se me va a enfriar el chocolate y se va a convertir en Kinder.- le dije yo.
- Nena, Piluca ha vuelto.- dijo la Pepi, toda sincera ella poniendo su mano sobre la mía.

Me resulta totalmente imposible describir el torbellino de sensaciones que me vinieron a la mente en cuanto escuché aquel nombre. PILUCA.
Vosotros no conocéis a PILUCA, nunca os he hablado de ella. Os dije que en mi blog (el otro) hay cosas que no tienen cabida. PILUCA es una de ellas. Me he rebajado a contaros cosas que alguien con un poco de dignidad jamás os contaría.... pero nunca me he atrevido a contaros lo de PILUCA.
Ya puedo dejar de ponerlo en mayúscula, que os ha debido impactar suficiente….
PILUCA
Era la última.
Bueno, a lo que íbamos. La Piluca. Mi archienemiga. Más que mi archienemiga, era mi megasuperultraarchienemiga. Tan enemiga como Holmes y Moriarty. Tan enemiga como la Novia y Bill. Tan enemiga como la Campos y la Quintana, Zapatero y Rajoy, el agua y el aceite, Jiménez Losantos y la cordura, Andy & Lucas y el buen gusto…
La gente me ha hecho muchas putadas, pero ninguna como la(s) que me hizo la Piluca. Ella, que no era nada; ella, a la que yo convertí en algo; ella que me destrozó como a la de Eva Al Desnudo. O eso creo, porque no he visto esa película. He visto Todo Sobre Mi Madre, que ya me vale.
Total, que la Piluca y yo no podíamos ni vernos.
Bueno, en realidad sí. Porque en ese momento la puerta de la mini-chocolatería se abrió con un tintineo de campanas que me hizo salir de mi ensimismamiento. Mis tres amigas se quedaron horrorizadas mirando a la puerta y yo me giré, para verla.
Allí estaba, en el umbral. Se había adelgazado, se había tonificado, se había repeinado y se había ¿operado? Seguramente. Pero la muy hijaputa estaba divina. Si no tuviera que matarla, me encantaría ser su amiga.
- ¡Anda mira!.- se puso a gritar. Sí, estaba divina, pero seguía siendo una ordinaria- ¡Si es la Hidro! ¡Hidro querida!
Media chocolatería se la quedo mirando, y la otra media se me quedó mirando a mí. La Piluca avanzaba por entre los neo-hippies-universitarios mientras yo la sentía acercarse como el que ve venir a la muerte. Bueno, como esos no porque como no sobreviven pues no lo han contado, pero supongo que debe ser algo así.
La Piluca se me venía encima y yo no podía hacer nada para pararla. De repente, como aquél que ve venir a la muerte (es que me ha gustado la frase), el tiempo se detuvo en el momento en que la Pili le iba a tirar un café con leche encima a una despeinada de la vida y yo vi pasar ante mis ojos toda mi vida…
¡Y qué de vueltas da la vida!

12/11/2005

Ni Munich, ni hostias

¿Quién soy?

  • Soy Hidroboy
  • Desde Barcelona, Barcelona, Spain
  • Diva estresada que casi casi no puede con su vida que vive en Barcelona y de vez en cuando se va de parranda a Huesca a comerse una buena longaniza de Graus. No fumo y no me drogo, pero bebo más que Sue Ellen en sus años mozos. Y además la ch*** que da gusto.
Yo!!

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